Jóvenes emigrantes encuestados por La Voz dicen que no volverán a corto plazo

La mayoría suman más de cinco años trabajando fuera aunque muchos salieron sin contrato

Carolina se marchó de Galicia en 2006 con una beca Erasmus para cursar su tercer año de carrera universitaria en Alemania. Contaba con quedarse unos diez meses, y actualmente sigue allí, viviendo en Stuttgart. Al finalizar su programa internacional, solicitó el traslado de expediente a la facultad del país germano y, aunque al graduarse intentó encontrar un empleo en Galicia, las condiciones laborales le parecieron «pésimas». Así lo explica esta arquitecta. En Alemania empezó trabajando en un restaurante español. No obstante, en tan solo cuatro meses ya encontró un empleo en su campo.

 La suya es una de las más de 500 historias surgidas a través de una encuesta publicada en el portal Global Galicia, que ha permitido analizar las circunstancias laborales de aquellos que viven alejados de su comunidad de origen.

El sondeo revela que cerca del 65 % de los encuestados viven fuera de Galicia desde hace más de cinco años. Héctor, un ingeniero de caminos residente en Francia desde hace casi una década, cuenta como tuvo que emigrar en el 2010 porque «no había absolutamente nada en España». Llegó en febrero del 2011 y en marzo de ese mismo año ya tenía trabajo como jefe de obra. A día de hoy trabaja como responsable comercial.

Las ganas de volver a instalarse en Galicia son palpables en muchas de las historias, a pesar de que la mayoría de los emigrantes no contemplan volver a España, al menos a corto plazo. «A día de hoy tengo un trabajo que me encanta, con unas condiciones que ni de lejos se ofrecen en Galicia, por ello no me planteo volver», comenta Helena, una ingeniera aeroespacial asentada en Alemania.

 «No me arrepiento de haberme ido», narra Elena, que emigró a Irlanda en el año 2000. Su plan era quedarse como mucho un año. Han pasado 19. «Tengo una estabilidad laboral que por desgracia nunca viví en Galicia», explica esta profesora que actualmente trabaja en una universidad irlandesa. Subraya además, cómo de «valorada» se siente en su actual trabajo.

«Ni con dos empleos en Pontevedra podía acceder a una vivienda y formar una familia», confiesa esta maestra que vive en Andorra. «Echo de menos Galicia, pero no me permitiría llevar una vida cómoda», añade.

Iván, un enfermero residente en Estados Unidos, comenta que allí gana al mes «cuatro veces más que en España», mientras que otro gallego asentado en Luxemburgo narra como puede «desfrutar dun bo nivel de vida, mellor evolución laboral e aforrar, ata que poida voltar a Galicia con maiores coñocementos».

 «Es lamentable que nuestro talento haya sido valorado por empresas extranjeras, con mejores condiciones laborales y una remuneración más alta», confiesa Javier, un ingeniero de caminos asentado en Chile. Él forma parte del perfil mayoritario que desglosa la investigación: los mayores de 30 años, un grupo que reúne a ocho de cada diez gallegos que respondieron a las preguntas.

Los menores de 30 copan solamente el 20 % de la encuesta, aunque más de la mitad llevan ya viviendo fuera de Galicia como mínimo 2 años.

Muchos confiesan sentirse felices en sus actuales lugares de residencia, aunque al mismo tiempo remarcan la complejidad de los inicios. Este ingeniero que vive en Chile explica cómo volvió a la facultad a los 40 años para convalidar su título universitario. «No fue fácil examinarse con chavales de 20 años, pero me siento orgulloso de tener mi título chileno colgado en mi oficina», añade.

«Me fui por necesidad porque en España no encontraba trabajo y fue muy duro a los 45 años hacer la maletas», cuenta otro lector que emigró a Italia.

Los inicios en el mercado laboral fuera de Galicia coinciden en un alto porcentaje de los encuestados: empezaron como becarios, o ejerciendo como profesionales en otros campos que nada tenían que ver con sus estudios.

Luis cuenta como a los 54 años perdió su empleo en Galicia y estuvo «al borde de la pobreza extrema». Su única solución fue irse a Buenos Aires, donde sigue a día de hoy, aunque planea volver cuando se jubile.

¿Cómo encontraron trabajo?

La mitad de los encuestados emigraron ya con un contrato estable, aunque el otro 50 % hizo las maletas sin un plan a largo plazo. Tres cuartas partes de los gallegos que se marcharon sin un contrato de trabajo lo encontraron gracias a la búsqueda activa o a la colaboración de amigos o conocidos. Otros llegaron a sus nuevos destinos sin saber el idioma local y aprovecharon su estancia para aprender una nueva lengua, lo cual es esencial para encontrar trabajo en algunos países. «Durante cinco años me dediqué a estudiar el idioma y a trabajar haciendo camas en hoteles o como lavaplatos. Actualmente he terminado mis estudios de Magisterio y trabajo como profesora de primaria en un colegio», cuenta esta chica que emigró a los 22 años con su pareja a Inglaterra.

La mayoría de los encuestados que se fueron con un trabajo cerrado fueron contactados por una compañía extranjera, o bien trasladados por sus empresas a otros países. «Trabajaba en una empresa alemana que me ofreció cambiar de departamento. Decidimos aceptar la oferta porque consideramos que es un país mejor que España para criar a nuestros hijos ya que las ayudas a la conciliación familiar son auténticas», cuenta este lector que decidió emigrar a Alemania con su familia. Otro caso es el de un joven que fue contactado por una empresa brasileña y, tras pasar por Brasil fue trasladado a China dónde trabaja actualmente. «Me propusieron ir de becario a una multinacional brasileña de motores eléctricos. Después de cuatro años en Brasil la empresa me ofreció ser expatriado para China donde trabajo desde hace un año y medio», añade.

Emprender lejos de casa

Algunos de los encuestados han decidido, además de emigrar, lanzarse a la aventura emprendedora fundando sus propias empresas. Es el caso de un gallego que se fue a Rumanía donde ahora tiene su propio negocio: «Llevo cinco años en la ciudad de Bacau donde he fundado una empresa de energías renovables», explica. Otro caso es el de un chico que emigró a Suiza cuando tenía quince años: «Actualmente soy el co-propietario junto a mi socio, también gallego, del taller dónde empecé a trabajar en 1994».

«Vine aquí de vacaciones durante dos semanas. ¡Y ya han pasado 20 años!», narra este informático que dirige su propia empresa de consultoría informática en Londres. El suyo es el paradigma de una decena de testimonios, que cuentan como en el extranjero se han convertido en emprendedores y coinciden en que en España esto sería «impensable». Así, Pedro detalla cómo emigró a Argentina después de que quebrase su negocio de muebles en España. En Buenos Aires empezó con un pequeño comercio hasta llegar a inaugurar su propia fábrica, que actualmente sigue creciendo: «Aquí nadie me regaló nada, trabajo lo mismo y tengo una calidad de vida que jamás tuve en España», sentencia.

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Reino unido

«Quizá debería haberme ido cuando era más joven»

Hace algo más de un año que Juan Gestal dejó su Santiago natal para emprender una nueva aventura en Irlanda. A los 35 años vivió en un hostal en Dublín durante dos meses y, justo el día que se mudaba a vivir a un piso, le robaron una mochila con sus pertenencias. «Sin el portátil, me resultó difícil echar currículos durante las últimas semanas de diciembre», lamenta este joven. Cuando regresaba a casa para pasar las vacaciones de Navidad recibió la llamada de un recruiter. Los recruiters son intermediarios que ayudan a las empresas a encontrar a los candidatos para sus puestos de trabajo.

A día de hoy reside en Stafford donde trabaja programando aplicaciones para pedir la comida en los restaurantes: «Aquí un camarero no se acerca a preguntar qué quieres, o usas la aplicación o te toca ir a pedir a la barra», comenta.

Gestal valora positivamente su decisión de emigrar: «No me arrepiento de haberlo hecho. He conocido a mucha gente y he tenido un montón de experiencias positivas. Volvería a hacerlo, aunque quizás debí hacerlo cuándo era más joven», explica. Actualmente se plantea regresar a España aunque no tiene ninguna prisa por volver: «Allí está mi familia y mis amigos y los echo de menos», lamenta.

global

Finlandia

«He hecho de guía turístico para Messi, Torres o Morientes»

Claudia emigró a Finlandia cuando tenía 18 años. Al terminar sus estudios de actividades en el medio natural decidió realizar sus prácticas en el país nórdico. Durante unos meses trabajó como guía turístico hasta que le llegó su primera oportunidad laboral en Laponia.

Allí sus expectativas laborales son muy diferentes a las que podía encontrar en Galicia. «En Finlandia tienen en cuenta las prácticas de trabajo que realizas y confían en personas que están comenzando en este tipo de trabajo. Creo que esa es la clave, las empresas no se lo piensan dos veces a la hora de contratar a jóvenes» dice.

En su día a día realiza safaris con motos de nieve y muestra el país a los turistas. «En este sector conoces personas de todo el mundo. He hecho de guía para futbolistas como Messi, Torres y Morientes», cuenta esta miñense que se ha adaptado perfectamente a las condiciones climatológicas finlandesas: «Cuento a los clientes que en Galicia tenemos las cuatro estaciones del año en un día, pero aquí en Laponia... en una hora! Puede llover, nevar, hacer viento y salir el sol en solo una hora».

Claudia no se plantea regresar a Galicia ya que hace poco ha sido madre de un pequeño que, como comenta, «es mitad gallego mitad finlandés».

global

arabia Saudí

«Me fui gracias a la ayuda de un vecino»

José Manuel Bascoy dejó Betanzos en el año 2015 después de toda la vida trabajando en España. Fue en ese momento, y gracias a un vecino, que tuvo la oportunidad de mudarse a Arabia Saudí para participar como topógrafo en el proyecto internacional del AVE a La Meca. «Me fui a Arabia Saudí gracias a la ayuda de un vecino. Nuestras hijas jugaban juntas en el parque y un día me comentó que en su empresa buscaban trabajadores para la construcción del AVE en el desierto», cuenta. José Manuel es uno de los muchos encuestados que consiguió trabajo a través de amigos o conocidos.

A sus 36 años este gallego cogió las maletas y se lanzó a la aventura de vivir lejos de casa en un país con unas costumbres muy distintas a las europeas. «La adaptación al principio fue difícil, pero te acostumbras. Tienes que controlar las horas del rezo ya que, por ejemplo, no puedes ir a echar gasolina cuando los musulmanes están rezando. Al final todo se basa en amoldarse a estos horarios», explica.

Bascoy, como le llaman sus compañeros en el país Saudí, tiene muchas ganas de regresar: «Ojalá pudiera volver pronto a Galicia, pero no lo sé. Tal y como esta el panorama la cosa pinta difícil».

global

República checa

«Es muy fácil conciliar la vida laboral con la personal»

Un año de Erasmus Estudios en Brno, en República Checa, fue la primera toma de contacto que Alba Couso tuvo con el extranjero. Sin embargo, cuando regresó a Galicia con su título universitario bajo el brazo, y ante las pocas posibilidades laborales, decidió volver a República Checa, en esta ocasión a la capital, Praga, donde lleva ya tres años. Esta ingeniera mecánica cuenta a La Voz su experiencia trabajando en Centroeuropa donde disfruta de subidas salariales anuales y de un horario laboral flexible con el que acaba su jornada a las 17.30-18.00 de la tarde. Además, «todas las horas trabajadas se registran, por lo que cada hora extra cuenta y el cómputo de estas se traduce en días libres», añade esta meañesa.

Durante el período laboral dispone de un total de 25 días de vacaciones, aunque el año pasado, y debido a la suma de las horas extra, disfrutó de un total de 40 libranzas. «Con todo esto es muy fácil conciliar la vida laboral con la vida personal y disfrutar de una muy buena calidad de vida», comenta esta gallega, que a su vez destaca que «no se plantea regresar a casa en un futuro próximo», ya que «no cree encontrar un trabajo que le ofrezca unas condiciones laborales similares», concluye.

Global

Reino unido

«Mi marido y yo acabamos de comprar una casa y me gusta mi trabajo»

Antonio decidió marchar de O Vicedo en el año 2000 cuando tenía 22 años. Después de varios meses trabajando en un call center en A Coruña este joven lucense cogió las maletas y emigró a Reino Unido dónde empezó a trabajar en una biblioteca. Después de una temporada viviendo en Inglaterra  se mudó a Canadá para probar suerte en el mundo del cine. «Me mudé a Canadá porque me interesaba en mundo del cine y quería probar suerte en esa industria. La cosa no cuajó y después de trabajar en una empresa de recursos humanos en Vancouver y Toronto decidí volver al mundo bibliotecario», explica.

Tras su periplo por Canadá decidió volver a Reino Unido donde estudió un máster en biblioteconomía en la University College London. Actualmente es jefe de operaciones en la biblioteca de York, donde vive con su marido. Antonio no se plantea regresar a corto plazo a Galicia: «Estoy muy asentado en York. Mi marido y yo acabamos de comprar una casa y me gusta mi trabajo», sentencia.

global

estados unidos

«Aquí puedo vivir con mi sueldo»

Conocer a la que sería su futura esposa mientras hacía el Camino de Santiago fue lo que finalmente empujó a Iván a dar el salto hacia el extranjero. Sin embargo, él siempre lo tuvo claro: deseaba irse. Este enfermero gallego, natural de A Coruña, lamenta «lo poco valorada que está la enfermería en España». Por ello, fue a los 28 años cuando decidió emigrar a Arizona, ya que, además de haber encontrado el amor en un chica americana, ansiaba unas mejores condiciones laborales. En España trabajaba con contratos temporales, mientras que en Estados Unidos disfruta de una estabilidad y los salarios son mucho más altos. Para los enfermeros oscilan entre los 60 y 100 mil dólares anuales. Aun así, tardó un año en convalidar sus estudios para poder ejercer y gastó casi 3.000 euros en tasas. Una vez lo consiguió, no le faltó el trabajo. «Las posibilidades laborales son inmensas», comenta. Asimismo, los enfermeros se pueden especializar en diferentes campos y crecer profesionalmente. «El coste de vida es más elevado pero se puede vivir de un solo sueldo de enfermero, pagar hipoteca y ahorrar», añade.

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