Las empresas advierten que internacionalizarse es un proceso costoso
01 may 2014 . Actualizado a las 12:41 h.«La internacionalización es un proceso complicado: no creo en las verdades universales», sostuvo Constantino Fernández, consejero delegado de Altia, una empresa puntera del sector de la tecnología, nacida en Galicia en 1994, y que logró crecer en el 2013 un 60 %. Todo ello en un contexto de caída de la contratación pública y de restricción del crédito.
«Yo no creo que aquí no se venda: en España hay potencial de crecimiento en nuestro sector y en Galicia está dominado por pequeñas empresas; salir fuera es caro, por eso digo que depende del tamaño, del sector: mucho ojo porque yo he visto empresas de mi sector arruinadas en Brasil y Reino Unido; por eso digo que hay que salir, pero con cabeza», advirtió.
Las experiencias compartidas en este foro empresarial por cinco empresas gallegas punteras, que han resistido la crisis, revelan que el mundo ha cambiado. Y que en los mercados exteriores tampoco quieren colonizadores porque los países también se preocupan de proteger su tejido empresarial y su potencial de crecimiento. De ahí que una cosa sea aceptar la recepción de inversión extranjera y otra bien diferente entregar todos los contratos a las empresas foráneas. «En el mercado sudamericano, por ejemplo, no quieren una colonización, quieren que vayamos con humildad», argumentó José Luis Castro, consejero delegado de Severiano Servicio Móvil.
La grave crisis que ha sacudido España, y la mala imagen que ha proyectado al exterior el proceso de rescate del sector financiero, también ha jugado en contra del proceso de internacionalización de las empresas españolas, que en muchos casos se han encontrado con problemas de financiación en el exterior. «Ha habido trabas para salir fuera, nosotros nos encontramos con que en Perú no aceptaban avales de un banco español», recordó Juan Loureda, vicepresidente de Puentes.
En muchos casos, las empresas gallegas, en particular, y españolas, en general, se han visto atrapadas en un círculo vicioso, en una suerte de contradicción con una muy difícil salida: la necesidad de tirar de la caja para ajustar las plantillas por la brutal caída del mercado interno, mientras necesitaba dinero para salir al exterior. «Ha sido como la cuadratura del círculo», recordaba ayer Roberto Díaz-Rincón, presidente del Grupo Invertaresa.