Gala en San Miguel de Reinante con Abraído, un tenor de Ribadeo que triunfó en Europa

La Voz

EUROPA

Estudió Violín y Canto en el Conservatorio Superior de Música de Madrid en 1929 y después continuó sus estudios en Milán (Italia), siguiendo una línea de apoyo a los jóvenes talentos que entonces mantenían las diputaciones gallegas

21 nov 2016 . Actualizado a las 10:15 h.

En el Salón Tirabeque, de San Miguel de Reinante, tuvo lugar el sábado 13 de agosto de 1932 un acontecimiento infrecuente y extraordinario para la época y el lugar. El tenor ribadense Valeriano González Abraido, que cosechaba éxitos internacionales, ofreció un concierto acompañado al piano por la señorita Blanca Maseda, alumna del ilustre músico y profesor Baldomero Latorre. El precio único de silla era de 2 pesetas y el salón se llenó de gentes procedentes de distintos puntos de A Mariña.

La celebración del recital pone de relieve no sólo la popularización de la música a finales del siglo XIX y principios del XX, sino también el papel fundamental que en ello tuvieron los emigrantes que potenciaron el cultivo y la educación musical tanto en los países de acogida, como Cuba o Argentina, como a la hora del regreso al terruño.

Estudios en Milán

Valeriano González Abraído había nacido en Ribadeo en torno a 1910. Era hijo de Manuel González Ulloa, pintor, y de Ramona Abraido Mosquera. Estudió Violín y Canto en el Conservatorio Superior de Música de Madrid en 1929 y en octubre de ese año fue elegido responsable de la sección cultural de la asociación Lar Gallego de la capital de España.

Al concluir sus estudios fue pensionado por la Diputación de Lugo para ampliarlos en Milán (Italia), siguiendo una línea de apoyo a los jóvenes talentos que entonces mantenían las diputaciones gallegas.

Tito González

Entre 1931 y 1933, Abraído ofreció varias galas, que alternaba con sus estudios en Italia, en el Teatro de Ribadeo (el 3 de septiembre de 1933), en el Círculo de las Artes de Lugo (en febrero de 1932) y en otras localidades de la provincia. En los años siguientes, ya convertido en un reconocido profesional, alternó su nombre de pila con el artístico de Tito González y actuó en ciudades como Niza, Génova, Milán, París, Madrid o Barcelona como atestiguan las hemerotecas.

El diario La Vanguardia, de Barcelona, informaba, por ejemplo, el 4 de mayo de 1946 del Homenaje al Real Club de Polo de la ciudad, con motivo de sus bodas de oro, que organizaba la revista ¡Hola! en el Hotel Ritz. El periódico daba cuenta de la asistencia de las primeras autoridades, de los clubes catalanes y de celebridades de la época encabezados por los jugadores de polo argentinos Alberdi y Blanqulea. La fiesta fue amenizada por la bailarina Marlene Yanwey y por el tenor ribadense Tito González en lo que fue una de sus últimas actuaciones pues murió joven y prematuramente.

El concierto de San Miguel de Reinante en 1932 vino motivado por tres circunstancias: la madre del tenor era natural de esa localidad, los indianos tenían negocios en ella (entre otros, salones de baile) y la pianista que lo acompañó, Blanca Maseda, era hija de Inocente Maseda, un emigrante local que había hecho fortuna en Cuba.

martinfvizoso@gmail.com

De Niza, Génova, Milán, París, Madrid o Barcelona a San Miguel de Reinante, donde ofreció uno de sus últimos conciertos acompañado de la pianista Blanca Maseda, hija de un emigrante local que hizo fortuna en Cuba

Un concierto que revela cómo los emigrantes elevaron el nivel cultural de la juventud entonces

Los emigrantes se preocuparon de formar a sus hijos con estudios universitarios, generales o especializados; y de promocionar a sus localidades con sociedades de recreo, ateneos o salones que cumplían una función social y acogían bailes, conciertos o teatro. En San Miguel la presencia de retornados era alta en la primera mitad del siglo pasado. Y eso propiciaba actividades poco frecuentes en A Mariña. La función del Salón Tirabeque respondía a eso. Un tenor de incipiente prestigio, una pianista en ciernes y una comunidad con hábitos semiurbanos.

Blanca Maseda era una mujer culta y formada. Estudió Música con Baldomero Latorre, primo de Juan Montes a quién sustituyó en la dirección de la Banda Municipal de Lugo. Dirigió también la de Ribadeo _fundada por su hermano Juan_ y la de Monforte. Fue barítono en el Orfeón Gallego de Montes y tocaba el armonio y el piano.

El recital tuvo tres partes. La primera, con Un adiós a Mariquiña, de Chané, o la Princesita, de Padilla. En la segunda, Blanca Maseda interpretó La primavera, de Godefroid; Alborada gallega, de Veiga y la Marcha turca, de Mozart. Y en la tercera, ofrecieron Granadinas, de Calleja; Playera, de Granados; y Morena, de Cabrera.

La joven pianista se casó en Cangas (Foz) con el maestro Teodoro Fernández Pérez y abandonó lo que pudo ser una brillante carrera musical. Aquel concierto de San Miguel, ya mítico, es un perfecto indicador de cómo los emigrantes contribuyeron a elevar el nivel cultural global de la juventud de A Mariña antes de la Guerra (in) Civil.

Cortés, el ribadense que estrenó «La del manojo de rosas»

Además de Abraído, Ribadeo contó con otro tenor de fama y prestigio nacional. Se llamaba Manuel Cortés y tuvo el honor de formar parte de la prestigiosa compañía Sagi Vela que estrenó el 13 de noviembre de 1934 la zarzuela La del manojo de rosas, de Pablo Sorozábal, en el Teatro Fuencarral de Madrid. Aquella función contó con los cantantes más importantes de España en el género operístico, como lo eran María Vallojera, soprano, o Luis Sagi Vela, barítono, propietario de la compañía e hijo del más famoso barítono español en las tres primeras décadas del siglo XX, Emilio Sagi Barba. Ese fue uno de los hitos de su carrera musical. Pero hubo muchos otros.

Nació en 1914 y a los 18 años, tras estudiar Canto en el Real Conservatorio de Madrid, debutó en el Teatro Ideal representando La rosa del azafrán, del maestro Guerrero. A partir de ahí, su vida fue un carrusel de conciertos y éxitos hasta después de la Guerra, cuando regresa a Ribadeo en vista del páramo cultural _cierre de teatros, desaparición de compañías, precariedad, desprecio por la cultura_ en que quedó el país. Cortés formó parte de las principales compañías líricas de España pero, sobre todo, de la de Sagi Vela. Entre 1932 y 1939 cantó en los teatros Nuevo, Avenida y Paralelo, de Barcelona; Pérez Galdós, de Tenerife; Jovellanos, de Oviedo; Rialto, Fuencarral o Calderón, de Madrid; Guimerá, de Las Palmas; y otros de Valladolid, Valencia o A Coruña. Y entre las zarzuelas y óperas que interpretó, destacan Katiuska, La leyenda del beso, El canto del arriero o El ama.

Entre 1936 y 1939, realizó giras por América y en Estados Unidos actuó en Radio World y en la cadena de televisión NBC. Cuando concluyó la guerra y llegó la victoria _que no la paz_ franquista, regresó a una España desvastada, arrasada. Aún pudo estrenar Montecarmelo, de Moreno Torroba, en el Teatro Calderón y Maravilla y La caramba, en 1942.

Pero eran malos tiempos para la lírica y regresó a Ribadeo donde se casó y falleció en los años 90 del pasado siglo.