«A la India la odias o la adoras»

Cándida Andaluz Corujo
cándida andaluz OURENSE / LA VOZ

COOPERANTES

La gallega Teresa Vila Paz es voluntaria de varias asociaciones en la India, entre ellas la Fundación Vicente Ferrer, a quien el colegio médico ourensano ha premiado

04 abr 2017 . Actualizado a las 10:12 h.

El Colegio Médico de Ourense y su junta directiva concedieron el premio y la ayuda a oenegés, correspondiente al 0,7 % de su presupuesto anual a la Fundación Vicente Ferrer y a su proyecto «Mejora de la atención sanitaria en el Hospital de Enfermedades Infecciosas (HEI) de Bathalapalli mediante la adquisición de equipamiento médico». La voluntaria de la fundación, la lucense Teresa Vila Paz visitó la sede colegial, junto a Rocío Alonso Rodríguez, coordinadora de la fundación en España, para hablar sobre su experiencia en la India.

-¿Qué contó?

-Llevo 24 años de voluntaria en la India con diferentes oenegés. Expliqué a los asistentes cómo es la que yo conozco, la más profunda. Me gusta estar metida en el fango. Conozco casi todas las oenegés y la Fundación Vicente Ferrer es la más importante del mundo, tiene más de dos mil empleados solo en ese país. El año pasado estuve siete meses en India y fui tres veces a la fundación ayudando en diferentes tareas. Yo conté lo que veo y he visto allí. Y lo bien que funciona la fundación, que cuenta con tres hospitales. Siempre digo que soy creyente de Vicente Ferrer.

-Usted es voluntaria, no cooperante, por lo que su trabajo no es remunerado. ¿Cuál es su profesión?

-Yo soy abogada y trabajo en una notaría. Volveré a la India en cuanto pueda. He estado seis meses viviendo de mis ahorros y ahora tengo que volver a trabajar para poder regresar.

-¿Cómo llegó a descubrir la India?

-He viajado bastante por el mundo y la India la tenía pendiente. Vivía en Madrid y hacía yoga con el pionero de la disciplina en España. Y si te metes de lleno, va unido a la India. Siempre supe que me iba a tocar de lleno, porque soy una persona muy sensible y muy fuerte. Todo el mundo dice que a la India la odias o la adoras. Pero desde que fui la primera vez no puedo ir a otro sitio. La primera vez busqué una oenegé internacional y me fui al peor sitio de la India, no había ni agua. Después de tanto tiempo hay gente que ya es mi familia, incluso he ido solo a una boda, como invitada. Y tengo un niño apadrinado al que sigo.

-¿Qué destacaría del proyecto premiado?

-Tiene que ver con la adquisición de unas mascarillas especiales para hospitales. Es importantísimo, se puede ayudar a miles de personas. En enero estuve allí presentado a doctoras gallegas la fundación y todo lo que se hace. Cualquier cosa que se pueda aportar es muy valiosa. Todo suma. Vicente Ferrer siempre luchaba por intentaba conseguir lo mejor, no servía cualquier cosa, por eso sus hospitales son una maravilla comparados con el resto. Esto es parte de eso, un paso más. Que conste que también valen otras cosas, menos novedosas, pero ¿por qué dar lo que sobra y lo peor? En temas de salud es diferente. Hay que tener en cuenta que allí la gente que tratamos es sin casta, no tiene derecho a nada, ni a mirar a los ojos a otra persona ni optar a otra cosa que limpiar letrinas. Nosotros le llevamos la dignidad. La fundación los integra.

-¿Sigue vivo el espíritu de Vicente Ferrer?

-Sí, totalmente. Al lado de uno de sus hospitales está su tumba y la gente está allí rezando. Siempre hay alguien.

-¿Cómo describiría a los indios con los que se trabaja en el proyecto de Vicente Ferrer?

-Hay diferentes tipos de indios, según su clase. Los que no tienen nada son extremadamente transparentes, no tienen dobleces. No conocen la televisión y no miran más allá. Lo que ves es lo que hay, les ves casi el alma. Lo que tienen te lo dan. Los niños están acostumbrados a estar solos y a no tener nada. Con que les dediques cinco minutos te lo dan todo. Son colaboradores, obedientes y listos.

-¿Cómo le ha cambiado la experiencia que ha vivido en la India en este tiempo?

-Lucho a diario por ellos. No solo yo, todo mi entorno y quien me conoce está involucrado. En el momento de llegar a la India se te acaba la tontería, el discutir por discutir... Que conste que cuando vienes al poco tiempo acabas contagiado por la sociedad, pero queda un poso que no se va nunca.