Este gallego tienen en sus manos el arte de Nueva York

ESTADOS UNIDOS

monsterrat zamorano

SU HUELLA ESTÁ POR TODA LA CIUDAD Desde Manhattan hasta el Bronx se puede observar el estilo y gusto de este arquitecto coruñés, que tiene mucha culpa de las obras de arte que se han colocado en espacios públicos en los últimos dos años

07 ene 2018 . Actualizado a las 00:53 h.

Si pasean por Nueva York y se les va la vista a cualquiera de las piezas de arte público que están ubicadas por la ciudad, deténganse un momento porque deberían saber que un gallego tiene mucho que ver en ello. Sergio Pardo (A Coruña, 1984) trabaja desde hace dos años en el departamento de Cultura, concretamente es director asociado del programa de arte público «Percent for Art». De su gabinete salen los artistas que fabrican las piezas que visten los espacios públicos de la ciudad más poblada de los Estados Unidos, es decir, que casi 70 millones de personas (entre residentes y turistas) disfrutan de sus decisiones. Porque desde 1982 una ley determina que el 1% del presupuesto de cualquier obra de la ciudad que se financie con dinero público, ya sea una acera, un parque o una comisaría, tiene que ir dedicado a una obra de arte realizada ex profeso para ese entorno. El programa en el que trabaja Sergio se encarga de que esto se lleve a cabo. «Hay más de 100 iniciativas de arte público en marcha en Estados Unidos, pero este es el de referencia, no solo a nivel nacional, sino internacional. No existe nada parecido en otra parte del mundo. Lo más similar en Europa está en Noruega, que ya tenían algo en marcha y luego se interesaron en lo que hacíamos nosotros, y el metro de Londres», explica Sergio.

Este gestor cultural y arquitecto hace hincapié en las particularidades de este programa, porque no se trata de comprar piezas de arte y colocarlas sin más en espacios vacíos. Cuando comienza la obra pública, se pone en marcha otro proceso paralelo de búsqueda de un artista que implica al entorno. «Cuando comencé a trabajar en esto me sorprendieron dos cosas. Por un lado, la transparencia: todo el mundo sabe lo que se gasta, en qué se gasta, dónde se gasta, y por otro, que ningún político decide, solo técnicos». Porque además del personal del programa, de las concejalías implicadas y de los profesionales externos elegidos desde las concejalías pero que tienen que guardar cierta relación con el entorno, también hay políticos, arquitectos, vecinos, organizaciones y grupos locales que dan su opinión, aunque no tengan derecho a voto en las rondas finales.

TODOS OPINAN

A la vez que los arquitectos conciben el espacio, y después de recabar cierta información, qué le va a aportar la pieza al entorno o dónde se va a ubicar, Sergio se encarga de hacer una selección de artistas, más o menos unos cuarenta por proyecto. Parte de ellos los recluta de los que se han apuntado en la web del ayuntamiento para ser considerados, y aquí pueden inscribirse tanto vecinos de Betanzos como de Manhattan, y otros tantos se suman a la lista como resultado de una búsqueda personal. «Viendo su obra pasada considero si son óptimos para este proyecto determinado. Yo desde que empecé a trabajar aquí, procuro que un tercio de los artistas seleccionados tengan una vinculación con el barrio donde se va a colocar la pieza, otro que sean nacionales o tengan relación con Estados Unidos y otro que sean internacionales, es decir, una selección lo más heterogénea posible», comenta Sergio. Lo mismo puede salir elegido un artista de renombre, como Jeppe Hein o Lawrence Weiner, que alguien recién salido de Bellas Artes. «No tenemos en cuenta que haya hecho arte público anteriormente o que haya trabajado con materiales que no sean duraderos. Entendemos que esto es trabajo del gestor cultural que tratará posteriormente con el artista».

Con los 40 agraciados encima de la mesa se abre el debate, al que están invitados desde el comisario del Guggenheim hasta el vecino del barrio donde se va a colocar la pieza. Todas las opiniones se tienen en cuenta. Y según apunta Sergio, en alguna ocasión los argumentos de un «no experto» le han dado la vuelta a la tortilla. «Es bastante llamativo cómo fluctúan las opiniones porque son perspectivas que te plantean un prisma que tú no tienes. Hace poco hicimos una comisaría de policía en el Bronx, teníamos medio millón de dólares de presupuesto para una obra de arte público. Es una zona que durante mucho tiempo fue la más peligrosa de Estados Unidos, pero ahora el actual alcalde está apostando por su revitalización, por lo que era muy importante para nosotros esta pieza. En la reunión estaba un comisario del Guggenheim que estaba muy convencido de uno de los artistas que tenía que llegar a la final. Había un señor que tenía una panadería enfrente de la fachada donde se iba a colocar esta pieza, se levantó y de una manera muy llana explicó por qué no se estaban teniendo en consideración ciertos puntos de vista. Lo expuso estupendamente, se volvió a votar, y cambió la votación. Con la seguridad de todos de que se estaba haciendo lo correcto», explica Sergio, que incide en que esta implicación es parte del éxito del programa.

UNA LLAMADA DE PREMIO

Cuando ya solo quedan cuatro o cinco finalistas, Sergio contacta con ellos para informarles de que han sido seleccionados para realizar una pieza de arte permanente de arte público de Nueva York. «Muchos son artistas internacionales que no han escuchado jamás hablar de este programa y piensan que les estoy gastando una broma. Hace poco llamé a un chico a Adís Abeba... Imagínate que estás en tu casa y te dicen que el ayuntamiento de Nueva York te ha seleccionado para hacer una obra con un presupuesto de medio millón. Entiendo que es difícil de creer...». Después de varias cartas acreditadas, Skype y demás formalidades, llegan varias reuniones donde se les explica el proyecto, y cada uno presenta una propuesta «remunerada».

Finalmente uno es el elegido y comienza a trabajar in situ para acomodar la obra a la pieza, y viceversa. «Hay veces que se hacen talleres para que la comunidad termine de dar forma a la obra -explica Sergio-, por eso cuando llega el momento de la inauguración la gente ya la siente como suya». Casi lo que nos pasa a los gallegos con el arte de Nueva York. Porque seguro que a partir de ahora buscaremos más fotos que la del Empire State.