Sus actividades como hombre de confianza del dictador Trujillo fueron mucho más oscuras que sus aireadas relaciones con las mujeres. A él nadie podría llamarle truhan del amor, como esos que ahora acechan desde las redes en busca del bolsillo de corazones solitarios: su fama ya le precedía. En asuntos de faldas, eso sí, Rubi ganaba siempre.
Jesús Flores