Raíz gallega en la eólica marina inglesa

Beatriz García Couce
Beatriz Couce OSTENDE (BÉLGICA)

INTERNACIONALIZACIÓN

Iberdrola

Iberdrola arranca la fase definitiva del parque East Anglia One, para el que fabricaron piezas Windar y Navantia

14 jun 2019 . Actualizado a las 14:06 h.

Como la circunferencia que trazan las palas de un aerogenerador en movimiento, los proyectos de eólica marina tocan en ese barrido imaginario la industria energética y naval de media docena de países y centenares de empleos. Movilizan miles de millones de euros de inversiones y han propiciado la diversificación del naval público español. El impacto de este negocio lo conocen bien los astilleros de la ría ferrolana, situados a una gran distancia de las costas en las que giran los molinillos off-shore, pero cuyos vientos no han dejado de soplar a su favor desde el último lustro. Iberdrola eligió en el 2014 a Navantia Fene y a la asturiana Windar como suministradores de referencia en la fabricación de jackets -estructuras de acero que sujetan los aerogeneradores al lecho marino- y actuó de llave que les abrió las puertas de un negocio en el que la eléctrica de origen vasco está aún muy lejos de marcarse un techo.

 De la antigua Astano salieron 42 de las 104 cimentaciones que anclarán otros tantos molinillos en el parque británico de East Anglia One, el mayor proyecto renovable en la historia de Iberdrola, y que acaba de entrar en una fase decisiva, con el inicio de los trabajos de instalación de los aerogeneradores. De hecho, si las condiciones meteorológicas acompañan, en cuestión de horas será colocado el primero de los molinos en este recinto marino, situado a 50 kilómetros de la costa de Suffolk (el Reino Unido) y que se extenderá a través de 300 kilómetros cuadrados.

A vista de pájaro

A vista de pájaro, en un helicóptero, es apreciable el avance de las tareas y la huella que ha dejado el naval ferrolano en este parque. Sobre la lámina de agua emergen los grandes trípodes de acero a modo de raíces marinas de esta granja eólica. La mayor parte de las jackets están ya ancladas -solo restan 16 por ser instaladas- aunque dos tercios de su estructura han quedado bajo el mar. Esto es, sobresalen 20 de los 67 metros de altura, y servirán para sustentar los aerogeneradores, que sumarán otros 167 metros. 

Iberdrola ha situado a Ferrolterra como uno de los enclaves determinantes en su mapa mundial de la eólica marina, aunque en este parque el foco también está puesto en el puerto de Vlissingen (Holanda), en donde se han estibado las cimentaciones, parte de las cuales han sido fabricadas también en Emiratos Árabes Unidos; en el Green Port Hull, en donde Siemens Gamesa fabrica las turbinas, en Great Yarmouth, en donde se procede al premontaje de las máquinas, y en el puerto de Lowestoft, que será la base del centro de operación y mantenimiento del recinto. En España, la obra también ocupó a Navantia en Cádiz y a Windar en Avilés. Un entramado de puntos geográficos que da idea de la complejidad logística que requiere este tipo de inversiones. 

Unos 1.300 empleos

Las tareas de embarque de los cuatro primeros molinos que serán instalados en East Anglia One -el segundo mayor parque de eólica marina del mundo- ya han comenzado. «Estamos instalando jackets, cables y aerogeneradores, por lo que ahora mismo es uno de los momentos de más actividad del parque», explica Rafael Vara, uno de los expertos de este negocio en Iberdrola y director del futuro recinto francés de Saint Brieuc. Las tareas emplean a unos 1.300 trabajadores en varios países. La previsión es finalizar la instalación en abril del próximo año.

 Poco después, cuando entre en operación, tendrá capacidad para generar energía suficiente para abastecer a más de 630.000 hogares británicos.

La eléctrica adjudicará en semanas el contrato al que aspira el naval ferrolano para un nuevo recinto en Francia

Con la ejecución de los trabajos a pleno rendimiento, la cadena de suministradores de Iberdrola en la eólica marina mira ya hacia el mercado galo. La empresa presidida por Ignacio Sánchez Galán promueve en la bahía de Saint-Brieuc, a 20 kilómetros aguas adentro de la Bretaña francesa, su primer parque en ese país, que tendrá 496 megavatios de potencia y contará con 62 molinos. El director de este proyecto, Rafael Vara, confirma que la adjudicación de las cimentaciones, a la que aspira la unión temporal de empresas (UTE) formada por Navantia y Windar Renovables, se producirá en pocas semanas. «Estamos en un momento de definición del proyecto. Con el proceso de adjudicación de los grandes contratos, definimos cuáles van a ser los mimbres del proyecto, quién va suministrar cada cosa y quién la va a instalar. A partir del año que viene entraremos en la fase de fabricación y los dos años siguientes, en la de instalación», explica.

Protección a la industria gala

A diferencia de los primeros parques promovidos por Iberdrola, el galo presenta unos requisitos más exigentes con las licitaciones. Así, tanto Navantia y Windar como el resto de competidores que aspiran a fabricar las jackets para este recinto tienen que cumplir con un plan industrial que implica la creación de 250 puestos de trabajo en el país. Es decir, que si los astilleros españoles y la firma asturiana se hacen con el pedido, tendrán que realizar parte de la fabricación de las cimentaciones en territorio francés, en concreto en Brest.

Vara, que incide en que la competencia es dura en esta licitación, añade además que por el momento no está tomada la decisión de si se adjudicarán las 62 jackets a un mismo suministrador o, como viene siendo habitual, se repartirán entre varios.

Iberdrola recibió la autorización del Gobierno francés para impulsar este parque en el 2012, aunque el pasado ejercicio estableció modificaciones en la tarifa eléctrica del recinto, lo que demoró los procesos.

Saint Brieuc contará con turbinas de Siemens Gamesa de 8 megavatios, que estarán sustentadas en cimentaciones de tres patas, como las de East Anglia One. «Uno de los problemas que tenemos es el suelo, que es muy duro, y otro es la marea, que es muy alta», explica Vara. El parque, que requerirá de una inversión superior a los 2.000 millones, arrancará en el 2023.