Antonio, un vimiancés con suerte en Argentina

Luis Lamela CRÓNICAS DE LA EMIGRACIÓN

ARGENTINA

14 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

«Galicia no termina, ni mucho menos, en el Cabo Finisterre. Más allá del mar, en la Argentina, en el Uruguay, en Cuba, en todo el continente americano, se prolonga Galicia con pueblos exclusivamente habitados por gallegos, con más gallegos en Buenos Aires y en la Habana, que en Vigo y en La Coruña...» (Francisco Camba, en La Voz de Galicia del 5 de marzo de 1922).

Antonio Santos Carballo nació en una localidad que ignoramos del municipio de Vimianzo. Soltero y jornalero, emigró con 19 años para la Argentina embarcando en A Coruña en el vapor Frisia y arribando a la ciudad de la Plata el 24 de noviembre de 1919. Y allí se instaló y comenzó a organizar su futuro, tanto en lo profesional como en lo personal.

De sobra es conocido que entre los emigrantes de la Costa da Morte radicados en los países sudamericanos existió una cierta endogamia. Fueron muchos los que contrajeron matrimonio con mujeres procedentes de la misma aldea de su origen, o de otros lugares limítrofes de este espacio geográfico que es el finisterrae gallego, inclusive familiares.

Pues bien, seis años después de su llegada a Buenos Aires, Antonio Santos Carballo se casó en la capital Argentina el 27 de diciembre de 1925 con Esperanza García Carballo, también de la misma procedencia, el municipio de Vimianzo, y no sabemos si con alguna relación familiar con Antonio. Una joven que había emigrado en 1922 con 23 años para trabajar en el servicio doméstico en Buenos Aires.

Un hermano emigrante

Organizada también su vida matrimonial, unos tres años más tarde un hermano de Antonio, Santiago, soltero y jornalero, también emigró para el mismo país y con igual edad que Antonio cuando lo hizo, 19 años, cogiendo en el puerto de A Coruña el vapor Cap Polonio , que le llevó a arribar a Buenos Aires el 3 de enero de 1928. Allí le esperó su hermano y su cuñada para ayudarle a salir adelante, para tenderle una red solidaria. Y, con los años, tanto ellos como sus hijos se integraron en la sociedad argentina, fusionando adeenes y culturas.