Domin busca un futuro sin balas perdidas

Marcos Fidalgo

ACTUALIDAD

Rodeado por la violencia de Río de Janeiro y perjudicado por la crisis de Brasil, el cocinero ourensano Domin Ferreiro cree que ya es la hora de regresar

05 abr 2016 . Actualizado a las 10:37 h.

Casi todas las noches, Domin Ferreiro escucha desde su casa en Río de Janeiro los disparos de fusiles y ametralladoras, además de ver las balas cruzando el cielo de una favela a otra. Natural de Ourense, el cocinero explica que son los diferentes grupos criminales disputándose el espacio para el control del tráfico de drogas.

Cercado por la violencia y afectado por la crisis financiera de Brasil, Domin decidió hace un par de meses que lo mejor para él y su familia es regresar a Galicia. Su intención, en un principio, es ir por delante y llevar después a su compañera sentimental y al niño de dos años que tienen en común, a quien quiere garantizar «una educación digna y un futuro libre de balas perdidas».

Domin llegó a Brasil en el 2004, con la idea de pasar una temporada y recuperarse de una separación. Pero cuando iba a regresar, recibió una propuesta para trabajar en un restaurante y acabó asentándose en Rio de Janeiro. Al mismo tiempo, empezó a destacar en la elaboración de paellas y pulpo a la gallega para eventos privados. Pero ahora, con la crisis, muchos clientes que le contrataban han dejado de hacerlo. «Con ello, comencé a tener dificultades para pagar mis facturas y tuve que mudarme a un barrio peor, perdiendo calidad de vida».

Este ourensano señala que las diferencias entre Brasil y Galicia son inmensas. «A pesar de que Galicia sufre aún con las reminiscencias de un pasado caciquil y problemas de corrupción en el seno político, Brasil es un caso aparte. Aquí se desvía todo, el dinero público desaparece como por arte de magia».

En Galicia, Domin planea quedarse en casa de su madre, en Ourense, para después buscar opciones en A Coruña o Vigo, donde tiene amigos y contactos laborales. Reconoce que «son muchos años en los trópicos y ya es hora de volver». Para él, «Brasil no es un país para hacer las Américas. Y además, soy gallego y la morriña pesa».