«Mis padres parten las servilletas en cuatro trozos para aprovecharlas»

VENEZUELA

Mucha gente no puede comer ni siquiera dos veces al día en Venezuela: La Voz comprueba cómo llenar la cesta de la compra es misión imposible

10 may 2018 . Actualizado a las 13:11 h.

Ir al supermercado con una lista de la compra escrita a mano en cualquier trozo de papel o improvisar paseando por los pasillos y llenando el carrito. Puede que te guste ir a la compra o puede que lo hagas únicamente por obligación. Sea como sea aquí va un mensaje directo: «Disfruten de esa acción tan cotidiana que puede parecer una tontería porque yo daría lo que fuera por poder hacerlo. Aquí en Venezuela no elegimos, lo que hay es lo que tenemos que comer y comprar», la que habla es Julia Amelia Madriz, tiene 38 años y un hijo de tres. Nació en Caracas pero vive en Coro (Estado de Falcón, al occidente del país) y ya no se acuerda de la última vez que comió una manzana, su fruta favorita. «No te imaginas qué difícil es conseguir cada alimento: porque no hay, porque es muy caro y porque no hay una estabilidad de precios. Muchas personas no pueden comer ni dos veces al día».

El salario mínimo en Venezuela (después del tercer incremento en el mismo año anunciado por Nicolás Maduro hace unos días) es de 2.550.000 bolívares. 31 euros al cambio oficial que se pueden convertir en solo 4 euros al cambio no controlado.

«Hoy mismo he visto un cartón de 30 huevos por 1.800.000 bolívares. Casi el salario entero», nos cuenta Julia. «Para comprar los productos regulados en los supermercados (productos de la cesta básica con un precio fijado por el Gobierno) las colas son de días, noches y madrugadas. Mientras una harina pan te cuesta 600.000 bolívares, ellos te la venden en 80.000. Imagínate las colas que se hacen . Es por números de cédula de identidad, hay días establecidos para cada número. Entras y hay pasillos clausurados, dos pasillos repletos de jabón, por ejemplo, y el resto vacío». La gente llega a las dos de la madrugada para poder hacer la compra a las diez de la mañana si hay suerte. Dice Julia que si llegas a las siete de la mañana lo más probable es que se haga de noche y sigas allí.

¿Cómo haces entonces?, le pregunto. «En las grandes ciudades hay muchas personas que traen los productos de fuera. Es lo que sería el mercado negro que aquí se llama bachaqueo. Muchísimas personas están de bachaqueras. Arroz por kilos, harina, productos de higiene... no se sabe de dónde los sacan pero tú se los compras a ellos y les pagas en dólares». Se alegra de que su hijo ya no use pañales porque la última vez se los tuvo que traer su cuñada de Estados Unidos. «Hablamos de comida pero con las medicinas es aún peor. Hay que vivir rezando para que tus hijos no se enfermen».

María es amiga de Julia Amelia pero ella llegó a Galicia hace siete años dejando en Venezuela a su familia. Bimensualmente les enviaba comida y medicinas hasta que hace unas semanas trajo a sus padres y a su tía, de 79,80 y 84 años, a pasar una temporada con ella en A Coruña. En un mes tienen que regresar. «Mis padres parten las servilletas en cuatro trozos y se la guardan como un tesoro para aprovecharlas». María nos cuenta que cuando van al supermercado y ven las estanterías llenas quieren comprarlo todo por si se acaba y después no pueden conseguirlo. «Cuando yo les mando allí latas de atún, se lo comen y después guardan el aceite y aprovechan hasta la última gota. La primera vez que comieron brócoli al llegar se emocionaron hasta casi las lágrimas». Habla de una situación desgarradora y triste: «Mis padres trabajaron toda su vida, teníamos una buena posición como clase media, ambos profesionales y ahora están prácticamente arruinados». Su tía le dijo hace unos días: «Aquí me he dado cuenta del hambre que paso en Venezuela».

Experimento: hacemos la compra online en un supermercado venezolano

A casi 7.000 kilómetros de distancia es difícil imaginarse cómo es posible no encontrar papel higiénico o cómo un pollo fresco cuesta el salario mínimo que cobra una persona. Para tratar de entenderlo mejor vamos a intentar hacer una compra online en un supermercado venezolano (sin colas ni mercado negro). Esto es lo que nos hemos encontrado.

Julia nos recomienda varias cadenas (solo presentes en las grandes ciudades). Comenzamos en Super Jumbo Express y lo primero que metemos en la cesta de la compra son 500 gramos de jamón cocido que nos cuestan 1.490.000 bolívares (18 euros). Con el queso ya tenemos más problemas porque casi todos aparecen agotados. Finalmente nos hacemos con medio kilo en lonchas al mismo precio que el jamón cocido. 1 kg. de pasta por 1.375.000 (16,75 euros), siempre sin perder de vista que el salario mínimo es de dos millones y medio. Vamos a por huevos y conseguimos una docena (solo podríamos comprar dos de límite) por casi un millón. Es decir, 12 huevos por 12 euros. Y tenemos suerte porque no hay leche ni en este supermercado ni en otros dos que consultamos. Tampoco es posible comprar arroz ni harina. Seguimos llenando la cesta con 250 gramos de café por el equivalente, en cambio oficial, a 22 euros y una botella de aceite (solo hay una opción para elegir) por 24 euros. En la sección de verdura nos adaptamos a lo que encontramos: tomates, pimientos verdes, patatas y zanahorias. 1 kg de cada por un montante total de 2.815.000 bolívares (34 euros), superando el salario mínimo solo con estos cuatro productos. En este supermercado todos los yogures aparecen agotados así que intentamos conseguirlos en otro (Excelsior Gama): un yogur (y cuando decimos uno es uno) por 240.000 bolívares. Compramos una piña por 5,73 euros y un paquete con diez galletas de chocolate por 499.000 bolívares (6 euros x 10 galletas). No hay ninguna opción para comprar pescado en ninguno de los tres supermercados que recorremos virtualmente y solo en uno conseguimos medio kilo de filetes de cerdo por 1.587.000 Bs. (el equivalente a 19,34 euros). Julia nos ha contado que encontrar cualquier tipo de salsa es misión imposible pero logramos hacernos con un bote de mayonesa por 1.350.000 bolívares (16,45 euros). No encontramos ni servilletas ni papel higiénico en ninguno de los súper y lo único parecido que podemos meter en nuestra cesta de la compra es un rollo de papel que cuesta ocho euros. Lo de los pañales es otro cantar: un paquete de 30 unidades por 5.750.000 Bs.(70 euros). También es misión casi imposible conseguir cualquier producto de aseo personal. Un tubo de pasta de dientes (solo hay dos opciones para elegir) por 890.000 bolívares (10,84 euros) y un gel de baño por 983.000 (12 euros). Desde Venezuela Julia nos habló de otros productos a precio de oro: un champú Pantene que vemos por 4.520.000 (55 euros) y un bote de Nutella de 350 gramos por, atención, 11.462.000 (139 euros). Por supuesto no metemos en la cesta estos dos elementos pero solo con los anteriores nos hemos gastado 22.845.000 bolívares y solo nos llevaríamos a casa 19 productos: 278 euros. Recuerden: el salario mínimo es de 2.550.000 bolívares.