Del quirófano al pico Margarita, el reto deportivo y solidario de un cirujano coruñés

R. Domínguez A CORUÑA / LA VOZ

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El cirujano coruñés Javier Cerqueiro, en el pico Margarita de Uganda
El cirujano coruñés Javier Cerqueiro, en el pico Margarita de Uganda

Javier Cerqueiro coronó el techo de Uganda y visitó la escuela St. Claire, donde 511 niños «viven en un estado de necesidad brutal»

08 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Lleva el nombre de una reina italiana, Margarita, y coronarlo no está al alcance de todos. El pico Margarita, el tercero más alto de África tras el Kilimanjaro y el Kenia, está en las «montañas hacedoras de lluvia», en la cadena Rwenzori de Uganda. Su nombre ya avisa de que el ascenso no será precisamente fácil. «Fue muy duro», confiesa Javier Cerqueiro, el cirujano de A Coruña que se atrevió a emprender todo un reto personal para poner a prueba la capacidad de alcanzar un propósito y, al tiempo, reafirmar un compromiso solidario.

En esas montañas en las que parece nacer la lluvia, el cielo descarga 350 de los 365 días del año, las temperaturas amenazan con la congelación y la ventisca, el hielo, la nieve y la propia orografía complican la ruta con marchas de hasta 15 horas. A cambio, «el paisaje es una maravilla», define el doctor. Inusual por la increíble belleza de una vegetación agigantada por la niebla. Un paraíso de musgos, relata el visitante, convive con lobelias o brezo de tamaño desproporcionado. Pese a la magnitud de lo nacido en esa tierra, «inspira mucha calma», afirma.

La aventura de Cerqueiro tiene un responsable, aparte de él mismo. Descubrió al travelcoach Héctor Aguilar, «un señor que tiene una oenegé con proyectos solidarios en toda África y a la vez tiene una agencia de viajes», resume el cirujano sobre el impulso a emprender, el 23 de octubre pasado, toda una hazaña de dos semanas de duración. «Fue un viaje deportivo, de reto personal», explica este especialista en cirugía plástica acostumbrado a hacer deporte. Practica, de forma principal, kite surf y bici de montaña, escalada puntualmente y trekking de forma regular.

A 20 grados bajo cero

Acudió solo a África, y allí coincidió con dos médicos vascos y dos noruegos, un informático y un financiero que viven en Barcelona. «Llevábamos un equipo fantástico, vino Héctor y 30 porteadores, y los guías… Allí te aíslas completamente, hay que ir muy preparados, no funcionan los móviles, solo los teléfonos satelitales, duermes en cabañas bastante distantes sin calefacción, como mucho tienen placas solares y hornos de leña en un solo foco de calor en todo el campamento», describe de una situación que nada tiene que ver con el confort acostumbrado. «Teníamos sacos para dormir a 20 grados bajo cero, la ducha era una palangana calentada al fuego; los baños, letrinas turcas», agrega.

Cerqueiro, con algunos de los 511 niños de la escuela St. Claire de Uganda
Cerqueiro, con algunos de los 511 niños de la escuela St. Claire de Uganda

Pese a todo eso, lo logró. Además de la satisfacción del objetivo alcanzado, cuenta Cerqueiro que «se produjo otro hecho mágico». Así define la «posibilidad de poder colaborar a mejorar la vida de los niños de la escuela St. Claire de Kkingo, en Nikoni». Los pequeños lo engancharon desde el primer minuto. «Nos recibieron con una especie de bailes, entre ellos el del Mundial de España en Sudáfrica», relata. Por la alegría que transmitían, nadie diría que la gran mayoría de esos 511 chiquillos «andan descalzos, duermen en barracones con goteras y colchones en el suelo... Prácticamente solo comen harina con agua, viven en un estado de necesidad brutal. Fue un baño de realidad impresionante», confiesa Cerqueiro.

«Prácticamente solo comen harina con agua. Fue un baño de realidad impresionante»

Pese a la dureza de la experiencia, afirma que «pienso repetir», ya que lo vivido «fue algo inspirador». La lucha por la cima, para él, era «un reto de vida, representa el compromiso con un proyecto, con un propósito personal, y con la implicación solidaria... Creo que no solo yo, todo el mundo se lo toma así. Para mí, llegar en cierta forma fue como cristalizar un sueño».