Genaro Rodríguez: «Vi a Sofía Loren en un 5 estrellas y a Orantes jugando al tenis en Gstaad»

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CARBALLO / LA VOZ

SUIZA

MARCOS MÍGUEZ

Personas con historia | A los 12 años dejó la escuela de Fornelos y llegó a ser responsable de obras de una de las principales empresas de construcción en Suiza, pero también formó parte del Los Hipocampos, el primer grupo musical gallego en Suiza, a comienzos de los 70

25 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Genaro Rodríguez Blanco (Fornelos-Zas, 1955) trabajó en una de las mayores empresas de construcción de Suiza, donde llegó a ser casi imprescindible. De hecho, ya llevaba ocho años jubilado cuando lo llamaron para encargarse de la dirección de un proyecto en el otoño del 2022. Sin embargo, su historia va mucho más allá de la forma en que fue avanzando en su profesión hasta alcanzar niveles de responsabilidad muy altos.

Genaro llegó en 1971 al cantón de Berna y trabajo una temporada como albañil alojado en un barracón con otras 12 personas. Un día fue al baile de un centro español y se apuntó a cantar en el descanso de la orquesta. Su voz impresionó. «Vino un señor asturiano y me dijo que se estaba formando un grupo. Lo llamó Los Hipocampos». El conjunto, formado por dos pontevedreses, dos ourensanos y el chico de Fornelos duró hasta mediados de 1974 porque el batería y el bajo tenían que hacer la mili. Era de un poco de aficionados, «el saxofonista era el que sabía un poco de música», pero fue el primero de gallegos en Suiza y el arranque de Genaro en la música.

En 1976 formó Los Astros, al que siguieron la Montecarlo y Europa 2020, que duró diez años, desde 1998 y el 2008. Con este conjunto llegaron a realizar 27 actuaciones en un año, en Suiza, Francia y Alemania. Por entonces cobraban 6.000 francos por la fiesta de Fin de Año y no más La pasión por la música le venía de muy atrás, tenía 8 años cuando los responsables de la orquesta Venus de Ponteceso lo quisieron llevar de gira, pero su padre se negó.

En sus primeros años en Suiza, Genaro consideró que estaría mejor en un trabajo distinto al que le había llevado de Fornelos a Berna y se decantó por la hostelería. En la segunda mitad de los años setenta estuvo en establecimientos muy lujosos, al mando de un aspirador o lavando vasos, pero le dio suficiente para cruzarse con celebridades del momento. «Vi a Sofía Loren en un 5 estrellas y a Orantes jugando al tenis en Gstaad», recuerda. En la lujosísima estación de esquí trabajó en una cafetería y en el hotel de Berna en el que se cruzó con la bella actriz italiana también se encontró a Felipe de Edimburgo, esposo de la reina Isabel II, y a Peter Ustinov, un actor británico que por entonces era muy famoso.

Este paréntesis duró bastante poco y enseguida volvió al sector de la construcción, en el que ya se había formado antes de salir de Galicia. Dejó la escuela con doce años y aunque lo que le apetecía era ser mecánico no tenía dinero para pagar el seguro necesario por lo que quedó al cargo de dos maestros albañiles con los que ganaba 20 pesetas al día, de sol a sol. Ya estaba con «Moncho de Beres y Juan Demetrio de Neaño» cuando acabaron trabajando en casa de un trompetista de la orquesta Venus que viendo las habilidades del muchacho de Fornelos le recomendó que se fuera a Suiza.

Cortador de jamón

Ya era responsable de importantes obras en Berna cuando se encontró en su restaurante habitual con un amigo, que tenía un establecimiento de comida española. A pesar de lo sorprendente de la propuesta, Genaro, que hasta elaboraba paellas en la fiestas en su empresa, dijo que sí. «Le habían encargado para una fiesta en la Embajada de España tres jamones de Sánchez Carbajal y un cortador, que era lo que no tenía. Me pidió que le hiciera el favor porque dijo que era muy hábil. Me facilitó los cuchillos y una chaquetilla que no me cabía. Fue tan bien que me llamaron para el año siguiente», explica. Una cosa llevó al otra y acabó haciendo degustaciones viernes y sábados en el Globus de Berna, un gran almacén tipo El Corte Inglés. «Un día me llamaron de Sánchez Carbajal para que les hiciera ese trabajo. Les dije que se habían confundido y me explicaron que llamaron a la Embajada preguntando quien podía hacer ese trabajo y me recomendaron», dice.

Uno de los hijos de un regueifeiro de Borneiro que casó en Fornelos

Desde 1989 Genaro Rodríguez iba a esquiar en la primera quincena de marzo con los directivos de la empresa en la que trabajaba. Siguió haciéndolo incluso jubilado, salvo en la pandemia y este último año por problemas de salud en la familia. En el 2022 lo llamaron de nuevo para varias semanas de trabajo dirigiendo una obra «justo al lado de consulado español». Ahora vive en A Coruña, a pesar de los más de 40 años pasados en Suiza y de que sus hijos viven allí, tiene claro que ese es un «país para trabajar». La calidad del tiempo de ocio que puede disfrutar un jubilado no es ni parecido al del España, reconoce.

Fue desde A Coruña de donde salió para Suiza. Como no tenía los 18 años cumplidos tuvo que contar con una autorización de su padre para conseguir el pasaporte. Fue en la calle San Andrés y recuerda que se lo dejaron sin firmar, pero no se atrevía a volver. «Lloraba de pánico y volví al gestor. Me acompañó, pero se quedó atrás. Cuando el funcionario me riñó no tuvo más que hacerle una indicación y todo se arregló», explica.

Entonces era casi un niño que había dejado la escuela de Fornelos con doce años. Era el hijo mayor del segundo matrimonio de Manuel Rodríguez (1915-1996), un conocido regueifeiro de Borneiro que se había quedado viudo con cuatro hijos y que se casó con una mujer que ya tenía otros dos, a los que se unieron otros tres la pareja.

Aunque Genaro no lo tenga nada claro, es posible que haya heredado su habilidad musical, que mantuvo hasta el 2010 ya en solitario, de los genes paternos, ya que Manuel Rodríguez era reconocido no solo por su capacidad de improvisación, sino también por su buena voz.