Los emigrantes gallegos de Zavattini

Miguel Anxo Fernández

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Paolo Monti

Uno de los padres del neorrealismo cinematográfico visitó Galicia en 1954 para escribir un guion para las frustradas «Cinco historias de España» de Berlanga

17 abr 2017 . Actualizado a las 08:45 h.

Su título era Emigrantes. Era una de las Cinco historias de España, película que debería rodar Berlanga al estilo de otros proyectos frustrados: Italia mía, que Zavattini preparó con Vittorio de Sica, y México mío, que también ideó para un gallego, el director Carlos Velo, y que nunca llegó a realizarse. De haberse llevado a cabo ambos filmes, el neorrealismo italiano habría conformado de manera distinta la evolución histórica del cine gallego en la segunda mitad del siglo XX.

Eran los intensos años cincuenta en España, de censura vigilante. El Instituto de Investigaciones y Estudios Cinematográficas (IIEC) se consolidaba como único centro formativo bajo la dirección de un ingeniero industrial de Mondoñedo, Victoriano López García. Sendas Semanas de Cine Italiano celebradas en Madrid en 1951 y 1953 estrenaron filmes inéditos y trajeron a España a varios directores, además de a Cesare Zavattini, idolatrado desde entonces por los alumnos del IIEC. Entre ellos, Luis García Berlanga y Ricardo Muñoz Suay.

Los tres se propusieron un proyecto conjunto para el cual «en un Citroën de aquellos que llamaban patos […] recorrimos España durante un mes. [Francisco] Canet, como conductor y productor, Zavattini, Berlanga y yo. El viaje lo hicimos en dos etapas», tal como recordaba Muñoz Suay. Así llegaron a Galicia en el verano de 1954. Entraron por Lugo y terminaron en Vigo. En los meses siguientes, trabajaron el guion, entre Madrid y Roma, aunque «entre los compromisos morales de Zavattini con su obra global y las ideas de Luis sobre un cine diverso al que nos habíamos comprometido, nos llevó a todos a un callejón sin salida», concluye Suay, que en 1955 publicó el argumento de Cinco historias de España en «una tirada muy limitada, unos cincuenta ejemplares», que la Filmoteca de la Generalitat Valenciana reeditó en 1991 y de cuya introducción proceden sus declaraciones. 

La tierra de Rosalía de Castro

Paolo Monti

El episodio de Galicia, Emigrantes, segundo en el desarrollo del filme -el primero se ambientaba en La Mancha y los restantes en Andalucía, Barcelona y Las Hurdes-, comienza con apariencia de tópicos que lo son menos por el tono neorrealista que inspiraba a Zavattini, muy próximo a la gente común y a los ambientes cotidianos. Así comenzaba: «Ahora nos encontramos en otra región de España, en Galicia. Esa tierra que, como dijo Rosalía de Castro, está llena de prados, ríos, arboledas. Aquí suena la gaita y se baila la muiñeira. El Atlántico bate sus costas con grandes olas y en sus montañas hay siempre inmensas nubes. La tierra está divida en pequeñas parcelas, y el gallego defiende su pequeña propiedad circundándola de piedras. Ahora estamos en alguna parte de Lugo, durante uno de los mercados mensuales de ganado». Después de varias peripecias costumbristas, para pagarse el pasaje del barco, y despedidos por varios vecinos del pueblo, el coche correo traslada a un padre y a su hija hasta el puerto de Vigo con destino a Uruguay. Antonio, quizá el novio de la chica, la seguirá en su bicicleta para despedirla.

«México mío», un gran proyecto de Carlos Velo que quedó sepultado en el olvido

«Zavattini proyectó para mí un documental de largometraje titulado México mío, como la Italia mía que había diseñado para Vittorio de Sica o Rossellini y que no llegó a filmarse […] al estilo del cine-verdad», relató Carlos Velo. Ambos se conocieron cuando el productor Manuel Barbachano lo invitó a México en 1954 a aportar ideas para revitalizar el cine mexicano. El guionista, entusiasmado con el halo neorrealista de Raíces (1953) -supervisada por Velo- y con el primer montaje de Torero! (1956), ya con Velo como autor, sugirió México mío, a desarrollar entre finales de 1955 y comienzos de 1959. Una treintena de «técnicos, consejeros etnógrafos, literarios, biólogos, economistas, de folclore y música» recorrieron el país durante un año, recogiendo 40.000 metros de película, que Velo llegó «a establecer una continuidad de seis horas». Octavio Paz, Carlos Fuentes, Juan Rulfo y Jesús Bal y Gay estaban entre los asesores. Para el director de Cartelle iba a ser la gran obra de su vida, pero cientos de fichas sobre México permanecieron olvidadas en su archivo. Zavattini definió el proyecto como «una jornada en México (…) a través de las horas del día, desde las primeras luces de la mañana, hasta la aurora siguiente». Pero nunca vería una pantalla.