De la teoría a la práctica en el ICO
España emigración
La viguesa Irene Garrido Valenzuela preside el Instituto de Crédito Oficial desde el pasado 29 de agosto
07 Sep 2014. Actualizado a las 07:00 h.
Prudente como siempre, Irene Garrido Valenzuela evitó durante días confirmar un secreto a voces. Hasta que lo vio por escrito tras el Consejo de Ministros del pasado 29 de agosto: nueva presidenta del Instituto de Crédito Oficial (ICO). Es esa precaución la que ha ido marcando su carrera, orientada durante veinte años a la docencia y a la investigación, hasta que se le cruzó por delante la política. Siempre ha sido de las de vincularse, pero eso de militar y convertirse en diputada parecía un reto mayor. Pero lo afrontó. En el 2011 accedió al Congreso, a un escaño al que no pudo llegar, aunque lo intentó, su primer referente político e intelectual: su tío Ramón de Valenzuela. La biografía de este último, fallecido en 1980, es vibrante. Activista republicano, exiliado, miembro del Partido Galeguista y hombre de confianza de Castelao. Posiblemente hoy tío (comunista) y sobrina (del PP) discreparían de muchos asuntos. Pero hay dos en los que habría consenso: la necesaria implicación política y el esfuerzo como receta para el día a día. Ramón de Valenzuela es su primer referente; el segundo, su hermano Fernando, ingeniero agrónomo y conselleiro de Agricultura durante tres años a mediados de los ochenta. Aunque si de influencias se trata, es posible que se haya mirado en alguno más de sus hermanos: son 9 en total. Ella, que en marzo cumplió 54 años, es la penúltima de todos, justo por delante de Javier Garrido, el actual presidente del Club Financiero de Vigo.
A esta viguesa (aunque por accidente nació en Madrid, toda su familia está vinculada a la provincia de Pontevedra) amante de su familia -está casada y tiene dos hijos- y de sus amigos, le llega ahora el gran reto de su carrera: la máxima dirección del ICO. Es un reto porque esta economista está muy bien formada en la teoría y en la investigación (es doctora por la Universidad de Santiago), pero tiene delante la oportunidad de demostrar que es capaz de llevar la teoría a la práctica. Pasar de las clases en la Facultad de Económicas de Vigo -donde llegó a ser vicedecana-, de los ensayos económicos -de la que es voraz lectora- y de las discusiones y corrillos del Congreso -donde hizo un eficaz trabajo con la solución para las preferentes- a la gestión de un banco público en la sombra que pasa bastante desapercibido. Que es discreto, como su nueva presidenta. Dicen quienes han trabajado allí que el ICO hace un trabajo «impecable e imprescindible, pero es incapaz de vender sus éxitos». Cierto, porque son los bancos comerciales los que hacen de intermediarios (y se cuelgan la medalla) con los préstamos de este organismo, hoy volcado en la microfinanciación a las pymes. Solo en el primer semestre movió 10.800 millones de euros, más que muchos bancos medianos en España. Quienes han hablado con Irene Garrido estos días dicen que llega entregada. Que le toca aprender algo nuevo. Y que se volcará.