«El país tiene una forma de hacer política más progresista, y eso ayuda»

MARÍA CEDRÓN LA VOZ EN PORTUGAL

EUROPA

María CedrónVítor Mejuto

Los gallegos en Portugal analizan la recuperación con más prudencia que euforia

23 ene 2018 . Actualizado a las 10:48 h.

Portugal es un país amable. Acogedor. Su tejido social es como una colcha de patchwork. Ha ido hilvanándose a lo largo de los años con inmigrantes de sus excolonias en África o Asia, expatriados llegados de Inglaterra, Francia o Brasil, y también con trabajadores de otros países que, por una u otra razón, han acabado instalándose al sur del Miño. Los gallegos que forman parte de esa sociedad multicultural han vivido en primera persona los vuelcos que ha dado el país en los últimos años. Algunos son optimistas. Otros son más escépticos. Los hay que llaman a la prudencia. E incluso hay para quien las noticias de bonanza son una «cortina de humo». Al llevar tiempo en Portugal, ninguno de los consultados resulta beneficiado por las ventajas que el Gobierno aprobó para atraer extranjeros tras la intervención de la troika.

Carmen Guedes

pinhão, en el duero

«Unos 100 o 200 años atrás los extranjeros descubrieron el Duero para el vino: ahora, para las vacaciones». Carmen Guedes dice sentirse gallega, de A Coruña, aunque nació en Pinhão, en el concello de Alijó, en el corazón del río Duero (el Douro), declarado patrimonio de la Unesco. Hasta esa localidad de apenas 650 habitantes, donde desembarcan los cruceros que surcan el río y los trenes turísticos que recorren los acantilados que bordean el río, se trasladó su madre desde A Coruña. Cuenta que su padre la conoció cuando fue a estudiar a Galicia. Ahora Carmen va con frecuencia. Su madre descansa en San Amaro, y ella tiene un piso en la ciudad herculina. También amigos. En Pinhão regenta una empresa de transporte de vino de Oporto, Azevedo. Su padre tiene, además, una pequeña bodega familiar donde hacen oporto y moscatel para consumo propio. Desde el balcón de su casa es testigo del desembarco de turistas: «Unos 100 o 200 años atrás los extranjeros, sobre todo del Reino Unido, descubrieron el Duero para el vino: ahora, para las vacaciones». Ese auge del turismo -los cálculos apuntan a que el pueblo recibe unas 400.000 personas cada año- se nota en el desarrollo de la zona. «No hay más que ver los bares o restaurantes que han abierto», dice. Está contenta por ello. No lo puede ocultar.

Manuel Bello

Lisboa

«El clima político de diálogo ayuda». No hay duda de que Manuel Bello conoce Portugal. Llegó al país a los 5 años desde Fornelos de Montes (Pontevedra), trabajó como periodista en la RTP (el canal público de radiotelevisión) antes de pasarse a la privada. Ahora está jubilado y, con lo que cobra, no vive nada mal. A su juicio, el cambio que está experimentando el país se nota. Y mucho. Hay turismo, eso da alegría. Y no duda de que en ello «ha tenido mucho que ver el nuevo Gobierno, porque hay un clima político de diálogo o la crítica constructiva que están haciendo el resto de los grupos de la izquierda. Portugal tiene ahora una forma más progresista de hacer política. Todo eso ayuda mucho». Al país están llegando muchos extranjeros atraídos, cómo no, «también por el clima y la calidad humana con la que son recibidos por los portugueses».

Aurora Cortiñas

Oporto

«Aún ganamos menos que hace ocho años». Está médica psiquiatra de Pontevedra lleva dieciséis años en Oporto. Es funcionaria pública en el Hospital São João. No le resulta fácil responder a la pregunta de cómo está Portugal. «Es complejo responder». Está mejor porque ha recuperado un poco, cuenta, «pero personalmente creo que las cosas están peor que antes» del rescate. Dice que en el caso de los médicos han tenido «una recuperación parcial de los sueldos, pero no han alcanzado el nivel de antes. Hubo un recorte importante». «Ahora están empezando a devolverlo, pero aún ganamos menos que hace siete u ocho años», aclara. Con todo, cree que Oporto es una gran ciudad: «Ha habido un bum turístico, y se nota porque están subiendo los precios en algunas cosas». Con todo, de momento, no regresará a Galicia: «A medio o largo plazo tendría, probablemente, más calidad de vida ahí, pero me gusta mucho vivir en Oporto. A nivel cultural, ha mejorado mucho. Eso es algo que no tendría en Galicia. No me he ido porque no he tenido la necesidad de hacerlo». Sobre la sanidad portuguesa cree que «es buena». Explica que hay que pagar una tasa moderadora de unos 7 euros en el hospital, «pero hay quienes están exentos», recuerda.

Adolfo Remesar

Póvoa De Varzim

«La brecha social sigue aumentando». Vive en Póvoa de Varzim, pero trabaja como comercial en Oporto. Lo que está ocurriendo -dice- «no es tan real como pretenden hacer pensar, porque la brecha social está aumentando». Adolfo piensa que la prueba de lo que está contando es que los bancos han vuelto a recortar el crédito «por temor a que vuelva a pasar lo de hace unos años, pero puede que esto dure un par de años más». «En zonas con turismo la cosa va más o menos bien, pero de ello no vive todo Portugal. El coste de la vivienda está aumentando, los sueldos en el sector servicios son bajos... La gente tiene que ir a vivir a las afueras La sanidad está privatizándose. Y los fuegos..., aunque eso no es culpa de ningún Gobierno. Realmente no hay por dónde cogerlo». Aunque el futuro que vislumbra no es tan brillante como lo dibujan otros de los consultados, no se plantea regresar. «No, porque me digo: “Lo que veo en España o en Galicia no me convence”».

«Notamos melloría polo aumento de alumnos»

Es profesor en la Universidade do Minho, en Braga. Carlos Pazos ha observado ahí cómo «os anos duros da crise foron moi complicados para a xente». «Na universidade sentimos as dificultades dos alumnos para continuar os seus estudos e tamén como moitos, unha vez acabada a súa formación, emigraban». Aunque ahora muchos continúan pensando en ir fuera, la tendencia a la emigración, dice, «non parece tan intensa» en un contexto de mejores perspectivas. Nota recuperación «no número crecente de alumnos que entran na universidade».

Además, cuenta que en Braga «as dinámicas foron relativamente diferentes. A crise coincidiu cunha revitalización da oferta comercial e de lecer nalgunhas zonas da parte antiga, cun crecemento acelerado de turistas, polo que, sobre todo na parte vella, os efectos da crise non foron tan evidentes». Hay un «crecente dinamismo».

«Ahora hay tranquilidad social, la gente está confiada»

Hace veinte años, esta ourensana cambió Barcelona por Ericeira, que entonces era un pequeño pueblo marinero cercano a Lisboa. Lo hizo por amor. Además, estar a escasos metros del mar la inspira. Porque Malena Fernández pinta cuadros, le gusta observar.

Durante los últimos dos años, dice, las cosas parecen empezar a mejorar bastante. Lo nota en que «la gente está más confiada, existe más tranquilidad social y hay mucho turismo. El empleo crece, hay seguridad y hay muchas empresas que quieren venir aquí...». «Desde luego, no estamos como hace dos años. Hay muchos que quieren comprar para mudarse aquí. Tengo unas amigas de Ourense que se están planteando comprarse algo por aquí», añade.