Uxía Martínez Botana: «El músico es como un mago que transmite emociones al público»

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

EUROPA

marco borgreve

La intérprete gallega está considerada una de las diez mejores contrabajos del mundo

15 feb 2017 . Actualizado a las 10:34 h.

Afincada en Ámsterdam, Uxía Martínez Botana (A Coruña, 1988) es contrabajo principal de la Filarmónica de Bruselas y de la suiza Weinberger Kammerorchester. La revista norteamericana No Treble la ha seleccionado entre los diez mejores instrumentistas de su especialidad, y la japonesa The Walker’s la proclamó la artista del 2016. Detrás de estos reconocimientos hay un talento para la técnica y la emoción musicales, y muchas horas de trabajo.

-¿Por qué el contrabajo?

-Siempre he dicho que fue el instrumento el que me eligió a mí y no yo a él. Yo quería ser violonchelista, pero cuando llegó mi turno para elegir instrumento, las plazas de cello se habían agotado y quedaba solo contrabajo. Estuve un poco desmotivada al principio porque es un instrumento muy duro, sobre todo cuando se empieza. Más tarde comencé a estudiar con un profesor, Vitold Patsevich, y no hubo marcha atrás: fue ahí donde empecé a descubrir el instrumento y las posibilidades que tiene. Hoy en día no me arrepiento nada de mi elección.

-Y ahora, tras tantos años, ¿cómo describiría su relación?

-Pues en este momento es mi compañero de vida, como un apéndice de mi cuerpo. Tengo un nuevo instrumento, conocido como The English Lady (Londres, 1800), por ser un instrumento inglés atípico en la forma, un poco más femenina en comparación con todos los contrabajos ingleses de esa época. Estoy muy contenta con él, gracias a la Fundación Nacional Holandesa de Instrumentos, que me lo ha prestado por siete años.

-¿Cómo llegó a ser profesional?

-A los 12 años lo tenía claro y a los 18 me fui de España. No lo sé, amo el escenario. Me gusta la sensación de estar en contacto con el público y de ofrecerles emociones. El músico es como un mago que se encarga de transmitir emociones a un público sobre algo que no está materializado. Somos un canal de algo que es metafísico que se cuece en el aire, algo parecido a un médium. Creo que el poder ofrecer a la gente esa experiencia es algo importantísimo para nuestra sociedad. El músico también ayuda a conectar a la gente con sus propias emociones, lo cual es terapéutico de alguna manera. Creo que el ser capaz de transmitir eso es merecedor de todos los sacrificios personales que he hecho, aunque hayan sido muchos.

-¿Cómo es un día en su vida?

-Me levanto a las siete. Nunca desayuno en casa, compro siempre el café en la tienda de abajo. A las nueve estoy en el auditorio para estudiar. De diez a seis tengo ensayo. A las seis es la cena y luego suelo estudiar desde las siete hasta las diez, y después, hasta la medianoche o más tarde, envío correos y todo lo demás. ¡A veces el día no tiene suficientes horas para mí!

-¿Y cómo es el vivir tantos años lejos de su familia?

-Duro, para qué mentir. Es la realidad, pero también me ha proporcionado otras cosas buenísimas. He conocido a gente interesantísima y he tenido la suerte de nutrirme mucho como artista y como persona de esta manera. Mi carrera ya me ha llevado a muchos sitios, desde toda Europa a EE. UU., Rusia, Japón y Sudáfrica. Me encanta volver a España, amo al público de mi país y a mi identidad.

-Formó parte de la Orquesta Joven de la Sinfónica de Galicia. ¿Qué le aportó y cómo ve los apoyos a la cantera gallega?

-La Orquesta Joven me ha dado una gran formación y una buena guía, pero el trabajo duro lo he hecho yo. La cantera musical gallega, buenísima, porque hemos proporcionado grandes músicos y muy trabajadores. En cuanto a las instituciones públicas y privadas que ofrecen becas de ayuda para los estudios -a excepción de la Sinfónica de Galicia- creo que han dejado y dejan mucho que desear.

-¿Qué se siente al verse en las portadas de las revistas?

-Es siempre complaciente ver reconocimiento al esfuerzo realizado. Detrás de todo eso hay solo una gran cantidad de trabajo. También supone para mí una responsabilidad de seguir en la misma línea, lo cual es muy duro también. Cuesta trabajo llegar, pero mucho más trabajo mantenerse.