Tres exalumnos de la UDC triunfan en la cima de la ingeniería británica

Montse Carneiro A CORUÑA / LA VOZ

REINO UNIDO

La pasarela firmada por Rubén Rodríguez, Raúl Espasandín y Lucas Canzobre se hizo con el premio Future of Design organizado en Londres por la Asociación Internacional de Ingeniería de Puentes y Estructuras

12 oct 2020 . Actualizado a las 13:30 h.

La sobriedad coruñesa triunfó en el viejo Londres, avivada por la audacia del que esquiva los caminos trillados. Ambas cualidades laten en el trabajo con que los ingenieros Rubén Rodríguez, Lucas Canzobre y Raúl Espasandín, formados en la escuela de Elviña, ganaron el reputado concurso Future of Design, organizado en Londres por la Asociación Internacional de Ingeniería de Puentes y Estructuras. En una ciudad imaginaria sospechosamente parecida a la capital británica debían crear una pasarela peatonal que conectase un centro comercial y un aparcamiento a la vez sirviera de acceso al metro y la carretera que discurrían por debajo. Competían con profesionales de algunas de las empresas más importantes del mundo y asomaban la nariz a un mercado cardinal, Reino Unido, al que cada año emigran decenas de recién titulados de todo el planeta.

Raúl Espasandín lo hizo. Está trabajando en Inglaterra. Rubén Rodríguez y Lucas Canzobre acaban de fundar en A Coruña la compañía Neiko. «Dimos el paso justo el año que todo saltó por los aires. Siempre parece que nunca es el momento, pero hay que darlo y caminar despacio», recapitula Rubén Rodríguez. La certeza de que existía otra manera de trabajar removió sus planes en la firma que los empleaba. «Ya en los últimos años de carrera empecé a fijarme en empresas de Reino Unido e Irlanda, en qué tipo de proyectos tenían, qué organización, qué horarios, si podían conciliar o si fomentaban el teletrabajo. ¿Por qué a algunas empresas les va tan bien y a otras no? ¿No estaremos en España anclados en el pasado? Las que trabajan mejor y son más innovadoras tratan mejor a la gente y dan más libertad. En la cultura británica tienes unas tareas a la semana; si el jueves acabaste, quedas pendiente del teléfono y listo, si necesitas una tarde libre la coges. Eso lo agradeces, la gente está más satisfecha. Cuanto mejor va la empresa, más contenta está la plantilla. Pagar a una persona que tiene una formación muy buena para que haga lo que le manda su superior, que normalmente sabe menos que él, realmente es tirar el dinero», razona el ingeniero.

«Pagar a una persona que tiene una formación muy buena para que haga lo que le manda su superior realmente es tirar el dinero»

Así echó a andar Neiko dos meses antes de la pandemia. A salvo de ERTE y con un pequeño colchón financiero, el 2020 fue una montaña rusa de encierros, contactos incipientes, covid en primera persona y, llegado agosto, otra vez parón y una noticia prometedora. «Se enteró Raúl. El concurso era para ingenieros menores de 35 años. Sabíamos que se iba a presentar gente de empresas top y no aspirábamos a nada, pero aquí estaba todo parado y si nos salía bien y quedábamos finalistas podía ser una publicidad muy buena en un mercado tan importante como Reino Unido», explica Rubén Rodríguez.

El concurso internacional exigía a los participantes el diseño de una pasarela elevada para conectar un centro comercial con un aparcamiento y, a la vez, permitir el acceso a una estación de metro y una carretera que discurrían por debajo de la estructura.
El concurso internacional exigía a los participantes el diseño de una pasarela elevada para conectar un centro comercial con un aparcamiento y, a la vez, permitir el acceso a una estación de metro y una carretera que discurrían por debajo de la estructura.

Las condiciones eran muchas y de por sí exigentes. «Yo pensaba que eso nos beneficiaba, porque se presentarían menos propuestas», pero sobre todo que Espasandín dominara la normativa británica les resultó fundamental. Ganaron tiempo y se lanzaron. «Probamos muchas cosas, dimos muchas vueltas, buscamos los pros y los contras, fuimos puliendo y limando, hasta que llegamos a una solución a la que no le podíamos encontrar pegas», cuenta el ingeniero ourensano, y aun con el sesgo del ganador, ratifica: «Aunque hubiésemos tenido tres o cuatro meses, sería prácticamente idéntico. Estábamos contentos con lo que presentábamos».

Un lunes de septiembre recibieron por correo la noticia de que habían sido seleccionados para la final y que el fallo se conocería en directo en una ceremonia on line. «No sabíamos cómo serían los otros y tampoco queríamos quedar mal o pensar qué pintábamos allí. El día de la gala estábamos cada uno en su casa y cuando presentaron la primera propuesta nos enviamos guasaps y nos tranquilizamos. Era de nuestro estilo. Al menos no éramos mucho peores que el resto».

Su pasarela, ligera y sostenible, sorprendió al jurado. «No quisimos condicionar el diseño al covid. Los puentes en el Reino Unido se hacen para durar 120 años», advierte el portavoz. Con que el virus condicione la celebración del premio es suficiente. Aún no han podido. «La idea es irnos a cenar a un sitio chulo, ¡y que no se nos junte con Navidad!».

«Tenemos miedo a competir con otros países, a pesar de que nuestro nivel es más alto»

«En España tenemos miedo a competir con otros países. Tenemos ese estigma, a pesar de que los compañeros que están en Irlanda y el Reino Unido dicen que aquí el nivel es más alto. De hecho, a todos los que se marchan les va bien. Las condiciones son mejores. Si no te importa vivir fuera, tienes trabajo y buenos contratos», explica el ingeniero de Caminos Rubén Rodríguez, socio de la recién creada Neiko y coautor del proyecto premiado en Londres.

La pasarela con la que descollaron entre jóvenes ingenieros de todo el mundo podría contener un manifiesto. «Buscamos una solución que primero resolviese los problemas y después atendiese a la estética. No al revés. No queríamos una solución exótica pero que no fuese viable porque cuesta diez veces más. Preferimos algo razonable, que permita ahorrar material y sea más sostenible, a algo extravagante, caro y con un desperdicio y una huella de carbono elevada. Si una cosa está bien hecha y cumple su función, va a ser bonita», proclama el ingeniero. La búsqueda trajo por resultado una estructura compacta en la zona central, donde se encuentran las escaleras y los ascensores (a falta de rampa, dos elevadores, por si uno se avería), y esbelta y liviana en el tablero, «finito y suave, como si flotara», explica Rodríguez.

El cheque viene de la visibilidad. «Que la gente se interese por tu trabajo. Hemos recibido muchas felicitaciones y llamadas de posibles clientes, aunque no para ya; la gente no quiere mover el dinero ahora. Y en la Administración de momento solo podemos optar a obras menores de 15.000 euros. A ver si encajamos, si somos competitivos».