Alberto Andrade: «Me encontré a mí mismo en una casa en el medio del bosque en Lituania»

Alejandro García Chouciño
A. g. chouciño A CORUÑA

EUROPA

Alberto Andrade en Cabo Reinga, en Nueva Zelanda
Alberto Andrade en Cabo Reinga, en Nueva Zelanda

Este coruñés se mudó posteriormente a los Países Bajos tras conocer a su actual pareja. «No queríamos que nuestra relación se terminara», confiesa

24 nov 2020 . Actualizado a las 16:04 h.

Alberto Andrade Juarros (1989) vivió su juventud en la zona de la avenida Gran Canaria. Tras estudiar una diplomatura en Biología y un máster en Biodiversidad y Conservación del Medio Natural, no le quedó más remedio que emigrar al exterior en busca de un futuro mejor. De eso hace ya más de seis años, según relata. 

-¿Cómo surge el plan de irte a Lituania

-Al acabar mis estudios, la situación laboral en España era complicada. Mi familia llevaba ya un par de años sin trabajo y no podían encontrar nada que nos diera seguridad financiera. En esa época estaba buscando trabajo de cualquier cosa. Ya sabía que de lo mío era misión imposible y que las opciones de investigación en mi área de estudio eran nulas, o sin beca, cosa imposible de afrontar con mi situación familiar. Por eso intenté conseguir cualquier trabajo. Ni siquiera me respondían la mayoría de veces.

Por suerte tenía contacto con varias organizaciones de voluntariado ambiental con las que colaboraba. Fue así como un día en una de estas «salidas de campo» una chica me comentó que alguien se había echado atrás en el último momento para ir de voluntariado a un parque natural de Lituania. ¿Lituania? Solo me suena de Eurovisión y poco más. ¿Hablan inglés allí? ¡Yo no hablo inglés! Pero me daba igual, estaba demasiado frustrado. Y así es como en menos de un mes me encontré a mí mismo en una casa en el medio del bosque en Lituania.

-¿Qué tipo de empleos tuviste en ese período?

-El voluntariado te pagaba lo justo para comida y algún gasto personal, que era básicamente transporte. Esto se debía porque había muchos otros voluntarios, de muchos países distintos, con los que intentábamos tener contacto cada dos semanas. Fue maravilloso conectar tan profundamente con gente que en un principio parece tan diferente pero en el fondo es tan similar. Mi trabajo fue en su mayor parte en el campo: Ayudar en estudios migratorios, cuidar las instalaciones y los animales de unos establos que había, mapear casetas de cazadores, limpiar, ayudar a organizar voluntariados… Lo que hiciera falta.

-¿Por qué terminas en los Países Bajos?

-Mi idea con Lituania era experimentar un estilo de vida más cercano a la naturaleza. Pero la experiencia tomó un camino diferente. Allí conocí a mi actual pareja. Estuvimos juntos casi desde el principio de los ocho meses de voluntariado, aunque ella trabajaba en la otra punta de Lituania. Hacíamos lo imposible para vernos. Cuando esta aventura se acabó, no queríamos que nuestra relación se terminara. Por eso, viendo que la situación en Galicia seguía igual, decidimos intentar formar una vida en los Países Bajos.

-¿Cómo fue el comienzo?

-Al principio mis suegros nos acogieron. Encontramos trabajos básicos y tiramos para adelante. Las condiciones eran bastante duras para mí. Trabajaba de noche con gente mayoritariamente extranjera que no hablaba el inglés que tanto me había costado aprender. El trabajo era físicamente muy intenso, pero fue una forma de comenzar. Tras año y medio conseguí una oportunidad como interno (sin cobrar), de asistente de laboratorio en una pequeña fundación centrada en sostenibilidad, arte, diseño y nuevos materiales. Como había conseguido ahorrar, no me lo pensé dos veces. Tras seis meses me ofrecieron un trabajo con ellos. Era salario mínimo, pero aquí te da para vivir, y todos cobrábamos lo mismo allí. Tras un tiempo trabajé en una clínica en similares condiciones, ahorrando para intentar descubrir qué queríamos hacer a largo plazo.

-¿A qué te dedicas en la actualidad?

-Todas esas ideas se materializaron en dejar mi trabajo e iniciar un viaje por el mundo con distintos proyectos de gente que intenta vivir de forma sostenible con el medio ambiente y en contacto con la naturaleza. Al volver lo teníamos claro. Queríamos vivir así. Actualmente trabajo en una empresa tecnológica en el montaje de componentes electrónicos, motores, cables y demás. Básicamente porque se gana algo más y vamos a necesitar dinero si queremos empezar algo en Galicia.

-¿Cómo ves la situación de tu sector laboral en los Países Bajos y cómo la ves en España?

-Mi especialidad no tiene muchas salidas en ninguno de los dos países. Algo extraño considerando que la pérdida de diversidad biológica tiene el potencial para meternos en una crisis mucho mayor que la burbuja inmobiliaria, el coronavirus o nada que hayamos visto antes. Donde hay más opciones es en laboratorios. Aunque si no tienes el currículo adecuado es difícil empezar.

-¿Cómo te afectó la crisis sanitaria? 

-Cuando todo empezó a desmadrarse, estaba en ese viaje de descubrimiento que comenté antes. Habíamos decidido cancelar Sudamérica y Central América para volver a España y explorar el norte, centrándonos en Galicia. Habíamos estado un mes en un proyecto cerca de Os Peares y nos habíamos sentido como en casa. Por eso queríamos buscar lugares donde poder empezar nuestro proyecto.

Pero el coronavirus tenía otros planes. Tras un año viviendo en el campo y la naturaleza, nos vimos corriendo hasta Auckland, la mayor ciudad de Nueva Zelanda por el lockdown. Encerrados en una habitación de hotel donde no podías ni abrir las ventanas y sin esperanzas de que nos ayudaran a volver a casa. Al final los Países Bajos nos ayudaron con un vuelo de repatriación por el que tuvimos que pagar 900 euros por persona, pero conozco la situación de muchos españoles que se tuvieron que quedar atrás mientras la embajada española no les daba ninguna opción real.

Desde entonces mantenemos una vida sencilla, reduciendo el contacto con gente al mínimo hasta que la situación mejore, y tomándonos la situación en serio, pues desgraciadamente nuestro círculo cercano fue afectado por la pandemia.

-¿Te planteas regresar para vivir en A Coruña en el futuro?

-No exactamente a A Coruña, nuestra idea está más orientada al sur de Lugo y Ourense. Es una pena que la gente se vea forzada a emigrar. Y aún más la situación en el rural. Esta generación es necesaria para encontrar las soluciones y enfrentarse a los desafíos que el futuro nos pueda deparar. Nosotros creemos que hay oportunidades, tenemos que hacer las cosas de otra manera, no podemos dejar a toda la juventud irse, ni al rural gallego morir sin intentar nada. Nuestro futuro depende de ello. Por eso nuestra idea es crear un proyecto de vida, para revitalizar la zona y mostrar un ejemplo de cómo es posible vivir en el rural. Hemos visto que es posible a través de nuestras diversas experiencias. Nadie ha dicho que sea fácil. Pero tampoco lo es dejar a tu familia y amigos para probar suerte en un lugar totalmente desconocido.

A este proyecto, Able2sustain, ya se ha unido otra pareja de amigos que está buscando lo mismo. Esperamos poder empezar a trabajar en ello el año que viene. Si alguien sabe de alguna oportunidad, proyectos similares o de algún lugar con terreno grande donde pudiéramos empezar… Somos todo oídos. También si te llama la idea, no estás solo. Hay mucha más gente con una visión similar de lo que puedas imaginar.