Adriana Galdo García, viajera viveirense que vive en Estonia: «En Corea siento que 'pertenezco' a ese país asiático y que es mejor todo»
A Mariña
Viajes que han dejado huella en la viveirense Adriana Galdo
Reside actualmente en Tallin, donde trabaja, y de cara al próximo año 2026 tiene planes de volver a Corea, así como también de visitar Kazajistán y San Petersburgo
25 Dec 2025. Actualizado a las 19:56 h.
«El mundo es un libro y quienes no viajan leen solo una página», apuntaba San Agustín acertado. Adriana Galdo García (Ferrol, 1996) llegó a Viveiro a los 8 años. Trabajar un tiempo en el negocio hostelero de sus padres en la ciudad le permitió generar una base económica para poner rumbo al mundo, tras descubrir en un Erasmus en República Checa iniciando Filología Inglesa que lo suyo era salir de la «zona de confort» geográfica. Reside en Tallin (Estonia), donde trabaja en servicio al cliente desde hace un año: «Integrarte es difícil al principio pero me gusta mucho el clima. Ahora lo echo de menos, por la nieve y los mercados navideños». «A mí me da igual el trabajo que haga, si me permite viajar», dice tras haber aprendido, añade, a «conformarse con menos y a viajar con lo que puedo y ahorro». Es una clave que a algunos sorprende, sobre todo a quien asocia viajar con lujo, cuando no tiene por qué ser costoso. «Soy muy organizada _defiende_ y bastante ahorradora. Es verdad que vivir en casa de los padres ayuda. Yo sacrifiqué irme a vivir fuera y pagar un piso, por ejemplo en Madrid donde tengo amigos, que viven, se divierten... Yo pasé unos años ahorrando, y sin vida social también». Adriana Galdo recuerda su paso por Finlandia, Letonia, Lituania, Rumanía, Serbia, Macedonia, República Checa, Polonia, Italia, Mongolia, Tailandia, Corea, Taiwán, Japón, China... La lista genera envidia sana. A las puertas de 2026, ya hay planes: «Kazajistán, San Petersburgo y volver a Corea».
««A mí me da igual el trabajo que haga, si me permite viajar»»
«Viajo más sola _explica_ pero también me gusta, a veces, acompañada. De hecho, normalmente se lo comento a mis amigos y se acaban uniendo a mis viajes en el último momento. Cuando viajo sola, soy más aventurera. Por ejemplo, en China viajé la primera mitad del mes sola, quedándome en hostales, sin nada planeado, yendo día a día, conociendo gente y abriéndome más. Cuando vino un amigo, él prefería quedarse en hoteles y tener un itinerario como más cerrado». «Algo que me costó aprender _sonríe_ es que te puedes quedar un día entero en la habitación y no pasa nada. Puedes descansar y no te tienes que auto culpar de perder un día. Es recargar pilas».
«Volar me da pánico»
Algunos le preguntan si tiene miedo y ella responde: «Tengo mucho miedo pero lo hago con miedo. Volar me da pánico, pero lo hago. Sobre todo la llegada al aeropuerto a un nuevo país es lo que más miedo me da». En un destino no conocido todo es nuevo y moverse en un entorno así nos da herramientas para la vida, asiente Adriana Galdo: «Yo soy una persona muy introvertida. Mi primer viaje sola fue en 2023. El ir a comer fuera, sola, me daba muchísima vergüenza. Las primeras semanas no me atreví pero después sí, tenía que salir a comer y relacionarme. Poco a poco lo hago, y sin timidez». Influye mucho la acogida: «Por lo general bien, sobre todo si vas a hacer que te entiendan. En China hablé más español que inglés y me recibieron bien». Se ayuda con el móvil y aplicaciones de traducción. «Si no, por señas», añade. «Tienes que tener un poco de soporte _dice hablando de economía_ pero en China gasté en alojamiento 5 euros por noche». Al cruzar una frontera, especialmente lejana, lo mejor es abrir la mente y huir de comparativas con nuestro lugar de origen: «En China está mal visto sonarse la nariz pero aquí es lo contrario».
«Al viajar aprendo a entender las diferencias entre culturas y veo que fuera tienen mucho sentimiento de comunidad, sobre todo en Asia. Más que aquí»
«Al viajar _añade_ aprendo a entender las diferencias entre culturas y veo que fuera tienen mucho sentimiento de comunidad, sobre todo en Asia. Más que aquí». Un lugar le toca la fibra. Es Corea: «Cuando viajé sola y llegué allí pensé ‘es que pertenezco aquí’. Es muy raro ese sentimiento. Cada vez que me voy de Corea siento como tristeza. Me preguntan por qué me gusta tanto. Puedo decir la gente, la comida, las ciudades, las calles, la naturaleza... pero no lo sé. Allí es mejor todo. Mi sueño es vivir allí y recorrerlo caminando».