«Si nos echan de Reino Unido, Oxford Street cierra»

Santiago Garrido Rial
s. g. rial LA VOZ EN LONDRES

REINO UNIDO

SANTI GARRIDO

El «brexit» no preocupa a la mayoría de emigrantes gallegos en Londres, sobre todo a los más jóvenes; el comercio depende en buena parte de emigrantes como ellos

18 abr 2018 . Actualizado a las 19:09 h.

 «El brexit no nos preocupa. Si nos echan, Oxford Street cierra», cuenta la coruñesa Iris Rodríguez Lavandeira, 25 años, dos en Londres. A su lado, Olalla Díaz Parada, de 24 años, natural de Monforte (lleva 26 meses en la ciudad), y Martín Castro Soto (25, lleva desde enero en una segunda etapa de emigración), de la misma localidad lucense, asienten. Los tres, como tantos miles de inmigrantes de los que se nutren las compañías (por eso la alusión a que ponerles coto vaciaría los mostradores), trabajan en una gran empresa del textil en Londres, en zonas diferentes, aunque con experiencias muy similares y una amistad compartida que siempre ayuda mucho cuando estás lejos de casa. «La amistad es tu familia cuando estás lejos de casa», señala Iris. «Créase un vínculo moi forte», añade Olalla. «Lo cuentas y no te creen, pero los lazos aquí son más fuertes». «Sen amizades, amárgaste, e regresas seguro», aporta Martín.

Los tres, reunidos en un bullicioso bar del más bullicioso aún barrio de Camden Town, relatan sus muchas experiencias en la capital británica, en la que efectivamente el brexit es una presencia constante, pero parece preocupar o debatirse más fuera de las fronteras británicas. «Es que no nos preocupa, ni los ingleses saben qué va a pasar», detalla Iris, periodista de formación, con máster. Olalla opina que «hai unha sensación xeral de moita desinformación, tanto para os ingleses como para os estranxeiros, cando ves que a información máis comentada arredor do brexit é sobre se a cor dos novos pasaportes é azul, ou que se van facer en Francia, en vez de debater sobre as consecuencias que se van derivar da ruptura. Iso, cando menos, é preocupante», señala Olalla, también periodista. Martín, que realizó un ciclo en Administración, indica que ahora se están pidiendo muchos requisitos a la hora de, por ejemplo, abrir una cuenta corriente. «Antes era máis doado», asegura quien ya conoció la emigración en una primera llegada en la que se pasaba el día fregando platos.

Coinciden en que lo que hay es «desprotección» por parte de los organismos españoles. «No consulado tardan moitísimo en dar cita, e nin collen o teléfono», explica Martín. «Eu síntome máis protexida pola miña empresa que polo meu país», subraya Olalla.

El trabajo en un comercio textil, de cara al público, es una buena vía para establecerse en la ciudad. «É un sector bastante estable para comezar a traballar, e hai moita demanda, case todas as tendas das grandes marcas teñen carteis de que buscan persoal, porque a rotación é moi alta», afirma Olalla, una percepción coincidente con la de otros muchos trabajadores gallegos en sectores de lo más diverso, especialmente en la hostelería, pero no solo ahí.

La ciudad es grande, hay muchas opciones de trabajo, pero hace falta actitud. «É unha cidade que, ou a comes ti a ela, ou te come ela a ti. Pódeste sentir soa cunha facilidade inmensa», cuenta Olalla. «Tienes que tener un carácter fuerte, si no, no aguantas», añade Iris, quien, como sus compañeros, llegó gracias a alguien de apoyo en Londres para los primeros momentos, ya sean familiares o amigos. «En España escuchas que hay trabajo seguro, pero debes ser consciente de a qué ciudad vas», comenta.

Olalla dio el paso porque «tiña as portas pechadas, e carecía de cartos para facer un máster, víame atascada persoal e profesionalmente e non quería quedar para ser unha carga». Martín estuvo el primer mes en un motel, hasta que se pasó a una habitación en un piso compartido, como tantos miles. «Atopei antes traballo que cuarto», también como tantos. Es tan complejo que hasta hay que pasar una especie de casting de los dueños de los pisos para que te acepten o no. «E ter rapidez», porque en una hora puede volar. «Hai quen se aproveita da desesperación da xente», comenta Olalla.

En general están contentos, pese a todas las dificultades. Los tres coinciden en que sus derechos como trabajadores «son máis respectados» que en España. Las horas extras se cobran, y los horarios se respetan. «Aquí aprendes a ser espelido, a sacar as castañas do lume por ti mesmo», comenta Martín.