El rey de las tapas de Nueva York

Begoña Rodríguez Sotelino
Begoña R. Sotelino VIGO / LA VOZ

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Adolfo Pérez Sampayo, de A Cañiza, atesora varias conquistas: introdujo el tapeo en la Gran Manzana y ha corrido 38 maratones por todo el mundo

16 ene 2014 . Actualizado a las 10:34 h.

En el barrio neoyorquino de Hell?s Kitchen, al lado del distrito donde se concentran los teatros y muy cerca de Times Square, hay un rincón en el que se habla español y gallego, se come tortilla y pulpo á feira y en el ambiente flota la morriña. El origen de tan galaico sentir se localiza en el Mesón Sevilla, cuyo propietario, Adolfo Pérez Sampayo, nació hace 59 años en A Cañiza, localidad pontevedresa famosa por su jamón, que nunca ha dejado de echar de menos desde que en 1974, a los 19 años, puso rumbo a los estados Unidos en busca de un futuro próspero. «Tenía primos ya trabajando aquí», explica sobre sus razones para elegir ese destino.

Como en toda película de superación personal al estilo americano, Adolfo comenzó su trayectoria laboral lavando platos y acabó regentando su propio restaurante ocho años después. El Mesón Sevilla, de aspecto andaluz y corazón galaico, es ya su tercer negocio, y el profesional se jacta de ser uno de los primeros en introducir las tapas en la Gran Manzana. Las tapas y mucho más: desde los callos que le enseñó a hacer su madre a la paella, el cocido o la oreja, entre una interminable lista de platos. «Pero la estrella es el pulpo y como bebida, la sangría», reconoce, añadiendo que «cuando llegué, la gente comía mariscadas con whisky. Ahora ya saben comer tapas y tomar vino, sobre todo la juventud», indica. Y recuerda que también fue pionero en introducir el jamón, que corta en la barra, ante el público. «No me cansaba de pagar multas cuando aún estaba prohibida su importación», asegura el profesional, que vive de una clientela mayoritariamente local que acude a los teatros y se queda por la zona que se conoce como Restaurant Row por su enorme oferta culinaria.

El hostelero tiene tres hijos, Adolfo, de 32 años, que aunque estudia también trabaja con él y es fruto de su primer matrimonio con una tudense; Tatiana, de 22, y Susana, de 17, ambas nacidas de su segundo matrimonio con su actual esposa, de origen colombiano.

A pesar de llevar ya 40 años en Estados Unidos, siempre que puede el cañicense vuelve a su casa en el lugar de O Couto, donde viven sus padres, Hipólito y Concepción. «Aún hice en octubre un viaje relámpago para estar con ellos, ya que no podía ir en Navidad». Adolfo asegura que recuerda Galicia «todos los días, vivo con ella. Para mí lo es todo. Llevo más años de mi vida aquí que allá, pero hasta pienso en gallego cuando hablo en inglés», afirma. Y aunque sueña con volver, es realista, «porque si los hijos están aquí, no tiene sentido. Lo importante es estar bien donde estás», concluye sin muchas esperanzas, ya que aunque a sus dos hijos mayores no le importaría, «las cosas no están muy bien para regresar» .

Los Pérez son una gran familia arraigada en el gremio de la hostelería. «Tengo un primo que tiene el restaurante Bonsai en O Couto y mi hermano tiene otro en Madrid». Pero asegura que es tradición entre sus paisanos: «En Nueva York llegó a haber unos 15 o 20 de gente de A Cañiza. Ahora menos, porque los viejos se retiraron y los jóvenes son un poco más inteligentes y no quieren saber de esto», reflexiona.

Pero además de ser pionero en implantar el tapeo, Pérez Sampayo es famoso por su pasión por el atletismo. Ha corrido 39 maratones, de ellos, 15 seguidos el de Nueva York. Una lesión lo obligó a dejarlo hace dos años. «Tengo la rodilla destrozada», lamenta. Empezó tarde, a sus 43 años, pero le ha dado tiempo a recorrer medio mundo: París, Roma, Hamburgo, Cuba... Ahora solo puede nadar y andar, y su objetivo es «hacer el Camino de Santiago desde Francia, aunque sea cojeando».

«Cuando llegué la gente se comía mariscadas con whisky. Ahora ya saben»