Empanadas elaboradas en Carballo se exportan ya a Noruega o Suecia

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

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La empresa Costumes, ubicada en el polígono, ya factura 1,2 millones

04 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Empanadas elaboradas en Carballo se venden ya en países como Francia, Noruega, Suecia, Suiza o Bélgica. Hace poco empezaron a comercializarse en Oporto, con Dinamarca hay contactos, y el Reino Unido está en el punto de mira para intentarlo, todo a través de sus distribuidores. Un éxito para una empresa aún pequeña (ocho empleados), joven (fue creada desde cero en el 2015) y dedicada por entero a un producto gastronómico de gran salida y tradición en Galicia, y por lo que se ve, también en otros lugares. El mercado gallego sigue siendo el más relevante, y en el resto de España, Madrid destaca entre la clientela, pero cada vez están por más lugares.

El responsable y fundador de la empresa es Francisco Fraga Becerra, de 51 años, natural de A Laracha, y establecido en Carballo, tanto por la compañía como en su vida personal. Hace casi nueve años decidió dar el salto. Sabía lo que hacía, porque él mismo forma parte de la tercera generación de una familia de panaderos. «Eu xa nacín nunha amasadora», bromea. Una de las primeras decisiones, cuando empezó, fue elegir el nombre. En Foz había visto un producto denominado Costumes do Mar, y pensó que la primera parte era ideal para otro que forma parte, de manera tan arraigada, de la tierra, y ya le quedó.

Empezó poco a poco y ahora ya son nueve trabajadores y una facturación, el año pasado, de 1,2 millones de euros. Pese a ser un mercado complicado, dada la abundancia de oferta, Fraga optó por la calidad y centrarse en los mayoristas. «As miñas empanadas teñen só materias primas naturais, sen conservantes nin aditivos, completamente artesanais, elaboradas a man», explica. Un proceso que mueve unos mil kilos al día de promedio. Se comercializan ultracongeladas, con un tiempo de cocción de 45 minutos en el horno, a 180 grados, «e queda como se fose recente», explica. Estos días, centenares de profesionales han podido comprobarlo en Madrid Fusión, la feria de la gastronomía por excelencia de España, con relevancia internacional. Ahí han estado Paco y su jefe comercial explicando las virtudes y aumentando la red de contactos. Le da mucha importancia a las ferias. «A nosa exportación saíu precisamente das feiras», señala.

Considera fundamental aportar algo bueno y diferente: «Sempre pensei que podía ter boa resposta no mercado nacional. O que damos é diferente ao que podes ter nunha gran superficie. Temos algo que é artesán, premium, que se vende en panaderías ou pastelerías. Non hai ningunha como a miña. Poderá habela mellor, e peor, pero coma estas, non». Los resultados parecen darle la razón e intentar un salto más grande. «Non, non me gusta tolear, prefiro traballar ben e ter un crecemento sostible», de ahí que analice cada paso que da. Justo hace poco ha empezado a ofrecer también empanadillas artesanas.    

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Diferentes preparaciones

De sus instalaciones carballesas, en el polígono de Bértoa, salen de diferentes maneras. Por ejemplo, las de 1,3 kilos se presentan en cajas de cinco unidades. Son redondas, de 31 centímetros, y da de seis a ocho raciones. Las de 1,8 kilos, en cajas de tres, y las planchas de tres kilos y medio, de dos. En estos dos últimos casos ya son rectangulares, unas de 40 x 30 centímetros (de ocho a diez raciones), y otras de 60 x 40 (de 18 a 20 raciones).

La variedad de sabores es amplia: las de atún y bacalao son las que tienen más éxito, pero también hay de carne, bacalao con pasas, pollo y champiñones, zorza, beicon y chorizo, berberechos, mejillones, xoubas, sepias en tinta, zamburiñas, pulpo, manzana (en masa de hojaldre) y vegana, que también tiene un amplio tirón, cada vez mayor. Hay peculiaridades por zonas. «En Vigo temos moito mercado, e alí tira moito o choco en tinta», señala Fraga, quien detalla en que se cuidan manualmente todos los detalles, desde el pelado de las cebollas hasta el cierre final de la empanada. Sofritos y rellenos se realizan con materia prima de la zona, además de aceite de oliva propio. Para diferenciar los distintos sabores del relleno, a cada unidad le colocan unas tiras hechas con la misma masa quebrada.