«Angeliño, meu neno, non chores, que vas crecer e serás futbolista»

El jugador gallego del Leipzig, que el martes dejó al United fuera de la Champions, lleva este nombre en la camiseta en homenaje a la frase que le repetía su madre de niño

La última jornada de la primera fase de la Liga de Campeones se cobró, entre otros, al histórico Manchester United. Su verdugo, Angeliño, un joven de Coristanco, que hace dos años irrumpió con fuerza en la Champions, el año pasado se convirtió en revelación y este se ha consagrado como una de las sensaciones de la competición.

A punto de cumplir 24 años, y ocho después de abandonar Galicia en busca de fortuna futbolística, Ángel Tasende, (Coristanco, 4 de enero de 1997), ha visto cómo la Europa balompédica se rendía a sus pies. Sus actuaciones estelares, acompañadas de asistencias y goles, no han pasado inadvertidas y han provocado que el Viejo Continente ya sepa pronunciar: AN-GE-LI-ÑO.

Porque, desde bien joven, el coristanqués ha querido que se le conociese por su nombre en forma de diminutivo gallego. Un homenaje a su madre, Sonia, y a la confianza y apoyo mostrados por ella desde bien pequeño. Y es que, al lateral del Leipzig nunca se lo pusieron fácil. Su éxito no es solo fruto de su calidad. Detrás hay un enorme trabajo y un gran espíritu de superación.

Aún hoy recuerdan en su localidad natal cómo sufría el pequeño Ángel por su corta estatura cuando de niño eran muchos los que le amargaban diciéndole que no cumpliría su sueño por ser bajito. La historia se repetía casi a diario. El crío llegaba a casa entre lagrimones, quejándose amargamente a su madre.

Angeliño: -Mamá, no colexio dinme que son tan baixo que nunca chegarei a ser futbolista -repetía entre lágrimas-.

Madre: -Angeliño, meu neno, non chores, que vas crecer e ser futbolista.

Los años pasaron, el mensaje consolador de su madre se convirtió en realidad y el entonces futbolista del City quiso homenajearla poniendo ese nombre que era de uso exclusivo de la progenitora.

Ella y su hermano Dani (cuatro años menor) han sido su vida desde muy niño. Un aprecio y pasión que desde hace algún tiempo comparte con Rocío, su pareja, y con Ángel, su hijo. También su primo, el exjugador de balonmano Iván Amarelle, forma parte de su entorno más íntimo: «Aínda que eu non son moi de fútbol, el vivía cun balón nos pes e claro, ó final estábamos todos os días xogando, se non era na súa casa era na miña», relata.

Coristanco sigue siendo ese lugar en el que se refugia el lateral izquierdo del Leipzig cada vez que su trabajo se lo permite. «Todos los veranos se entrena en nuestras instalaciones. Aquí viene como uno más. Ahora que tiene fama, no se le ha subido nada. Es un chaval de lo más normal. Además, tanto él como su hermano, siempre colaboran a la hora de entregar los diplomas del campus. Se fotografían con los niños, firman autógrafos. Parece como si nunca se hubieran ido», explica David Iglesias, coordinador de las escuelas del Luis Calvo Sanz.

No le falta razón. Por muchos kilómetros que lleve a sus espaldas -ha jugado en Inglaterra, Estados Unidos, Holanda y Alemania- a terriña sigue muy presente en la cabeza y el corazón de un Angeliño que ya es el mejor lateral izquierdo de España. Solo falta que se entere Luis Enrique.

El gran olvidado en todas las categorías de la selección española

El reconocimiento que tiene el lateral gallego no le ha alcanzado para hacerse un hueco en las diferentes selecciones nacionales en las que le ha tocado jugar por edad. Apenas un par de citas en categorías inferiores para acudir a concentraciones y otras tantas en la sub-21 durante su último año. Angeliño nunca fue de los elegidos por los diferentes seleccionadores, pese a las diferencias que marcó siempre ante sus rivales en el puesto.

Como en la actualidad, que Luis Enrique se resiste a convocarlo, algo que sorprende dado el nivel exhibido en los últimos meses y que lo han situado ya como el mejor lateral izquierdo español del momento. Mientras, él vive ajeno a la polémica y centrado en el Leipzig, club que tiene hasta la próxima primavera, cerca del verano, para decidir si abona al City la cláusula de compra, cuya cuantía no ha trascendido.

Porque el gallego sigue perteneciendo al club que apostó por él en el 2012 cuando era futbolista del Deportivo. La decisión de irse adoptada a sus 15 años le provocó un castigo por parte del club coruñés, que, pese a recibir 250.000 euros por su traspaso, lo apartó durante algún tiempo en represalia por no querer renovar. Hace pocos días, aún recordaba aquel episodio a través de su cuenta de Twitter, asumiendo la responsabilidad de su decisión: «Que equivocados estades. Nin Fran nin a miña familia me convenceron de nada... Preguntádelle a Miguel Gamallo (entonces responsable de las categorías inferiores del club coruñés) o porqué», decía en alusión a su marcha de un Dépor por el que ha manifestado su pasión en numerosas ocasiones y al que más de una vez ha ido a ver a Riazor desde su marcha.

Se fue convencido e ilusionado a vivir el sueño de un City en el que todavía no ha conseguido triunfar. Debutó en la Premier y en la Champions con Pellegrini y Guardiola, respectivamente, pero nunca tuvo esa continuidad necesaria para que un joven eclosione. A pesar de ello, el entrenador español nunca quiso desprenderse de él. Siempre se fue cedido, salvo un año que el PSV lo compró por 6 millones. Pero meses después el City lo repescó por el doble.

Ahora, Angeliño vive feliz jugando a las órdenes de Julian Nagelsmann, el mago del banquillo alemán que mayor partido ha sabido sacarle al este futbolista con denominación de origen gallega.

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