Es el suyo un viaje de placer pero también de reencuentro con el pasado lejano.
15 jun 2010 . Actualizado a las 13:13 h.Mujer extraordinariamente afable, esta venezolana de nacimiento y universal de conocimiento, ha elegido Vigo como puerto base durante su estancia en Galicia. Es el suyo un viaje de placer pero también de reencuentro con el pasado lejano. Tan lejano que se remonta a finales del siglo XV, que es hasta donde ha podido llegar (de momento) en la confección de su árbol genealógico.
Años de meticulosa investigación han demostrado (¡como no!), que por las venas de la familia Avellán Cachazo corre sangre gallega. Entre otra la de Juan Domínguez Cachazo, enterrado en la capilla que fundó su mujer, Isabel de Almoyna, en la basílica de Santa María la Mayor de Pontevedra. «Es el antepasado más antiguo al que he podido llegar hasta ahora», me explica Nieves Avellán mientras compartimos café y conversación con vistas a la playa de Alcabre.
Ha sido precisamente Juan Domínguez el que ha traído a Vigo no sólo a la prestigiosa investigadora, sino a buena parte de su familia. Veinticinco en total se juntaron el sábado en casa de otro venezolano, Francisco Rodríguez, para ayudarle a soplar las velas de su 85 cumpleaños. Llegó a la conclusión de que tan redondo aniversario merecía una celebración especial. «Quise reunirlos a todos para que vieran de dónde venimos», dice.
Debe de ser Nieves una mujer muy querida a juzgar por la respuesta que obtuvo su convocatoria. Y es que los invitados llegaron desde lugares tan lejanos como Venezuela, Estados Unidos, Noruega... Además de dos de sus tres hijos, cinco de sus ocho nietos y su bisnieto Sebastián, se sumaron a la fiesta nueras, sobrinas, ahijada...
Después de la interminable velada del sábado -«nos dieron las cinco de la madrugada», comentaba ayer una sobrina que reside al otro lado del Atlántico- les esperaba a todos una cita no menos esperada, la visita a la basílica pontevedresa de Santa María.
Tras ver y tocar en dicho templo las tumbas de sus antepasados, asistieron a una misa oficiada por un amigo investigador, el agustino Fernando Campos del Pozo, vallisoletano al que Nieves conoció en el Archivo de Indias de Sevilla en la década de los 80 cuando buscaba datos sobre los conquistadores venezolanos, de los que descendía su marido, Antonio Tamayo.
Fue precisamente durante esa búsqueda, que ha plasmado en tres documentados volúmenes cuando, por puro azar, cayó en sus manos un documento en el que figuraba el apellido Cachazo. Empezó a tirar del hilo y así es como ha logrado reunir más de 250 folios de información (mapas incluidos), que pronto verán la luz en forma de libro.
Mientras la salud siga siendo su aliada piensa mantener sus periódicas visitas a España, donde llegó por vez primera en los 80 con altas dosis de ingenuidad por todo equipaje. «Me presenté en el Archivo de Simancas sin más credenciales que mis ganas de viajar al pasado y, pese a carecer de estudios universitarios, me abrieron las puertas de par en par», explica. Esta investigadora autodidacta, que aprendió paleografía a fuerza de descifrar el reparto de Venezuela, asegura que uno de los momentos más emocionantes de su tardía vocación investigadora se produjo «cuando tuve en mis manos cartas de Cristóbal Colón».
Seguro que en esos próximos viajes a España, Pontevedra y, sobre todo, Vigo, van a ser destinos fijos. Y no sólo porque aquí estén parte de sus raíces, sino por amigos como Francisco Rodríguez y hasta por la dieta de pescados y mariscos que, con la complicidad de la familia, ha procurado seguir a rajatabla. Ayer, sin ir más lejos, comió en un restaurante con vistas al mar en Baiona, el domingo hizo lo propio en otro a tiro de piedra de la playa de Canido... Felicidades.