Los sombreros de paja «made in» Boiro que triunfan en Madrid

María Xosé Blanco Giráldez
m. x. blanco RIBEIRA / LA VOZ

INTERNACIONALIZACIÓN

CARMELA QUEIJEIRO

Una tienda de la capital vende complementos artesanales de la marca A Eito

23 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

A Eito es una marca de sombreros y otros complementos que, de un tiempo a esta parte, está logrando hacerse un hueco en el mundo de la moda, traspasando incluso las fronteras de Galicia. Detrás de este sello está la boirense Manola Places, a quien ya desde niña le tiraba el mundo de la costura y un día vio la posibilidad de fusionar esa pasión por la aguja y el dedal con la atracción que despertó en ella un material que es un referente en la artesanía popular: la paja.

Asegura que ya siendo pequeña, pese a que su familia tenía un negocio de otro ámbito bien distinto, lo que a ella le interesaba era la costura: «Lembro cando no verán, eu tiña que quedar na moblería que rexentaban os meus pais e as miñas amigas ían aprender a coser, ansiaba cambiarme por elas. É un mundo que sempre me fascinou». Y cuando tuvo la oportunidad, se lanzó a él de cabeza, primero asistiendo a un curso de sombrerería en tela, luego a un taller de cuero y más tarde, encontró en los sancosmeiros su auténtico camino: «Din con dúas artesás que estiveron en Boiro ensinando a confeccionar este tipo de sombreiros e a partir de aí xa me dediquei á palla».

Su plataforma de lanzamiento fue La Galiciana, el mercado gastronómico situado en Santiago. Cuando esta nave abrió sus puertas tenía una parte dedicada a la exposición de productos artesanales y ahí encajaron las piezas hechas por Manola Places: «Tiven unha pequena mostra durante un par de semanas e foi vista por miles de persoas». Hasta tuvo que realizar tutoriales para satisfacer la demanda del público, ansioso por ver cómo era el proceso de elaboración de las pulseras.

A raíz de aquella experiencia fueron surgiendo contactos y una tienda de artesanía de Madrid se puso en contacto con la boirense, interesada en comercializar sus piezas: «A verdade é que me encarga bastantes sombreiros». El boca a boca y las redes sociales también cumplieron con su cometido y los pedidos fueron poco a poco incrementándose.

Completar el proceso

Ahora Manola Places tiene su propio taller en Cabo de Cruz, en la antigua mueblería de sus padres, donde elabora productos bajo encargo e incluso está pensando seriamente en sembrar centeno ante la escasez de materia prima. «Ata o de agora viña traballando coa palla que me daban e tamén coa que ía recollendo polas beiras dos camiños, pero cada vez necesito máis, así que xa teño decidido sementar este ano», explica la artesana.

El proceso a seguir es laborioso, puesto que una vez recogida, fase que se lleva a cabo entre mayo y junio, la paja tiene que someterse a procesos de secado, limpieza y selección por grosor: «En función do tamaño, emprégase para as diferentes pezas, desde bolsos ata sombreiros, pasando por pulseiras ou diademas». Eso sí, antes de iniciar el trenzado, el material tiene que estar en remojo un mínimo de media hora. Un conjunto de pasos que requieren tiempo y esfuerzo: «Non se cobra polo traballo real que se fai, neste campo, como en outros da artesanía, hai un gran labor detrás. Para facer un sombreiro, eu teño que contar con 15 días polo que poida xurdir».

El campo de trabajo elegido por Manola Places vive una etapa dorada y ella está dispuesta a sacarle el máximo partido: «Os complementos en palla levan uns anos en auxe, ao contrario do que lle ocorreu a outro tipo de tocados tradicionais. Pero eu vou tentar que isto non sexa unha moda pasaxeira, que perdure no tempo, fusionando o centeo con outros materiais como tela ou coiro».

Y es que, aún reconociendo que el mundo de la artesanía es complicado, sobre todo por la limitada capacidad de producción y el enorme trabajo que encierra cada pieza, la boirense sueña con seguir afianzando como profesión lo que comenzó como un mero pasatiempo: «Gustariame chegar ao máis alto, véxoo complicado, pero nunca se sabe quen pode chegar a mercar un sombreiro destes. Hai que ter esperanza».