Una investigadora con 15.000 «hijitos» en Ecuador

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

AMÉRICA

Tourón logró reproducir en el país ecuatoriano un tipo de erizo que nunca antes desovara en cautividad

08 ago 2017 . Actualizado a las 10:28 h.

Noelia Tourón (Poio, 1981) es una trotamundos. Lo es, al menos, desde que se doctoró en Biología Marina y descubrió que, o se marchaba fuera, o aquí no encontraba trabajo de lo suyo. «Eso lo quiero decir antes de nada, que si tuviese trabajo en España fácilmente no empezaría a marcharme fuera, no es que me haya ido a buscar aventuras, no, me fui para trabajar en lo mío. En España trabajé en un bar que acabó cerrando», aclara ella. Efectivamente, no se marchó a buscar aventuras. Pero reconoce que la aventura la acabó encontrando a ella. Y en esas está todavía. Responde al teléfono con sonrisa. Se le escucha como si estuviese en su Poio natal, pero en realidad está sentada en una oficina del Cenaim-Espol, el Centro Nacional de Acuicultura e Investigaciones Marinas de Ecuador, y en vez de mirar a la isla de Tambo que tantas veces habrá observado desde su tierra de origen, ahora por la ventana del despacho ve la costa pacífica. En el país ecuatoriano investiga con un equipo que logró que un tipo de erizo que nunca se había reproducido en cautividad lograse hacerlo. De hecho, en el centro tienen ahora «unos 15.000 hijitos» de erizo, como ella cariñosamente los llama. Pero es una pena empezar por Ecuador. Porque su historia viajera arranca antes.

Todo empieza cuando Noelia lee la tesis y se convierte en doctora en Biología Marina. Consciente de que la situación en España era complicada, pidió una beca, se la concedieron, y se plantó casi un año en Casablanca (Marruecos). La experiencia en el ámbito profesional, sostiene ella, fue «buenísima». Allí investigó para poder extraer quitina -una molécula que hay en el caparazón de crustáceos como el langostino- con ácido cítrico, ya que lo habitual es hacerlo con sulfúrico, que resulta mucho más contaminante. En el plano personal, Marruecos le pareció un país complicado: «Vi mucho machismo, sabía que sería así, pero llegó a sorprenderme. No sabes cómo era que vieran a una mujer fumando... al final tenía que hacerlo casi a escondidas, sobre todo en el Ramadán», indica.

Hasta Irlanda

Regresó a España y, de repente, le surgió una oportunidad de trabajar en Irlanda. No se lo pensó: «Mandé un montón de currículos en España y al ver que no me salía nada pues me decidí a ir a Irlanda, me pareció una buena oportunidad». Allí trabajó también como investigadora en un criadero de erizos de mar, aunque la experiencia terminó con un sabor agridulce porque el proyecto en el que estaba acabó quedándose sin fondos. De nuevo en Galicia, volvió a entrar en relación con el ámbito universitario, al que siempre se mantiene ligada, sobre todo para ayudar en la organización del Foro dos Recursos Mariños que se celebra en la isla de A Toxa. Fue ahí, precisamente, donde conoció al responsable del centro de acuicultura nacional de Ecuador.

Le propuso viajar hasta su país y trabajar allí. Noelia se lo pensó, sobre todo, por la cantidad de viajes que llevaba acumulados y el desembolso económico inicial que suponía. Pero finalmente se decidió a marcharse. De eso hace ya meses y ahora acaba de renovar hasta junio del año que viene. «Me queda una temporada larga aquí, la verdad es que el proyecto es muy chulo», contaba ayer. Está en un equipo que investiga para lograr reproducir el

tripneustes depressus

, una variante de erizo típica de la zona. De momento las cosas van bien, porque tienen ya unas 15.000 o más crías, pero hay que ver cómo evoluciona.

Su compañero de viajes

Noelia parece contenta hablando del trabajo, de la vida en Ecuador... pero la morriña hace aparición a cada paso. «Como en España, y sobre todo como en Galicia, no se vive en ningún sitio, eso que quede muy claro», dice. Cuenta que vive en Ayangue, un pequeño pueblo de la costa pacífica con una playa recogida que la hace idónea para el turismo familiar. Explica que allí es relativamente habitual que haya cortes de luz o agua. «Hace poco estuvimos tres días sin agua, es algo que aquí es normal», afirma. Tarda en contarlo. Pero al final de la charla menciona la razón por la que, cuando deja el centro de trabajo, está contenta. «Lo mejor es que conmigo se vino también mi pareja y eso es vital para el apoyo logístico, para la casa, la comida... estoy encantada», confiesa. Su pareja, en realidad, lleva encima la misma odisea que ella. Viajó con Noelia a Marruecos, la siguió a Irlanda y ahora vive también en Ecuador junto a ella. «Él fue buscando trabajos allí donde fuimos y prestándome apoyo logístico», señala. No dice mucho más de él. Pero sonríe al mencionarle; se le nota la sonrisa mayúsculas incluso a miles de kilómetros.

Formación. Estudió primero en Poio y luego en la Universidade de Santiago. Es doctora en Biología Marina.

Viajes anteriores. Estuvo trabajando en Casablanca e Irlanda.

El presente. Es investigadora en Ecuador y allí se quedará al menos un año más.