Empresas gallegas llegan a Polonia atraídas por la lluvia de fondos europeos

maría cedrón VARSOVIA / ENVIADA ESPECIAL

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Las ayudas de la UE que recibirá hasta el 2020, 101.400 millones de euros, convierten a esta nación, pese a sus hándicaps, en un mercado a tener en cuenta

06 abr 2015 . Actualizado a las 08:52 h.

A mediados del mes pasado, el presidente polaco, Bronislaw Komorowski, se acercó a un puesto ambulante de castañas asadas en Cracovia. Las probó y se hizo una foto delante del carro. Aquellos frutos junto a los que tomó la imagen crecieron en árboles de la provincia de Ourense. Desembarcaron en esa turística ciudad del sur del país de la mano de la filial de la empresa ourensana Posada Marrón Glacé. Esa es una pequeña pica de las muchas que Galicia ha comenzado a poner en uno de los países más orientales de Europa, un Estado al que la comunidad gallega exportó en el 2014 productos por valor de 351 millones de euros, un 8,9 % del valor total de exportaciones realizadas por España. Piezas para la automoción son unos de los productos que más exportan desde el otro extremo del continente.

La entrada de Polonia en la UE en el 2004, junto con una economía que ha crecido en el 2014 a un ritmo en torno al 3 % y las buenas relaciones entre España y el Estado báltico, provocó que muchas empresas gallegas y del resto de España desembarcaran en ese mercado. Lo hicieron, sobre todo, después del estallido de la burbuja inmobiliaria en España. Construcción, investigación y desarrollo o energías renovables son los campos donde han tratado de echar sus anclas, con mayor o menor suerte.

Todo ese interés se ha disparado ahora después de que la UE hubiera otorgado a Polonia un total de 105.800 millones de euros de fondos europeos para el período 2014/2020. Y, aunque es un mercado muy atractivo, la experiencia de algunas compañías o de expertos como el coruñés Pedro Saavedra, socio representante de Garrigues en Varsovia, indican que Polonia es, a nivel de hacer negocio, un país «para analizar», pero teniendo en cuenta sus hándicaps. Por ejemplo, que el mercado polaco «es un campo para obtener rentabilidad en el medio o largo plazo». No se puede venir con prisa y hay que saber sus reglas.

Obstáculos son también el idioma y el modo de trabajar de los polacos, cuya forma de hacer negocio es muy diferente a la española, como explica el directivo de una empresa que lleva años en el país. «Como ejemplo podemos hablar de los concursos de obra pública donde el presupuesto es cerrado, no habiendo alternativa para la ampliación en caso de imprevistos como ocurría antes en España», explica.

De hecho, no todos los que probaron suerte en esta parte de Europa durante los últimos años lograron triunfar o quedarse. Algunos hasta cayeron en las redes de una nueva burbuja inmobiliaria provocada por la compra en Varsovia de terrenos a precios mucho más altos de lo que marcaba el mercado y en los que luego, por diferentes razones, no lograron llegar a construir.

Con todo, hay oportunidades. «Las casas aquí se entregan únicamente con las paredes, no hay nada más. Puede ser esa una buena oportunidad para empresas de diseño de interiores, de acabados... Lo complicado es entrar, lograr el primer contrato y que quede conforme a los elevados estándares que piden los polacos. Como una empresa se equivoque la primera vez, no hay segunda oportunidad», explica el directivo de otra empresa española consultada.

En la actualidad, la presencia empresarial gallega resulta importante. Además de grandes multinacionales como Inditex o de filiales de empresas madereras como Finsa, en el listado de compañías con presencia en Polonia destaca el Grupo Puentes, cuya especialidad son las estructuras de hormigón. Con sede en Lodz, a una hora de tren de la capital, durante los tres años que lleva en el país ha logrado importantes adjudicaciones como la realización, a través de una UTE, de un par de puentes en diferentes tramos de la autovía S8 o un par de obras más en Lublin y Lodz. Ahora está esperando lograr nuevos contratos. Junto a esos ejemplos de compañías gallegas, hay otras empresas españolas que también han logrado asentarse. El ejemplo más claro es la polaca Budimex, participada en más de un 58 % por el grupo Ferrovial. Es la mayor empresa constructora del país, aunque también toca otras ramas. Pero la lista es muy larga: el banco Zachodni, del grupo Banco Santander; Fagor, Gocco...

No es un lugar, como Alemania o el Reino Unido, donde ir a buscarse la vida

Polonia no es un país para emigrar cuando no se tiene un trabajo como han hecho muchos jóvenes españoles al hacer las maletas para ir a Alemania o el Reino Unido. Eso es algo en lo que coinciden todos los gallegos que viven en este país, al igual que corroboran fuentes de la Embajada de España en Polonia.

De hecho, la mayor parte de los gallegos o españoles que viven allí son directivos o encargados que desempeñan una labor muy concreta para la que no están preparados los trabajadores polacos, que conforman el grueso de la mano de obra de las empresas que están trabajando ahí. También hay profesores de español que trabajan para el Ministerio de Educación dentro del programa de enseñanza de cultura y lengua española que se lleva a cabo en algunos centros de enseñanza pública de Polonia.

El idioma o los sueldos -muy por debajo de los de otros Estados europeos- son las razones por las que no es un buen país para buscarse la vida. Otra cosa diferente son los Erasmus. Polonia es, después de Italia, el destino preferido por los estudiantes gallegos y del resto de España para pasar un curso en el extranjero. La razón es que la beca que obtienen les cunde mucho más aquí que en otros países.