Cristina Nóvoa: «¿Cuántos padres preguntan a su hijo si aprendió algo nuevo?»

Pablo Varela Varela
pablo varela OURENSE / LA VOZ

ESPAÑA EMIGRACIÓN

Agostiño Iglesias

La docente nacida en O Carballiño, que imparte clases en un colegio salmantino, insta a trabajar en equipo

09 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Es la segunda vez que Cristina Nóvoa (O Carballiño, 1975) opta a los Premios Educa, considerados como los Goya del ámbito de la enseñanza y cuyo fallo será mañana. Pero ella, en su vida diaria, está lejos de galardones o palcos, porque el centro rural agrupado donde imparte clases está en Calzada de Valdunciel, una localidad de apenas 700 habitantes a 15 minutos en coche desde Salamanca.

-¿Cómo llegó usted a la España de la despoblación?

-Fue en la época en la que no había trabajo como profesor en Galicia. Mi novio hizo sus oposiciones en Salamanca tras prepararse en la Academia Postal de Ourense. Así que me fui allá con él e hice las de Magisterio. Ahora estoy en el CRA Ribera de Cañedo, con 40 niños y aldeas totalmente dispersas.

-¿Y qué fórmula emplea para enseñar a los pequeños de la comarca?

-Llevo 18 años trabajando y lo que es realmente importante es transmitir al niño que se espera mucho de él. Se sigue metiendo al pequeño abajo muy pronto si algo no se le da bien, pero igual dentro de sí tiene a un gran músico o un tremendo deportista. Debemos potenciar lo bueno que tienen, y yo intento hacerlo conjugando la enseñanza tradicional con el uso de las TIC.

-¿Alguno de ellos se imagina un horizonte más allá de su lugar de siempre?

-Por ahora no se plantean más que lo ven a diario. E incluso puede que el instituto llegue a asustarles al principio. De hecho, hay alguna alumna que nunca ha tenido un compañero que sea chico.

-¿Cómo hace convivir en el mismo colegio a niños de 3 a 12 años?

-Es una dificultad añadida porque tienes que darle un temario específico casi para cada uno. Pero en el rural, acabas por saber cómo es la casa y la vida de todos los alumnos. Eso ayuda a fomentar su potencial individual.

-¿Se sigue por el camino del aprendizaje por memorización?

-El nivel de memorización es brutal. Y hay una cosa clara: ¿Cómo se pueden saber menos cosas si se dedican más horas al estudio? Ahí está fallando algo. Un niño motivado, por ejemplo, tiene más ganas de aprender, así que estoy pendiente de implicarlos a todos dependiendo de sus características. Aunque también puedo hacerlo porque tengo menos niños. Con muchos, es imposible conocer los gustos o las circunstancias familiares de todos.

-¿Poner notas ayuda o resta?

-Ahora mismo la sensación es que son lo importante para muchos padres, más allá de lo que absorba realmente el niño. ¿Cuántos le preguntan a su hijo al llegar a casa si aprendió algo nuevo? Hay alumnos que, por su capacidad memorística, lo cogen más rápido que otros. A esos otros se les encasilla al momento y así no se ve en qué destacan. En la vida, cada uno valemos para según qué cosas, pero al que no llega a las expectativas se le va dejando por el camino.

-¿Pero se mezcla la disciplina con la rigidez del modelo?

-Yo entiendo la disciplina como el comportamiento del alumno en el aula. Es cierto que hay que tener un hábito de estudio y también de trabajo. Un mínimo debe haberlo, pero creo que el problema es que se colabora poco en equipo y no se incentiva que los niños sean críticos con lo que les rodea. Y eso es clave para que sepan crecer dentro de unos años en el mundo real.

-¿Se tiende a sobrevalorar el impacto del informe PISA?

-Le concedo poca validez. No dudo de que sean datos fiables, pero no dice todo lo que es el sistema educativo español, porque con un examen no se están midiendo otras muchas cosas. Y menos en un país con las peculiaridades por comunidades autónomas que tiene España.

-¿Cómo entiende usted la figura del maestro?

-Debe ser cercano. Que encuentre el equilibrio entre el respeto y esa disciplina de la que hablábamos. También debe estar muy formado y al día en prácticamente todo, aunque la información de la que disponemos ahora llegue a abrumar. Y entender que, para muchas cosas, nuestra mente es analógica. Tenemos a 25 niños enfrente a los que debemos adaptarnos, aunque a veces no estamos de acuerdo con lo que conllevan las nuevas tecnologías.