La fascinante historia de los Ladra, emigrantes de Viveiro en Uruguay, es uno de los libros del año 2023 en aquel país

Sol Ladra defendió la República desde filas anarquistas, cayó preso, contrajo tuberculosis en la cárcel, resucitó, huyó a Francia y volvió al Uruguay para vivir y morir, con el estado español negándole una pensión

23 de diciembre de 2023. Actualizado a las 13:47 h. 0

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Antonio Ladra, autor de «Vidas en rojo y negro.

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El día 30 del pasado mes de junio publiqué en Memoria de Mariñáns la crónica «Sol Ladra Pérez, un anarquista uruguayo oriundo de Viveiro en la guerra civil española». Relataba la vida de los cuatro hijos del viveirense José Ladra Insua y la cántabra Mercedes Pérez Calderón, destruida por la Guerra Civil española. Al destino -como quería Borges- le agradan los paralelismos, los espejos, las simetrías. Y aquel mismo día, a 10.000 kilómetros, en Montevideo, Antonio Ladra -un relevante periodista uruguayo- leyó, con sorpresa, la página y el pulso se le aceleró. Acababa de entregar en la imprenta las pruebas de un libro con la historia de su familia... Al día siguiente me llamó, hablamos y lo relacioné con Eliseo Fernández, el historiador ferrolano, para que contrastara datos y documentos. Y dos meses después, en septiembre, el libro de Antonio Ladra «Vidas en rojo y negro. De la guerra civil española al Uruguay batllista» fue publicado por Seix Barral, Biblioteca Breve, y el diario El Pais lo eligió uno de los 10 Libros del Año 2023 en Uruguay.

Yo no conocía ni a los Ladra ni a Antonio pero me llamó la atención la historia de Sol, su padre, que nació en Uruguay, se crio en Toñanes (Cantabria), defendió la República desde filas anarquistas, cayó preso, contrajo tuberculosis en la cárcel, resucitó, huyó a Francia y volvió al Uruguay para vivir y morir. La curiosidad pudo más que mi ignorancia y me puse a investigar pues el apellido tenía claro origen mariñano. La escritora Araceli González me abrió caminos y, ahora, el libro de Antonio Ladra solventó mis dudas y sació mi interés con su amena narración y su documentado contenido, riguroso y con precisión de relojero. Lo mejor del periodismo y de la literatura con la frontera infranqueable de los datos veraces.

El padre de la saga, José Manuel Ladra Insua, nació en Celeiro (Viveiro) en 1886, hijo de Antonio Ladra, comerciante, y de Casilda Insua. Su familia tenía cierto abolengo, pero él marchó a Uruguay en 1907. Allí conoció a la cántabra Mercedes Pérez Calderón -entonces emigraba quién podía y no quién quería: la España húmeda y norteña- y se casó con ella en 1913. Él era un ebanista autónomo y ella trabajaba en la limpieza. En 1914 tuvieron a su primer hijo, Sol, -nombre de resonancias anarquistas- y en 1915 regresaron, con el hijo de meses, a Toñanes. Se instalaron con la madre de Mercedes, Celestina Calderón, viuda y con dos hijas. José Manuel se ocupó como carpintero y ella criaba a Sol. En 1917 tuvieron otro hijo, Antonio, en 1918 a Eugenio y en 1919 a una niña, Mercedes Ladra Pérez. El padre era anarquista e imbuyó de ese espíritu a la familia. Murió en 1926 y, al poco, lo hizo Mercedes. La abuela crio a los 4 hijos, el mayor, Sol, de 12 años.

España, entonces, era un crisol de pasiones. Al golpe de Primo de Rivera, en 1923, le siguió en 1929 la Dictablanda de Berenguer y en 1931 la Segunda República. Los Ladra colaboraban con la Federación Comarcal Montañesa de la CNT, los hermanos rojinegros. Pero en 1936 todo cambió. La España inferior y machadiana «que ora y embiste, cuando se digna usar de la cabeza», encabezada por Franco, dio un golpe contra la legalidad republicana.

Los Ladra fueron enviados al frente con la consigna de pararlo, de resistir para vencer. Lucharon en Santander y Asturias pero cayeron y fueron detenidos. Y para ellos ya nunca nada volvió a ser igual.

Mercedes, en Viveiro, su hermano fusilado y Carlos Adrán

1941 fue un año crucial para la familia. Los tres hermanos estaban encarcelados y la única hermana, Mercedes, se refugió en Viveiro en casa de su tía Mari Pepa. Tenía ideología anarquista y militó en la FAI desde los 18 años. Dio charlas en el Ateneo Libertario de Torrelavega, participó en actos y realizó ayudas asistenciales durante la guerra. La escritora Araceli González la recuperó en un libro sobre mujeres anarquistas cántabras. Ella nunca contó su lucha y militancia. En Viveiro se casó con José Goas Sánchez y tuvo 4 hijos: Mercedes, Antonio, Toñín, Roberto y Elena Goas Ladra. Su vida fue ayudar a sus hermanos y tratar de evitar el fusilamiento de Antonio, algo que -pese a la incansable gestión de su cuñado, Carlos Adrán Cambón,- no consiguió. A pesar de lo sufrido, su frase habitual era «no juzgues con dureza», lo que demuestra la fortaleza de una mujer testigo del heroísmo de sus hermanos y de la cobardía de los que mintieron para salvar su pellejo aún a costa de la vida de sus compañeros...

Antonio, el hermano por el que tanto se desvivió, fue preso, fusilado y enterrado en una fosa común del cementerio de Ciriego (Burgos). Su hermana llegó a pedir justicia y clemencia hasta al Obispo de Pamplona, Marcelino Olaechea. Era teniente del batallón 107, lo acusaron de dirigir checas, no quiso la extremaunción y tal vez lo fusilaron por su condición homosexual.

El otro hermano, Eugenio, fue detenido con 19 años cuando era miliciano del Batallón de Infantería 126 en Cabezón de la Sal. Le cayeron 12 años y lo llevaron al campo de concentración de Talavera de la Reina donde participó en trabajos forzados, una forma de obra barata para hacer canales y presas. Estuvo en diversos campos y, al conseguir la libertad, volvió a Toñanes pero se afincó en A Coruña donde se casó con María Gómez Ares, Licha, y donde lo conoció su sobrino, el periodista Antonio Ladra, en un viaje realizado en 1990. Se cambiaba de acera por no cruzarse con un cura...

España negó una pensión a Sol, rebautizado José por el franquismo

Sol Ladra Pérez -de quién ya se escribió en estas páginas- ingresó en la prisión del Dueso en 1937. Los franquistas le cambiaron el nombre por el más cristiano de José. En 1942 lo acusaron, sin pruebas, de participar en la muerte de un cura y unos falangistas. Fue condenado a 30 años en la prisión de La Tabacalera donde contrajo la tuberculosis. Lo dejaron desahuciado y en libertad vigilada en marzo de 1943. Operado en carne viva, huyó en 1949 a Uruguay por Francia. Se casó con la canaria Pilar Carlos Quinteros y tuvo dos hijos: Laura y Antonio, el periodista autor del exitoso libro Vidas en rojo y negro. Había salido de Montevideo con 10 meses de vida y volvía con 36 años y muchas cicatrices y marcas indelebles en el alma y en la piel...

Trabajó como vendedor de IPUSA -la papelera uruguaya fundada en 1937 por el gallego de O Pino, Jesús Canabal- y luego como autónomo. En los años 60 se vinculó al Movimiento Revolucionario Oriental, de Ariel Collazo, y luego con Enrique Erro y su Unión Popular. Sol Ladra fue un eterno luchador en busca de un mundo más justo y mejor. Pero aún así la Hacienda de Felipe González le negó una pensión de ex combatiente porque «sus circunstancias no satisfacen los requisitos establecidos por ley». Murió en 1989.

Su hijo, Antonio Ladra, es un destacado periodista uruguayo, de larga y solvente trayectoria.

Fundó la revista Nexo y el diario Cinco Días, clausurados por la dictadura en 1976; y el diario La Hora. Trabajó en La República, El Observador, las revistas Postdata y Latitud y las radios El Espectador y AM Libre. En 1999 fundó La Hora de San José y lideró El Día Semanario. Fue corresponsal para Mercosur de la española Contrapunto. Entre 2007 y 2018 condujo el programa Código País en Canal 12 y coordinó el noticiero de Telemundo. En 2010 recibió el premio Morosoli al periodismo televisivo y fue profesor y conductor de Transformaciones, en

Radio Sarandí. Es autor de dos libros de denuncia y compromiso: Narcos en el Uruguay (2010) y Uruguay en la mira del narco (2021).

martinfivizoso@gmail.com

 

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