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«En Suecia encontré un trabajo como ingeniero, en España sería impensable»

A Coruña

Natalia Pablo, A. A. A Coruña / La Voz

Uno de cada cuatro jóvenes de la provincia que buscan empleo fuera son de la ciudad

12 Sep 2016. Actualizado a las 10:07 h.

La cifra de jóvenes de la provincia de A Coruña que emigró al extranjero en el 2015 fue de 583, un número que creció un 12,5 % con respecto al 2014. En A Coruña ciudad, los datos tampoco son esperanzadores. Según los últimos informes del Instituto Galego de Estadística, 155 jóvenes de entre 16 y 29 años cambiaron de país en el 2014 -uno de cada cuatro en la provincia-. La mayoría buscan fuera de España las oportunidades de empleo que el país no les ha dado. Otros, precavidos, huyen para salvar su futuro, para obtener una formación mejor o unas condiciones laborales y una calidad de vida superiores.

Lo cierto es que, a día de hoy, pocos desconocen el problema de la fuga de cerebros, pero no todos reparan en las consecuencias de este fenómeno.

 

Una decisión difícil

La coruñesa Loreto Parga es biotecnóloga y lleva desde su primer año de universidad lejos de su ciudad natal. Estuvo primero en Salamanca, donde hizo la carrera, y después, la continuación de sus estudios la llevó a Holanda, donde cursó un máster.

La joven reconoce que al principio se fue «para aprender idiomas, pero ahora sé que tomé la decisión correcta», dice. Pero desde su estancia en el extranjero, Loreto no solo ha aprendido una nueva lengua, sino que también ha engrosado su currículo haciendo prácticas en laboratorios de Holanda y Bélgica: «El ritmo es muy diferente aquí y valoran más tu trabajo».

Aunque lleva varios años fuera de A Coruña, no se plantea volver, y su próximo objetivo es hacer el doctorado. En este punto, la biotecnóloga encuentra también diferencias entre los doctorados de su país y de Holanda: «En España corres el riesgo de que se te acabe la financiación y te quedes sin acabar, aquí no conozco a nadie al que le pasara algo similar», puntualiza.

 

Una cuestión de aptitudes

El caso de Juan Fafián es similar. Cursó la licenciatura de Química en Santiago y lleva cinco años centrado en su tesis doctoral. Gracias a una beca europea, Juan estuvo trabajando también en un laboratorio de Holanda. Para él, las diferencias entre ambos países son enormes: «En Galicia, solo se valoran las notas. En Holanda tenían muy en cuenta mis aptitudes y mi forma de trabajar, y eso me gusta». Actualmente «tengo que dar clases particulares por falta de financiación para el doctorado», explica. Aún no sabe qué va a hacer en el futuro, tiene claro que se irá «fuera». El destino no está claro, pero entre sus opciones, destacan «Nueva York y Londres».

Un poco más al norte ha llegado Jesús Armesto, un coruñés que vive en Gotemburgo (Suecia). Estudió Ingeniería de Caminos en la Universidade da Coruña, pero durante el curso 2012-2013, solicitó una beca Erasmus para irse a Suecia. Un año después, tras su vuelta a Galicia, regresó a ese país para cursar un máster. Antes incluso de acabarlo ya había encontrado empleo en una empresa: «Hay buenas conexiones entre la facultad y las empresas. En Suecia conseguí trabajo mientras hacía el máster, quedó una plaza vacante y la logré. Esto sería impensable en España», asegura.

Jesús cree que dentro de unos años, la situación en Galicia podría mejorar, pero «no me veo volviendo, estoy cómodo y las condiciones son mejores».

 

Las dificultades de vivir fuera

Todos ellos reconocen que existe una serie de dificultades a las que hacer frente en un país desconocido. Loreto Parga apunta, por ejemplo, «el idioma» como uno de los principales problemas que tuvo que afrontar cuando llegó a Holanda.

Jesús, por su parte, explica que en Suecia la barrera lingüística se acentúa: «Aquí hay mucha gente que habla inglés, pero para encontrar trabajo tienes que saber también sueco. Tuve que aprenderlo», confirma.

Sin embargo, además del idioma, la cultura es, en muchos casos, otro obstáculo para los jóvenes coruñeses. Loreto explica que «los holandeses tienen una forma distinta de ser, son más serios», y añade que «también te dan más libertad para trabajar a tu ritmo».


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