El último viaje a su tierra de la querida abuela Luzdivina

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA

ESPAÑA EMIGRACIÓN

Foto cedida por la familia García

Esta vecina natural de Cotobade, como tantos otros paisanos, se marchó un día de la aldea buscando una vida mejor. Tras fallecer a los 64 años, vuelve para ser enterrada con los suyos

05 mar 2020 . Actualizado a las 12:18 h.

La historia de Luzdivina Pérez Caramés es también la historia de Galicia. Esta mujer, que nació en la parroquia de Caroi, en el municipio de Cotobade, un día dejó su aldea para marcharse a Cataluña. Se afincó allí, vio crecer en las tierras catalanas a sus hijas y nietas y fue feliz en aquel entorno, que solo abandonaba un mes en verano para regresar «á terriña». No quería volver definitivamente a Galicia tras la jubilación, quería seguir allí, apegada a los suyos. Y, sin embargo, tenía muy claro que cuando falleciese quería hacer un último viaje a Cotobade y ser enterrada junto a sus padres, Heliodoro y Digna.

Desafortunadamente, le ha tocado irse demasiado pronto. Falleció a los 64 años y tras una lucha larga contra el cáncer. Y sus hijas y su marido, tal y como explicaban, la han traído a Galicia para cumplir su deseo. De hecho, su entierro está previsto para esta misma mañana en la parroquia de Caroi (Cotobade). 

En su día, Luzdivina se fue al Pirineo catalán siguiendo los pasos de su esposo, Celso García, que ya había hecho ese viaje antes tratando de buscar un futuro mejor para la familia. Se marchó ella con sus tres niñas pequeñas y allí se empleó limpiando y haciendo mantenimiento en apartamentos turísticos. Además, crio a sus tres hijas «con todo el amor del mundo», tal y como decía esta mañana con emoción la mayor de ellas, Cristina. Generosa hasta el extremo, lo habitual era que Luzdivina pensase en todos antes que en ella. 

Era, además, una auténtica maestra del ganchillo o la elaboración de puntillas. A veces, mostraba con orgullo sus obras de arte en las redes sociales. Devoraba noticias de Galicia, sobre todo de Cotobade, y en las reuniones familiares le trasladaba a todos lo que estaba ocurriendo en su tierra. 

Tenía morriña de Cotobade, su tierra, el lugar al que volvía cada verano. Pero no quería trasladarse aquí de forma definitiva ya que tres poderosas razones la ataban a Cataluña: sus nietas Iana, Aura y Àneu. Eran «la luz de su vida» y fueron las que le dieron fuerza para afrontar la enfermedad. «Siempre decía que ellas le ayudaban a tirar hacia adelante, luchó como una campeona durante siete años contra el cáncer. La van a echar tanto de menos... ¡Cómo querían a su abuelita del corazón!», decía su hija Cristina

Su entierro estaba previsto que se celebrase esta mañana en la parroquia de Caroi, en Cotobade