Un cedeirés que vive en Miami dona 20.400 euros para reponer el tejado de la capilla de San Antón

ANA F. CUBA CEDEIRA / LA VOZ

ESTADOS UNIDOS

José Antonio Vilela Rodríguez, el viernes por la tarde, con la capilla de San Antón de Corveiro y el cruceiro al fondo
José Antonio Vilela Rodríguez, el viernes por la tarde, con la capilla de San Antón de Corveiro y el cruceiro al fondo JOSE PARDO

José Antonio Vilela Rodríguez, ingeniero de Telecomunicaciones, nació en Cedeira hace 76 años, se marchó a Estados Unidos para trabajar en la NASA y lleva años dedicado a la Bolsa

10 feb 2023 . Actualizado a las 19:37 h.

El tejado de la capilla de San Antón, en Cedeira, muy deteriorado, corre el riesgo de venirse abajo. Así se lo trasladaron las dos vecinas que se ocupan de limpiar el interior de la ermita a José Germán García Veiga, que habló con tres o cuatro personas más para crear una comisión y recaudar fondos en el pueblo para reparar la techumbre. «Llegó la pandemia y quedó todo en nada», cuenta. Pero el problema iba a más y este verano decidió contárselo a su amigo José Antonio Vilela Rodríguez, nacido en Cedeira en 1945 y residente en Estados Unidos (ahora en Miami) desde hace años. Y él asumió, sin dudarlo, la financiación de toda la obra, por 20.415,12 euros, según figura en el presupuesto.

Con este dinero se repondrá la cubierta de la capilla, con uralita y teja, se sustituirán los puntones dañados y se pintará el exterior de la construcción. «Uno va por la vida y tiene sus aventuras, pero la vida necesita un puerto seguro donde anclarse, y el mío es Cedeira. Tengo un pequeño lugar dentro de mí, como una pila, que cargo cuando vengo y ya estoy listo para una temporada. Es una necesidad emocional, si un año no vengo parece que ha sido en blanco», confiesa Vilela Rodríguez. Y dentro de Cedeira, su sitio está en San Antón. «Es mi lugar preferido en el mundo y he viajado por 84 países», recalca.

De hecho, su deseo, desde hace años, es hacerse con los terrenos que rodean la capilla para crear una especie de parque o área recreativa de carácter público, «para que los vecinos puedan tener unas instalaciones más cómodas [en la Xira de agosto o en la romería del día de San Antón]». «Lo intenté hace tiempo, pero no conseguí que me los vendieran. Tengo la esperanza de lograrlo. Aportaría el dinero necesario para la compra al Concello de Cedeira, que sería el que lo adquiriría, sería público», explica.

«Si a la belleza de un lugar le añades un poco de sentimiento, todo se expande, y yo, ya desde pequeño le pedía cosas a San Antón, y cuando me las concedía hacía la novena, iba caminando nueve días seguidos y rezada el padrenuestro. Tiene muchos seguidores, y la tradición sigue, uno de mis sobrinos le pidió la mano a su esposa allí. Es un refugio espiritual, seamos religiosos o no», subraya. Para curarse la morriña, mira las fotos del lugar.

De la NASA al mercado bursátil

Vilela Rodríguez nació en la avenida de Castelao (encima del actual supermercado Gadis), allí se crio (hasta los 16 años) y allí regresa cada año (salvo en 2020, debido a la pandemia). Cursó el Bachillerato a distancia, examinándose en Ferrol, se licenció en Ingeniería de Telecomunicaciones en Madrid y se marchó a Estados Unidos con una beca para trabajar en la NASA, se doctoró en Ingeniería Eléctrica y compatibilizó, durante un tiempo, la enseñanza universitaria y la investigación. Después cursó un máster en finanzas y entró en la empresa privada, primero en una compañía de productos farmacéuticos, con la que viajó por todo el mundo durante tres años, y después en Otis, el principal fabricante de ascensores. Hasta que decidió que «no quería tener jefe». «Volví a la universidad, vi que no era lo que quería, y como la Bolsa siempre me había intrigado, en un año me leí ochenta libros (sobre el mercado bursátil) y empecé a invertir, y en eso sigo metido», relata desde Cedeira.

Entre sus planes no figura el retiro -«me voy a jubilar en el cementerio»- y sí continuar explorando y abriendo nuevos horizontes -«la vida es un camino de aprendizaje, el día que dejemos de aprender estamos muertos»-. Hasta de la crisis del coronavirus ha sacado enseñanzas, sobre todo de sí mismo, asegura. «Llevaba 18 meses sin venir a Cedeira, pero me adapto fácilmente, es lo que hay... pienso de qué manera puedo sacarle provecho a la situación», reflexiona.

Este hombre de trato afable, que se reivindica como cedeirés -«mi residencia oficial está al norte de Miami, en Estados Unidos, pero yo soy de Cedeira, no hay vuelta»-, no estaba dispuesto a ver cómo avanzaba el deterioro de la capilla de San Antón. «El agua que cae del cielo está muy bien para los campos, pero no para las imágenes, llega al retablo», comenta. El problema quedará subsanado en cuanto se ejecute la obra que él ha costeado. Su amigo García Veiga quiere trasladarle su agradecimiento y el del resto de los vecinos: «San Antón tiene muchos devotos, lo adora todo el mundo, es algo muy especial». Vilela Rodríguez comparte este sentimiento.