El único médico de la historia que ha operado en 120 países es gallego

Gabriela Consuegra
Gabriela Consuegra REDACCIÓN / LA VOZ

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Diego González Rivas ha recorrido el mundo para operar y compartir su técnica

15 ago 2021 . Actualizado a las 13:14 h.

En la última semana estuvo en Ruanda, en Dubái y en Tayikistán, pero contesta al teléfono desde Portugal. Aterrizó allí hace apenas unas horas y llegó directo a surfear. Tiene un acuerdo de indiferencia con el cansancio, como si no tuviera que rendir cuentas por un trayecto que supone cerca de 12.600 kilómetros de vuelo en apenas días. Ni por eso ni por las ocho cirugías torácicas que hizo mientras tanto. Y las que hará en Lisboa, claro. Es su rutina: del avión al quirófano y, en mitad de ambos, a las olas.

Así ha vivido Diego González Rivas, cirujano gallego, desde hace 11 años, cuando creo la técnica que popularizó y con la que ha salvado miles de vidas. No es una forma de hablar: la Uniportal VATS es un hito en la cirugía de tórax porque permite hacer intervenciones quirúrgicas con apenas una incisión de tres centímetros. Eso se traduce en que el paciente sufre el mínimo y se recupera más rápido y mejor.

La pandemia lo ha hecho disminuir un poco el ritmo de «800 pacientes con cáncer de pulmón al año». Pero lo justo, porque a pesar de los aeropuertos vacíos y de subir a aviones en los que solo viajaban dos personas más, siguió, de un continente a otro, operando. Este ímpetu explica que sea merecedor de un reconocimiento que supone una hazaña sin precedentes en la historia de la medicina: es el único médico que ha operado en 120 países. En el mundo hay 194 reconocidos. «No creo que nadie haya operado ni siquiera en 80», confiesa.

A bote pronto: Yibuti, Tayikistán, Gaza, Kosovo, Siberia, El Salvador, Myanmar, Laos. Son tantos lugares que le cuesta hacer memoria y dar con los más insólitos. Incluso acepta sugerencias, así que incluye Uganda, Ruanda y Costa de Marfil, donde recuerda haber trabajado en «condiciones duras» por la falta de herramientas adecuadas. Solo entonces le viene a la cabeza Pakistán: «Operé en Peshawar, de las ciudades más peligrosas del mundo. Iba escoltado por militares 24 horas al día, incluso en el quirófano», cuenta. Luego menciona Irak, otro destino «duro». Con ese adjetivo le para los pies a las adversidades. También Nepal, Tíbet, la Antártida. En Corea del Norte estuvo de visita, pero no operó. Eso le valdría un récord aparte.

Ha hecho cirugías con estufas dentro del quirófano por el frío. Ha operado entre cortes de luz. Tuvo que parar una intervención para operar de urgencia a un herido de bala. En Uganda, le robaron el móvil, pistola en mano. En Venezuela, en la pandemia, fue el único médico extranjero que entró al país. En Gaza, lo mismo. Llegó el 18 de diciembre del 2020 y se fue antes de Navidad. El documental Operation beyond the borders recoge su viaje. Unos meses después de marchar, fue el bombardeo de mayo. «Noté que se estaba cociendo algo, había mucha tensión en el ambiente. Por poco no me cogió», dice.

¿Con qué se queda una persona que va por el mundo entregándolo todo? Responde de inmediato: «Con la satisfacción de ayudar, de enseñar». También con los gestos de gratitud que recibe, tanto de colegas como de pacientes. Y vive con los ojos muy abiertos para no perderse nada: culturas, acentos, comidas, paisajes. Lo recoge todo en cientos de fotografías. Su filosofía: «Coleccionar momentos y no cosas».

Dice que «la vida es una cuestión de motivación y prioridades». Recuerda al aprendiz que fue, el que debutó en quirófano con una apendicitis. ¿Qué hubiera pensado ese chaval del doctor González Rivas de hoy? «Este es un matado. Trabaja hasta los fines de semana», confiesa. Pero eso fue antes de descubrir la videocirugía, el gen de su pasión. Es el empuje principal al que atribuye su recorrido, pero no el único porque su espíritu aventurero late cada vez que habla. Incluso termina por reconocer que le gusta el riesgo. En octubre, se irá una semana a operar en Camerún, Níger, Malí «y a lo mejor Burkina Faso», dice. Turkmenistán, por otra parte, encabeza su lista de pendientes. «Es un país muy misterioso, me atrae. Es difícil entrar, pero lo están gestionando para intentarlo este año», revela.

Cuando se publique este reportaje, González Rivas estará en Jordania, luego volará a Kuwait y después a Madrid. Así, hasta Navidades. Su agenda está llena. Ha sentido miedo porque, a diferencia de otros profesionales, opera solo, sin un equipo fijo, viajando de un extremo al otro del mundo. Ha sacrificado cosas: la familia que le gustaría formar, tiempo con sus seres queridos, tiempo libre. Sin embargo, tiene claro lo que le respondería al chico que fue: «Soy muy feliz».