El Camino Salvado, una ruta espiritual «gallega» en Australia

Juan Carlos Martínez REDACCIÓN / LA VOZ

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Después de llegar a la isla en 1846, el misionero tudense fundó un monasterio para evangelizar a los indígenas. En la actualidad, una ruta recuerda el viaje del religioso

27 mar 2014 . Actualizado a las 11:51 h.

Poco después de llegar a Australia Occidental, en 1846, con el encargo de evangelizar a los aborígenes, Rosendo Salvado emprendió un épico viaje de exploración con otros cuatro misioneros y dos carromatos tirados por bueyes en busca de un asentamiento adecuado para acercarse a las tribus nómadas. Tras muchas vicisitudes, la exploración terminó con la fundación de Nueva Nursia, el monasterio en el que los indígenas iban a recibir, además de evangelización, educación, formación profesional y medios para vivir. Esa ruta se llama hoy Camino Salvado (así, en español) y acoge a peregrinos que, con una intención comparable a la de los jacobeos, recorren los 160 kilómetros que separan Perth de la misión fundada por Salvado: en inglés, New Norcia.

El bicentenario del nacimiento del misionero tudense anima durante este año la afluencia de peregrinos. Con una extensión similar a la del Camino Francés entre O Cebreiro y Compostela, la ruta está organizada en siete etapas por la agrupación de voluntarios que la mantiene viva. Se parte de la iglesia de San José, en la capital, y la primera etapa transcurre por la orilla del río Swan, que en su día Salvado vadeó como pudo, agarrando a los bueyes por los cuernos. Se pasa por el Parque Nacional Walyunga, tierras sagradas de la tribu Noongyar, la misma que acogió a Rosendo Salvado en su histórica exploración. El quinto día se hace camino bordeando el bosque estatal de Julimar, 26.000 hectáreas de arboleda autóctona entre afloramientos de piedra. Por fin el séptimo día se llega a la ciudad monástica de Nueva Nursia, donde los guías dan a conocer «el legado hispánico» de la misión. El camino, dicen los organizadores, es para todos: «los que tienen fe, los que no la tienen y los que la buscan». Como en el de Santiago, todos ellos consiguen algo que no esperaban al partir: conocerse mejor a sí mismos.