Conrazones abre restaurante en el Sáhara

Monica Torres
m.torres A GUARDA / LA VOZ

COOPERANTES

Tras cinco años de apoyo, una familia del lugar ha puesto en marcha un local de comidas en Merzouga

27 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

«Voy con mariposas en el estómago, confiando en que el coche aguante». Piño Gómez, el presidente de Conrazones, asociación solidaria sin ánimo de lucro que ayuda a familias y personas en situación de extrema necesidad, puso ayer rumbo a Marruecos. Es la quinta vez que protagoniza esta ruta solidaria para la que se prepara todo un año, pero ahora viaja con ilusión renovada. En esta odisea conocerá el restaurante que la entidad ha conseguido que germinara en medio del Sáhara.

«Conocí a una familia de Merzouga a la que el primer año le dimos dinero para poder sacarse el carné de conducir, al segundo lo necesario para ganarse el título de guía turístico y los dos años siguientes más respaldo económico para su proyecto», explicaba ayer, camino ya de Oporto. En unos días almorzará en ese local que abrió sus puertas hace un mes. «Nosotros solo apoyamos, pero su dedicación les ha permitido forjarse un modo de vida», señala Gómez.

En su coche no ha quedado hueco ni para un acompañante. «Debo llevar más de 2.000 kilos entre mantas, bicicletas, cazadoras, balones de fútbol, ropa, medicamentos y material escolar», explica el presidente de Conrazones. Su máxima preocupación es poder recorrer los más de 5.000 kilómetros que tiene por delante y que le llegue tanto el vehículo como el dinero para completar su nueva ruta solidaria. «Con amigos electricistas y algún mecánico hicimos con dos coches viejos, uno menos viejo. Mi mayor preocupación es que falle», explica. «Hay quien disfruta sus vacaciones en el Caribe pero para mí, la mejor forma de viajar es esta», asegura Piño Gómez.

Varias casas comerciales respaldan este proyecto, donando los enseres que ahora van a intentar hacer llegar a familias que ya los están esperando. Su intención es regresar para el día de Reyes «si aguanta el coche y me llega el dinero». Ha destinado 1.000 euros para el combustible y 400 más para los gastos de alojamiento y comida de los doce días. «Nosotros solo ayudamos en lo que podemos, ellos son los que realmente trabajan y cada viaje es único e irrepetible», avanza Piño, visiblemente entusiasmado, poco antes de cruzar la frontera.