La conexión celta Ortigueira-Dakar

ANA F. CUBA ORTIGUEIRA / LA VOZ

COOPERANTES

La joven ortegana Aline Riola ha dedicado las vacaciones de los últimos tres años al voluntariado en África e India

03 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Aline Riola nació hace 29 años en Suiza, adonde habían emigrado sus padres, de Landoi (Cariño) y San Adrián (Ortigueira). La familia se asentó en la villa ortegana hace un par de décadas y Aline estudió Educación Social en A Coruña, donde entró en contacto con la oenegé Ecodesarrollo Gaia, para realizar un trabajo de la facultad -«siempre he estado muy sensibilizada con los temas relacionados con la emigración y la multiculturalidad», reconoce-. Después cursó un máster de migraciones internacionales y efectuó las prácticas en el Centro de Información para Trabajadores Extranjeros de Comisiones Obreras, en la ciudad herculina, donde conoció a muchos ciudadanos senegaleses, también vinculados a Ecodesarrollo Gaia, «que acudían al CITE, que era gratuito, para regularizar su situación, permiso de residencia, tarjeta sanitaria...», cuenta.

Desde hace tres años, esta joven curiosa y solidaria, trabaja en la Asociación Pro-Minusválidos de Ortegal (Aspromor), donde se encarga del taller del invernadero. Y dedica su mes de vacaciones, agosto, a labores de voluntariado. La primera vez se marchó a Begaa, al sudeste de Marruecos, muy cerca del desierto argelino, con la oenegé África Origen, para enseñar inglés y francés, y coordinar actividades lúdicas para niños y mujeres bereberes. «La precariedad era absoluta, pero la experiencia fue maravillosa porque aprendes a vivir con muy poco y te das cuenta de que puedes ser feliz con muy poco», enfatiza. Al verano siguiente viajó a Jaipur, la capital del estado indio de Rajastán, y de allí se desplazaba en tuc tuc (o rickshaw) a un suburbio para impartir clases de inglés y español a menores de los suburbios, -«muy educados y muy agradecidos», recalca-, en la escuela Shrestha, gestionada por el maestro y su mujer.

El deseo de Aline de conocer Senegal se cumplió este año. «En octubre [de 2016] ya me compré el billete de avión y después contacté con Ecodesarrollo Gaia, por si podía ser útil allí. En agosto la Escuela Coruña [de la oenegé gallega] estaba cerrada, pero el director me dijo que podía dar clase de español a un grupo de adultos en Yoff-Tonghor, un pueblo marinero de Dakar», relata. Entre sus alumnos de iniciación se encontraban los encargados de un sanatorio cercano. «La idea era que aprendieran vocabulario básico para que luego puedan servir de traductores entre médicos y dentistas de aquí que van a trabajar allí de manera altruista [a través del proyecto Coruña Cura] y sus pacientes», explica.

El Islam, una religión de paz

En las clases de conversación, con estudiantes que ya conocían el castellano, aprovechó para abordar la igualdad de género, la violencia contra las mujeres, el medio ambiente o el terrorismo. «Coincidió con el atentado de Barcelona, todos me preguntaban por mi familia e insistían en que el Islam es una religión de paz», señala. Aline reconoce que las vacaciones solidarias la han cambiado -«relativizas los problemas»- y en su última expedición ha querido acercar Ortigueira y Dakar, a 4.495,7 metros, a través del Mundo Celta, colocando una pegatina con el logotipo del festival en el cayuco de Elh Silou Ndaye, pescador local.