«He llorado todas las temporadas»

Xosé Ramón Castro
x. r. castro VIGO / LA VOZ

DEPORTISTAS

El vigués Richy, capitán del Girona, celebra el ascenso recordando los seis años de sufrimiento

14 jun 2017 . Actualizado a las 11:25 h.

Richy Álvarez Puig (Vigo, 1984) representa mejor que nadie la imagen de la agonía del Girona durante las últimas seis temporadas. El gallego, capitán del equipo, puede contar en primera persona el carrusel de sensaciones del conjunto catalán, cuya historia después de múltiples avatares ha tenido final feliz. En el caso del central, con un guiño para su ciclo vital. Durante el último año estuvo parado diez meses por una lesión que parecía interminable, pero llegó a tiempo a los últimos cinco minutos de Liga. Seguramente el tiempo mejor saboreado de una larga trayectoria como futbolista que se ha repartido entre el Celta y el Girona con una escala intermedia de dos temporadas en Córdoba.

«Fueron seis años muy duros. He llorado en todas las temporadas porque he sufrido en todas», comenta Richy. Cuando se enfundó por primera vez la camiseta rojiblanca el equipo se salvó a última hora, al año siguiente el sueño del ascenso se acabó en el play off ante el Almería, luego llegó la agónica salvación ante el Deportivo y en las dos anteriores temporadas los batacazos ante Lugo y Osasuna, cuando ya tocaban la Primera División con la punta de los dedos.

Esta campaña todo iba sobre ruedas para el Girona, pero como de costumbre, en la recta final llegaron los traspiés y por momentos los catalanes temieron vivir un nuevo deja vù. Richy reconoce que el síndrome apareció en el vestuario: «Hubo momentos que estábamos a once puntos, nos pudimos poner a 14 porque parecía que los que venían atrás no querían cogernos. Fallábamos nosotros y ellos también, pero al final, cuando perdimos con el Nàstic nos preocupamos, por momentos hubo bastantes nervios, pero al final se pudo conseguir el punto tan valioso que necesitábamos». Fue el domingo ante el Zaragoza.

Y en el partido más importante de la historia del equipo, que por fin ascendía a Primera, reapareció el vigués. Richy, capitán y fijo en el once gironí en los años anteriores todavía no había debutado por una lesión de cartílago articular de tróclea y cóndilo femoral externos de la rodilla izquierda. «Ha sido el año más duro de mi vida. Por una lesión estuve 10 meses parado, intentaba recuperarme pero la rodilla no me respondía. Al final pude participar cinco minutos, en el partido decisivo. Me he sentido jugador y fue bastante ilusionante. Entré con lágrimas en los ojos por todo lo que he vivido este año y por lo que se iba a conseguir». Lo hizo en medio de una atronadora ovación y con Montilivi coreando su nombre.

Fue además, una manera de reencontrarse. «Si no juego y no me dejo la sangre en los partidos no me siento partícipe, pero al final pude jugar, volví a sentirme futbolista». Para firmar el ascenso y dejar al equipo de su vida «a la altura que se merece».

«El Richy futbolista se ha visto en este club»

Canterano del Celta, estuvo ligado a la entidad celeste durante seis temporadas. Consolidado en el filial llegó a disputar un partido en Segunda A con el primer equipo, frente al Córdoba y con Stoichkov como entrenador. También fue convocado en una ocasión en Primera, aunque sin saltar al campo.

En el 2009 se fue al Córdoba y dos años más tarde hizo el viaje de su vida a Montilivi. «El Richy futbolista se ha visto en el club que me ha dado toda la confianza del mundo, pero creo también que todo lo que he vivido aquí me lo he ganado».

Richy, que cumplirá 33 años en septiembre, acaba contrato con el recién ascendido y asume que tiene extremadamente difícil continuar, aunque nada desea más en el mundo del fútbol. «Sabemos cómo es este deporte, el año que he pasado con una lesión dura y complicada. Hay que ser realistas y es difícil pero tengo la esperanza de seguir aquí porque me gustaría que el Girona fuese mi último club». Confiesa que le haría mucha ilusión volver a Balaídos para un partido de la máxima categoría.

La felicitación de Catoira

Mientras se deshoja la margarita, revisa todas las felicitaciones recibidas por el ascenso, que por cierto le dejó la voz tocada, y de las llegadas desde Galicia se queda con una especial. «La que más ilusión me hizo fue la de la madre de Catoira, de Sergio. Pasé unos cuantos años con él y aunque ahora no mantengamos mucho el contacto siempre me quedan los recuerdos», comenta el vigués mientras elogia la temporada continental de su primer equipo (a nivel cronológico), especialmente la de Sergio Álvarez y Iago Aspas, con quienes coincidió en las categorías de formación.