«No sentirse vulnerable es un riesgo»

R. Domínguez A CORUÑA / LA VOZ

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El experto apela a la formación en prevención y a la responsabilidad del paciente para cuidar el corazón

25 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El biólogo y cardiólogo José María Castellano Vázquez (A Coruña, 1975) trabaja en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares y en el hospital HM Montepríncipe de Madrid, es profesor del CEU San Pablo y del Icahn School of Medicine del Mont Sinaí. En el hospital neoyorquino realizó el posdoctorado bajo la dirección de Valentín Fuster, hoy director del CNIC y con quien ahora trabaja en un ambicioso proyecto de prevención. El lunes ofreció en el Chuac una charla en la que expuso los retos y estrategias de salud pública para proteger el corazón.

-¿Por qué es un reto?

-Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de mortalidad en el mundo. Cada año mueren 17 millones de personas y para el 2020 se calcula que serán 24. Aquí en A Coruña, o en Madrid, tenemos la suerte de tener un sistema sanitario universal y accesibilidad hasta al último tratamiento que acaba de salir del laboratorio, pero el 80 % de los pacientes viven en zonas donde no tienen fácil ni una aspirina. Esto empujó al doctor Fuster, hace ya quince años, a proponer el desarrollo de una polipíldora que reuniese los efectos de los fármacos que necesitan los cardiópatas en una sola pastilla. Mejora la adherencia entre un 30 y un 60 %, y eso hace que el enfermo tenga mejor controlada, además, la hipertensión, el colesterol...

-¿Por qué, tras un infarto, se acaba dejando el tratamiento?

-Es fácil entenderlo. Un infarto es de las pocas cosas en medicina que pueden llegar a suceder sin que antes hayas notado nada, sin estar ya tomando medicamentos... Antes el paciente no sabía ni que tenía el colesterol alto y resulta que tiene un infarto, llega rápidamente a un hospital como el Chuac, lo meten en hemodinámica y en cinco días se va a casa con siete pastillas, y cinco de ellas para toda la vida. Al cabo de seis meses se siente bien y se dice «no me va a volver a pasar, tengo un pastillero de locura, esto es cosa de abuelitos...» No sentirse vulnerable es un riesgo. Cuando se olvida lo que fue el infarto, se tiende a abandonar el tratamiento. Por mucho que insistamos, por activa y por pasiva, la mitad lo dejan.

-Con más y mayores riesgos.

-Tiene el riesgo que le dé otro infarto, o un evento en otro territorio, como un accidente cerebrovascular. Quien sufre un infarto será un paciente de riesgo siempre, aunque haya sido a los 45. Los médicos tenemos que insistir con claridad, y los pacientes no olvidar.

-¿Solo los fármacos?

-No, no. Se trata de adherencia al tratamiento y a los estilos de vida saludables. Muchos siguen siendo sedentarios, fumadores... Aquí se hace una medicina absolutamente espectacular, pero hay una parte del cuidado del paciente que debe asumir el propio paciente. Nosotros damos herramientas, pero el enfermo debe asumir su responsabilidad.

-¿Y cómo piensan conseguirlo?

-Es cuestión de educación, de promoción, de muchas cosas. Por ejemplo, la ley antitabaco tuvo una grandísima repercusión. Se pueden fiscalizar los hábitos de salud o se pueden promover.

-¿Qué nos falta?

-Nos falta educar desde la infancia. Fuster lo está haciendo, en Galicia también, a través de un programa de salud integral en tres fases, infancia, adultos y enfermos, en el que, por cierto, el Chuac es el hospital de España que más pacientes ha reclutado y el séptimo de Europa. Ese programa de prevención comienza con los niños. Hay una plataforma dirigida a niños desde los tres años, con unos muñecos tipo Barrio Sésamo para que conozcan los riesgos y los hábitos saludables. Empieza en la escuela, y hay que involucrar a todos, profesores, padres..., todo el entorno.

-¿No se pierde en la adolescencia?

-Sabemos que los adultos adaptamos nuestros estilos de vida en función de lo que vivimos entre los tres y los seis años, pero por supuesto hay que continuar el programa con los adolescentes. Este año, por primera vez, pasa a secundaria. Aquí no nos valen los muñecos de Barrio Sésamo, pero hay otros iconos, como Nadal o Márquez.

-Una inversión a largo plazo.

-Y ese es uno de los problemas centrales de la salud pública. Los políticos tienen unas urgencias sanitarias donde la prioridad casi nunca es una enfermedad crónica que tarda 40 años en dar la cara. Con lo que conocemos de prevención y con tratamientos excepcionales, porque en 90 minutos el infartado tiene la arteria abierta, que siga siendo la primera causa de muerte quiere decir que la respuesta no la tenemos solo los médicos. Es cosa de todos, del Ministerio de Educación para formar, del de Alimentación para que las verduras sean más baratas, del de Fomento para hacer ciudades cardiosaludables... Hay que explorarlo todo e implicar a todos porque la respuesta sanitaria es insuficiente.