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Los bajos precios hacen de Polonia un destino preferido por los erasmus

Galicia

marÍa cedrón gdansk / enviada especial

Tres jóvenes gallegos cuentan por qué escogieron el país báltico

07 Apr 2015. Actualizado a las 15:45 h.

«Moitos polacos non entenden que un español decida voluntariamente ir a estudar ao seu país. Vai moito frío, o idioma tende a aforrar en vocais -un barrio de chámase Wrzeszcz- e a sociedade ten unha arraigada ideoloxía conservadora en temas como a liberdade sexual ou a igualdade de xénero». ¿Por qué entonces Polonia es el segundo país, después de Italia, preferido por los estudiantes de Erasmus? Alejandro Pérez lo explica bien: «A vida é boa para os estudantes de intercambio». Lo es, como apuntan él y otros de sus compañeros, porque es un lugar barato en comparación con otros estados europeos.

Este ferrolano de 1994 estudia Psicoloxía en Santiago, como su amiga Almudena Castro e, igual que esta joven de Pontecesures, optó por la ciudad de Gdansk para estudiar un año fuera de Galicia. «É innegable que vivimos nunha dobre burbulla porque somos parte do colectivo Erasmus con festas e viaxes e porque vivimos no ambiente que nos afasta da Polonia profunda», dice. Además reconoce que ya antes de venir había hablado «do doado que era aprobar as materias, o que non implica que a formación sexa peor, porque as clases son máis dinámicas e participativas». La práctica se toma más en serio.

En eso coincide también con otro estudiante de Ingeniería Marina de A Coruña. Diego García Lema. Su facultad está en Gdynia, muy cerca de Gdansk, pero vive en Sopot. «Aquí as clases céntranse máis nos aspectos prácticos». No piensa lo mismo Almudena Castro. Porque aunque le gusta el modelo educativo, echa de menos más prácticas: «Hai menos horas presenciais que en España [...] pero creo que debería haber máis prácticas porque a verdade é que tiven poucas».

Tanto ella como Diego reconocen que optaron por Polonia por el nivel de vida en comparación a otros países. «Foi pola facilidade que me puxeron para escoller as materias e, como a maioría de nós, porque é un país barato e as becas non permiten irse a outro tipo de países [la ayuda tope que pueden lograr es de 2.300 euros para 10 meses]», explica Diego. Algo que no difiere de lo que cuenta ella: «Era diferente a todo o que vira antes e porque xeograficamente está moi ben ubicado para poder ir a outros países. Tamén porque a vida é máis barata que en Bélxica ou Francia».

Sobre la vida en Polonia no ve mucha diferencia: «Pensei que sería máis diferente da nosa, pero non. A xente é máis cerrada, non sorrín tanto, pero en canto aprendes un pouco de polaco, podes sobrevivir». También observa que hay «moitos xoves polacos namorados de España e moitos que falan español, todos quedamos abraiados». De hecho, a los Erasmus españoles les han apodado Spanish Guetto.

El fomento del español favorece la integración de polacos en las empresas de la Península

El español está de moda en Polonia. Tanto que, además de academias privadas, hay institutos con secciones bilingües promovidas por el Ministerio de Educación español donde los alumnos pueden acercarse al idioma  y a la historia de España. En Varsovia hay centros como el Liceo Miguel de Cervantes que llevaba ya una década haciendo intercambios con el IES María Casares de Oleiros, además de con otro centro de Andalucía. De hecho, es el que tiene el intercambio más antiguo con España. Ese afán por aprender lengua y cultura española favorece la integración de los trabajadores polacos en las empresas llegadas desde la Península. Porque, como dicen los empresarios desplazados al país báltico, que conozcan el modo de trabajar en la Península es fundamental. 

El programa del Ministerio de Educación ha empujado también a Polonia a muchos profesores de castellano procedentes de Galicia. Justo en el Liceo Miguel de Cervantes  da clase Belén Rodríguez Caamaño, una joven de Marín que luego se trasladó a Vigo. Licenciada en Filología Hispánica y Periodismo, lleva ya seis años en Polonia trabajando con las becas de las secciones bilingües. Como explica, en Polonia el modelo educativo y la forma de trabajar es muy diferente. «Aquí el modelo educativo ?cuenta ella? es bastante exigente y tiene muchas normas que hay que aprender, sobre todo las relativas a cómo debe de ser la evaluación. Hay más tipos de notas, la calificación depende también del tiempo dedicado y el material que se ha dado...». Pero no solo eso. Los sueldos de los profesores también son diferentes. «Varía en función de la escuela, del barrio en el que esté. ?indica? En Varsovia, por ejemplo, se cobra más, como los profesores cobran por horas, trabajan más».

En la otra punta de Varsovia, en el Liceo José Martí también da clase de español otro gallego. Es Samuel Perrino Martínez, un  licenciado en Historia de Boiro que llegó en septiembre. A sus 25 años, después de pasar por el Colexio Europa de Brujas, comenzó a dar clase este curso en dicho instituto polaco donde ha podido comprobar como en Polonia fomentan mucho más el mérito que en España. «Este é unha especie de centro de elite porque entran os mellores estudantes, pero é realmente abraiante porque ao rematar os estudantes falan ben dúas linguas estranxeiras», cuenta. Y le maravilla lo motivados que están los alumnos. No rehúyen el trabajo.


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