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Demetrio Bilbatúa, el gallego que filmó México en más de mil documentales: «Quizás me quede la espinita de no haber hecho algo en Galicia»

Cultura

CARMEN NOVO REDACCIÓN / LA VOZ
Demetrio Bilbatúa, en el estudio de New Art.

Fundó junto a su hermano Producciones Bilbatúa, laboratorio del que salió New Art, estudio de postproducción y doblaje que se encarga en la actualidad de proyectos como «El juego del calamar» o «Wicked» y que acaba de abrir una sede en Madrid

27 Oct 2025. Actualizado a las 05:00 h.

Demetrio Bilbatúa (Vigo, 1935) se acuerda, a sus 90 años, de la primera cámara que tuvo, una Bolex Paillard de tres lentes. Era el inicio de los cincuenta en México: «Mi hermano Ángel me la puso, pero yo temblaba tanto de la emoción que no podía ni cogerla», rememora. Durante décadas, vio el mundo a través de una película de 35 milímetros. Su archivo se compone de más de 1.000 piezas documentales que atestiguan la historia y las bellezas del país azteca. Fundó junto a su hermano Producciones Bilbatúa, laboratorio del que salió New Art, un estudio de postproducción y doblaje que, en la actualidad, se encarga de proyectos como El juego del calamar o Wicked. Una vida dedicada al cine a la que le habría pedido una cosa más: «Quizás me quede la espinita de no haber hecho algo en Galicia».

De España salió en 1945, con 11 años. Cruzó el océano en un barco en dirección a Cuba acompañado por sus dos hermanos, Ángel y Marisa, y por su madre, Sagrario, para establecerse en México. Huían de la Guerra Civil española después de que su padre, Demetrio, y sus tíos, Antonio y Luís, fueran fusilados. La memoria no le falla a la hora de reivindicarlo:  «La nostalgia al salir de Vigo fue terrible. Mi madre veía las Cíes, cómo se iban perdiendo, y decía: "¿Volveré algún día?". Sí que lo hizo».

Demetrio Bilbatúa en unas fotografías rescatadas de su archivo personal.Cedidas por la familia de Demetrio Bilbatúa

Antes pasó una temporada en A Coruña. «Fui al colegio Concepción Arenal y viví en el 92 de la calle Caballeros, en Monelos, en el primero de la izquierda. ¡Hasta el piso era apropiado!», bromea Bilbatúa, que saca a la palestra el apodo de su padre, «El rojo». De la época se acuerda de esa alineación del Dépor, de su amigo Rafael, con el que asaba las patatas que robaba en las leiras de alrededor de las vías del tren y del cine Avenida, en el que vio por primera vez la película Allá en el rancho grande. Casualidades de la vida, años más tarde trataría en México con sus protagonistas. 

Lo del cine le viene de familia. Tenían una tienda de fotografía en la calle Príncipe de Vigo, Fotomecánicos, y asegura que fue su hermano Ángel el que lo proyectó en su carrera fílmica. Mientras que él se terminó dedicando al largometraje, Demetrio se centró en el documental. Defiende el género como «el tratamiento creativo de la realidad» y, a día de hoy, contabiliza más de mil grabaciones, fruto de haber recorrido México con la cámara colgada del cuello. «Siempre me apasionaron las etnias indígenas. Yo me fui a vivir con huicholes, coras, tepehuanos, chamulas... Ahí hice documentales de tradiciones. Le doy las gracias a este país, porque me lo dio todo».

Durante años trabajó como camarógrafo de los presidentes Adolfo López Mateus y Gustavo Díaz Ordas, algo que le reprochaba constantemente su buen amigo Luis Buñuel. «Me decía: 'Demetrio, tú haces un cine para el Gobierno que no me gusta'. Yo le respondía: 'Sí, pero por eso puedo tenerlo yo aquí en casa charlando y tomándose un Martini conmigo'. Era un hombre muy carismático y cariñoso con los Bilbatúa. Siempre me quedará ese recuerdo suyo con mucho cariño, respeto y admiración. Cuando él me hablaba del surrealismo de Bretón, yo decía: “Eso no tiene ni pies ni cabeza”. Pero no me atrevía a decírselo a un genio como era Buñuel. Lo admiré mucho y El perro andaluz me pareció una película increíble», recuerda. Además del autor, por su vida han pasado personajes como los actores y cantantes Pedro Infante y Jorge Negrete, la actriz María Félix o Cantinflas.

 

Recortes antiguos de un periódico mexicano en el que sale Demetrio Bilbatúa.Cedidos por la familia de Demetrio Bilbatúa

La primera vez que volvió a su país fue a finales de los años setenta, con el fin de la dictadura. Acompañaba a López Portillo en un viaje que buscaba restablecer las relaciones diplomáticas con el país y que quedaría plasmado en el documental Pueblos amigos. «Fue muy emotivo para mí», recuerda Bilbatúa, que, por aquel entonces, ya era oficialmente mexicano. Este y sus otros mil documentales en 35 milímetros, que comenzaron a registrarse en los años 50, están digitalizados en un archivo comisariado por el empresario Carlos Slim. «Yo me acuerdo de cómo revelaba el celuloide en blanco y negro. Desde luego que cambiaron mucho las tecnologías. Estuve a punto de morirme en helicópteros por accidentes que tuvimos. Sin embargo, ahora es diferente con el dron», recuerda. 

Fruto de los cambios que menciona es su nieta, Andrea Bilbatúa, que lleva ahora New Art, el estudio en el que se convirtió Producciones Bilbatúa. Hacen postproducción de imagen, de sonido, doblaje y subtitulado en colaboración con las plataformas y con las casas productoras. En los 25 años que llevan en activo se han consolidado como uno de los más importantes del país. Se acaban de instalar en Madrid, una apertura que Andrea, también viguesa de nacimiento, celebra: «Creemos que es un buen momento para dar el salto, llevando un poco de lo que hacemos aquí a nuestra tierra natal».

Interiores del estudio de New Art.New Art

En México han trabajado con grandes creaciones. «Van desde películas históricas mexicanas, como Matando cabos, hasta las grandes producciones de hoy en día, como El juego del calamar, con Netflix, o Wicked, con Universal», enumera Andrea. Destaca la coreana por la dificultad a la hora de trabajar con el idioma y el musical por lo complicado de traducir las canciones sin que pierdan la musicalidad. 

Para ella, imagen y audio van de la mano, aspecto en el que discrepa con su abuelo, para el que la imagen se apodera del valor de la producción: «No pensé en que se pudieran hacer estos avances. Yo pensé siempre en el arte del cine como una idea muy clásica», asegura Demetrio. Lo explica más en detalle: «Sentí que tenía una gramática propia, muy relacionada con los signos de puntuación en la lengua castellana (...) Siempre quise un lenguaje visual en el que la palabra fuera un complemento». 

Por su particular visión del cine y por todas las anécdotas que le quedan por contar, New Art prepara su historia. Tras una vida dedicada al documental, Demetrio Bilbatúa tendrá el suyo propio.


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