«Yo a Estados Unidos, tú a Canadá»

Susana Luaña Louzao
susana luaña SANTIAGO / LA VOZ

ESTADOS UNIDOS

xoan a. soler

Las dos alumnas del IES de Cacheiras se preparan para vivir una experiencia única al otro lado del océano Atlántico

16 feb 2017 . Actualizado a las 10:10 h.

165 días. Son los que faltan para que llegue agosto, y Celia y Carmen los van marcando en el calendario que inevitablemente han montado en su cabeza. Es el tiempo que les falta para hacer las maletas, despedirse de su familia y amigos y tomar un avión junto con los otros 498 beneficiarios de las becas de la Fundación Amancio Ortega en España. Lo curioso es que Celia y Carmen comparten aula en el instituto de Cacheiras, donde cursan cuarto de ESO. Y aunque las dos son buenas estudiantes y han vivido juntas el emocionante proceso que culminó con la concesión de la beca, sus destinos se separarán en agosto: «Yo a Estados Unidos, tú a Canadá». Porque de entre las dos posibilidades que ofrece la fundación, Celia optó por el país de las oportunidades, y Carmen, por el de los hermosos paisajes.

Para Celia Arias Abalde, vecina de Recesende, y para Carmen Rodríguez Villaverde, que vive en Os Tilos, todo empezó como suelen empezar las cosas en la adolescencia, por los amigos. «Tenía unas amigas que fueron a estudiar a Irlanda -recuerda Celia-, y yo también quería estudia fuera, y mirando en Internet encontré las becas. Había que tener buenas notas, pero yo las tenía, y me animé». En el caso de Carmen fue su madre la que leyó en el periódico una información sobre el programa de la fundación, y se lo comentó. «Siempre fui a campamentos, así que me pareció bien».

Lo del destino elegido por cada una tiene también sus motivaciones personales. En el caso de Celia, que se decantó por Estados Unidos, «ya que voy a vivir fuera me gusta que sea algo diferente, una cultura distinta». En cambio para Carmen pesó mucho el tipo de vida y la alimentación. «Soy celíaca, y pensé que voy a comer mejor en Canadá que en Estados Unidos». Desconocen todavía en qué zona le tocará a cada una ni con qué familia convivirán los próximos diez meses, separadas de los suyos por el gran océano Atlántico, pero no les importa. De hecho, no les da llegado el día. «No tengo la cabeza en otra cosa -admite Celia-; quiero irme ya, me cuesta concentrarme». Y eso que saben que, aunque están admitidas en el programa, tienen que sacar también una buena nota este curso. «¡Bah, un 7; es fácil!, asegura Carmen con ese desparpajo que sale gratis a los 15 años.

Pasaron sus nervios mientras hicieron las pruebas, que exigen un buen expediente académico y un alto nivel de inglés, pero cuando supieron que las habían superado, todo fue una fiesta. «Estábamos en clase de Física y Química y aprovechando que la profesora fue al laboratorio, cogimos el móvil y lo miramos -reconoce Celia-. Yo le mandé un mensaje a mi madre, que ya había llorado lo suyo por lo de tener que separarnos, pero se puso muy contenta». «Yo llegué a casa y mi padre me gritó por la ventana: ‘¡Felicidades!’, y empezó a llorar. ¡Qué vergüenza!», exclama Carmen.

Los pros y los contras

Desbordadas de ilusión, solo piensan en el lado bueno de la experiencia, aunque reconocen que hay contrapartidas. Separarse de los amigos, de la familia... «Tengo una hermana de 3 años y cuando vuelva no me va a conocer...», se lamenta Carmen. Y a Celia le preocupa un poco la mala fama de la comida americana. «Soy un poco exquisita para comer, pero a todo se adapta uno...». Aficionadas al deporte las dos, Celia reconoce que va a ser difícil poder seguir practicando gimnasia rítmica en Estados Unidos, y Carmen, a la que le gusta salir a la calle y correr, se está planteando cogerle el punto al esquí, que alguna práctica hizo ya en Manzaneda.

Los objetivos los tienen claros: Independizarse, madurar, mejorar el inglés, conocer otras culturas y estudiar en otro sistema que les permita «abrir la mente».

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