De unos bikinis de Brasil a conquistar Kuwait

Sara Cabrero
Sara Cabrero REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONALIZACIÓN

La empresa gallega Tartaruga Spirit tiene presencia en más de ocho países con sus icónicas prendas llenas de color

08 ene 2020 . Actualizado a las 18:49 h.

Color. Esa es la esencia que se encuentra detrás de la firma textil Tartaruga, cuya alma máter es la abogada Patricia Chao, una madrileña afincada en Galicia que decidió lanzarse al mercado de la moda con una marca que ha conquistado ya ocho países con el colorido como su seña de identidad. «Los colores de mis prendas son propios, no existen en el Pantone. Los colores los llevo yo creados y luego los desarrollamos en el laboratorio hasta dar con el punto exacto de tono que yo quiero», explica Chao. Este proceso no es sencillo, y a veces asegura hacer «hasta ocho pruebas para dar con el tono exacto»: «Siempre busco colores con mucha luz y que tengan un pigmento vegetal; para llegar a eso hay que seguir un proceso largo».

El resultado merece la pena. Porque las prendas de Chao desprenden luz por sí solas y son únicas. Tanto que algunas de las caras más conocidas de la televisión han llevado encima una prenda Tartaruga. Desde Carla Royo, hasta Lidia Lozano pasando por la mismísima Shakira. «Hoy en día, cuando alguien que ya conoce nuestra marca y sabe lo que hacemos ve a otra persona por la calle con una de nuestras prendas sabe decir sin dudar que esa ropa es de Tartaruga».

Y los vestidos, chaquetas y complementos de Chao no solo han conquistado los armarios patrios. Más allá de nuestras fronteras los colores vivos de esta marca gallega visten a mujeres de Francia, Portugal,, Italia, República Checa, República Dominicana, México y Estados Unidos. La última conquista de la firma textil ha sido Kuwait, donde Tartaruga ha abierto un córner en las tiendas departamentales Debenhams.

Un viaje a Brasil

La expansión internacional ya es un hecho, pero el camino ha sido largo y no siempre sencillo. Un viaje a Brasil se convirtió en la semilla de lo que es hoy Tartaruga, un periplo que a Patricia Chao le cambió la vida. Tras trabajar como abogada en Madrid y en Santiago de Compostela, llegó un momento en el que decidió que quería hacer algo para ella misma y, tras dar el paso, encontró un hueco en el mercado. «Cuando era pequeña, había una tienda en Madrid donde me llevaba mi abuela a comprar bikinis de Brasil. Y con el paso de los años siempre pensaba que ninguno de los bikinis que había en el mercado me gustaba como aquellos». Así que se puso manos a la obra. «Hace unos quince años hice un viaje a Brasil para ver cómo podía desarrollar mi idea. Y a partir de ahí empecé a ir una o dos veces cada año. La primera vez fui a la aventura. Desde Río de Janeiro me cogí un autobús para llegar a la zona donde estaban las fábricas de bikinis y empecé a empaparme de la cultura y a investigar cómo trabajaban», relata. Y ese viaje marcó un antes y un después. Tanto, que el nombre de su marca surge precisamente de sus periplos brasileños: «La marca se llamó Tartaruga porque la primera playa que visité allí se llamaba así».

Competir con los grandes

Desde aquellos primeros pasos hay ya mucho camino andado. Empezar con algo pequeño en un mundo dominado por los grandes del textil no ha sido tarea fácil. «Yo siempre me he sentido una enana en un mundo de gigantes. Llegar al público es súper difícil, pero no es lo único. También es complicadísimo llegar a los fabricantes y proveedores. Ellos prefieren a lo mejor hacer 20.000 prendas iguales para una gran marca que 500 para mí. He tenido que ir poco a poco consiguiendo proveedores que fuesen creyendo en mí y convencerles de que fabricaran para Tartaruga», asegura.

A pesar de las dificultades siempre ha tenido claro lo que quería hacer y cómo lo quería hacer: «Yo siempre he perseguido la inversión en calidad. Todo lo que yo fabrico son algodones 100 % y siempre lo hago con la premisa de la sostenibilidad. Todas las personas que están detrás de una prenda Tartaruga están en asociaciones o pertenecen a una empresa que les cuida en el sentido de higiene laboral o de responsabilidad social. Yo siempre viajo a cada fábrica para saber quién está detrás de cada una de mis prendas».