La vida exagerada de Juan Orol, cineasta mexicano oriundo de O Valadouro

MARTÍN FERNÁNDEZ VIVEIRO / LA VOZ

MEXICO

Produjo, escribió, dirigió y actuó en 56 películas de gran éxito popular en México

31 dic 2016 . Actualizado a las 11:43 h.

Al acabar la Guerra Civil, Juan Orol, el cineasta mexicano, contactó con su familia de O Valadouro. Remitió una carta a su padre, Juan Orol Maseda, pero nunca le llegó: se había muerto años atrás. El azar _que otros dicen destino_ quiso que el administrador de Correos fuese Prudencio Orol Balseiro, hijo del fallecido, que abrió la misiva. Y fue así como se enteró de que él y sus 16 hermanos tenían un medio hermano en México que triunfaba como director y actor de cine…

ARCHIVO MARTÍN FERNÁNDEZ

Juan Orol había nacido en Santiso (Lalín) el 30 de julio de 1893. Fue bautizado como Juan García García, hijo ilegítimo de Ramona García y “de padre incógnito”. El incógnito progenitor era Juan Orol Maseda que, después de procrearlo, se casó en Ferreira con Consuelo Balseiro Moscoso con la que tuvo 16 hijos. El niño se crio con sus abuelos maternos.

A los 12 años, el chaval fue enviado desde Ferrol a La Habana. Estorbaba los planes de su madre, una mujer de vida alegre conocida por A Bufa. En Cuba fue acogido por Carmen Fondevila, emigrante de Lalín. Pero el chico era inquieto y en 1910 se fue a México en plena revolución mexicana.

Allí vivió un tiempo pero pronto regresó a La Habana. De 1915 a 1917, desempeñó los más insólitos oficios: mecánico, pitcher de béisbol, boxeador, actor sin éxito… Vivía en un tiovivo que le daba vueltas y vueltas pero siempre lo bajaba en el mismo lugar en que había subido...

Volvió a México y se convirtió en el torero Juan García Esparterito. Durante 7 años recorrió América y en 1926 dejó los ruedos. Tenía 33 años y se ocupó como publicista en la XEO, una empresa de radio nacional. Allí conoció a estrellas del naciente cine mexicano por el que se interesó. Vendió un terreno que poseía y fundó su propia productora, Aspa Filmes.

En 1933 produjo su primera película, Sagrario, de gran éxito. Fracasó con la segunda, Mujeres sin alma. Y con la tercera, Madre querida, se convirtió en 1935 en un fenómeno del cine popular de América Latina. Entonces comprendió que todo en la vida es cine. Y ya nunca pudo salir de una pantalla…