Áurea López Fouce: «Compaginé mi trabajo con mis dos hijas, y sin guarderías»

Dolores Cela Castro
Dolores Cela LUGO / LA VOZ

ESPAÑA EMIGRACIÓN

Entró en Seat en 1969, con 20 años, cuando fabricaban el 600, y se jubiló con el Altea, que ahora conduce

09 mar 2017 . Actualizado a las 09:21 h.

Áurea López Fouce, natural de Marei (Corgo), se subió al tren en Lugo en 1962, con 14 años, y cuando llegó a Barcelona con su hermana, dos días después, ya tenía 15. A esa edad empezó a trabajar en una sastrería de aprendiza y al cumplir los 20 años fue una de las primeras mujeres que se incorporó a la línea de montaje de Seat. Ingresó en la sección de tapicerías, desde la que fue ascendiendo hasta convertirse en la primera encargada, la única durante muchos años, en un centro de trabajo dominado por hombres.

Cuando la llamaron de recursos humanos para proponerle que acudiera ayer, Día de la Mujer Trabajadora, a la fábrica, para reencontrarse con sus antiguos compañeros, entre ellos Sara Gil, una joven de 26 años que lleva 8 en el taller de montaje, le comentó a su marido: «¿Es que ya no saben hacer los coches sin mí?».

La lucense entró en la planta de Zona Franca en 1969, cuando se fabricaban los Seat 600, 850 y 1500, y se jubiló 44 años después en la de Martorell, con el modelo Altea, que es el que conduce.

«En Seat ya trabajaba mi cuñado, que es de Monforte y fue él quien me dijo que buscaban chicas para coser a máquina», explica. Se presentó a la prueba y la superó con facilidad: «Era mucho más difícil coser un traje o una camisa que la tapicería de un coche».

Cuando entró, en la fábrica solo había mujeres en las líneas de tapicería o de cableado y en las oficinas. Áurea López, a quien sus compañeros apodaban la Gallega -aunque no era la única, ya que durante muchos años casi la mitad de la plantilla era de origen gallego-, enseñó a coser a muchos varones en una etapa de reestructuración en la que la empresa no realizó nuevos contratos: «Me asignaron el turno de noche para que las máquinas estuvieran libres. La verdad es que pusieron mucho empeño y de allí salieron hombres que cosían muy bien».

Sin discriminación salarial

En 1982, cuando la compañía externalizó el cableado y el tapizado, Áurea López se incorporó, también como encargada, a la cadena de montaje. «Fui la única mujer encargada en muchos años, pero ni ellos me comían a mí ni yo a ellos», explica.

Preguntada por la igualdad, asegura que nunca se sintió discriminada salarialmente. El primer sueldo que cobró fueron 4.600 pesetas. «En Seat -dice- las nóminas son, desde siempre, iguales para hombres y mujeres».

Áurea López concilió la vida familiar sin medios. «Yo siempre tuve que compaginar mi trabajo con el cuidados de mis dos hijas, sin guarderías ni jornada reducida, que no existían. Las únicas bajas en 42 años fueron las maternales». Ella confiesa que nunca había reparado en ello. La empresa sí: «Cuando me jubilé me hicieron una entrevista para la revista de Seat, en la que me definían como la superwoman de Martorell y me preguntaron cómo había hecho para no coger nunca bajas. Yo nunca me había parado en ese dato y les respondí que siempre he tenido muy buena salud».

La lucense recuerda tiempos convulsos en la fábrica, con huelgas y manifestaciones. «Con ellas conseguimos muchas cosas que no teníamos», reconoce.