El «brexit», una amenaza para la exportación de firmas gallegas
Internacional
Es el cuarto mayor mercado para los productos gallegos, sobre todo por el textil por Inditex, que se está dejando más de un 5 % en bolsa
24 Jun 2016. Actualizado a las 13:04 h.
La salida del Reino Unido del paraguas de la Unión Europea tendrá un impacto notable en la economía mundial del que Galicia no será ajena. La isla es el cuarto mayor mercado para las empresas de la comunidad, con un volumen de exportaciones al año que se mueve alrededor de los mil millones de euros. Y lleva un ritmo creciente, hasta el punto de ser el territorio que mayor crecimiento está registrando en el movimiento comercial gallego al exterior. En el último ejercicio, el del 2015, el incremento llegó a ser de casi del 30 %, seis veces más que lo sucedido para el conjunto de las exportaciones.
Y pese al intenso debate que precedió al referendo del brexit, la relación comercial entre los dos territorios se ha intensificado en los últimos meses. Las ventas de productos gallegos han repuntado casi el doble entre enero y abril, hasta superar los 500 millones en solo un cuatrimestre. De mantenerse el ritmo, se irá a una cifra récord de negocio con la isla, aunque aún lejos de lo que se mueve hacia Francia o Portugal, los dos grandes caladeros del mercado exterior de la comunidad.
La salida británica supondrá un incremento de aranceles y también de impuestos que podrían tumbar, a medio plazo, un negocio al alza desde la comunidad. Por eso el resultado producido allí se observa con cierta inquietud aquí.
¿Y qué se le vende a los británicos? La respuesta es fácil viniendo de Galicia: ropa y vehículos. Lo primero se entiende por el gigante Inditex. La mayor multinacional española, con sede en Arteixo, cuenta con 103 tiendas en el Reino Unido (están todas las marcas, salvo Uterquë), y con versión para ventas por Internet desde hace seis años. Su división Zara UK está valorada en más de 100 millones de euros. La firma estaba cayendo a mediodía en bolsa por encima del 5 %; aun así, resiste mejor que la banca, con un castigo por encima del 15 % general por su gran exposición a la City de Londres. Quizá por el miedo a lo que pudiera pasar, el grupo que preside Pablo Isla anunció hace una semana la entrada en el consejo (a partir de julio) de Patricia Kingsmill, una baronesa laborista que puede abrirle puertas a Inditex si la situación se complica.
Amancio Ortega, el máximo accionista de Inditex (tutela el 60 % del capital) se la juega también por otro lado: su fuerte inversión inmobiliaria en Londres, de más de 2.000 millones de euros en los últimos años. El impacto en su caso no vendría tanto por la depreciación de esos bienes (están en lugares clave), sino porque la mayoría de ellos están alquilados a otras empresas, que podrían sufrir por la depreciación de la libra; o, directamente, hundirse el precio de las rentas.
Pero hay otras firmas que están colocando su producto en Inglaterra, como Caramelo o Bimba y Lola. De los mil millones que se mueven al año, más de 400 millones corresponden a prendas y calzado.
Lo segundo, la automoción, obedece a piezas que se están vendiendo desde auxiliares de la zona de Vigo para la construcción de vehículos agrícolas en la isla. El resto de negocios lo conforman la piedra y pizarra -la ourensana Cupa, que negocia ahora su venta a un fondo americano, tiene una notable presencia allí-, la madera -está la compostelana Finsa-, las conservas y los productos químicos. En total hay unas 250 firmas gallegas que venden con regularidad a ese territorio, y otras tantas que lo hacen alguna vez a lo largo del año. Aparte de las anteriores están también Inasus, con aplicaciones de aluminio para la construcción; o Dinak, con chimeneas de acero inoxidable. Hay abiertas también vías pioneras en biotecnología y en aeronáutica.
¿Y qué se compra de Londres? Cereales, pescado, productos de fundición y químicos. Pero la mitad de lo que se vende. Y posiblemente también se encarezcan esas importaciones.
Decenas de armadores en vilo ante la posible salida de la UE
Si la salida del Reino Unido se hace dejando cerrada a sus espaldas la puerta de la UE unos 40 barcos de capital español -en su mayoría de armadores gallegos- que operan en aguas europeas ondeando pabellón británico pueden perder la condición de flota comunitaria. No es extraño entonces que decenas de empresarios pesqueros que han comprado barcos y cuotas en ese Estado estén en vilo tras el brexit.
La agrupación Pescagalicia, que representa a una veintena de embarcaciones con base en puertos británicos pero con casa armadora en A Coruña, Ribeira, Vigo o Celeiro, se ve en la tesitura de tener que pagar aranceles por las casi 9.000 toneladas de pescado que anualmente coloca en el mercado comunitario. Porque es cierto que la mercancía se obtiene en aguas británicas, pero se trata de especies que en un 90 % se comercializan en España, mientras que el 10 % lo adquiere Francia. En tanto permanece en la UE, no hay gravamen por vender pescado en Europa, pero al levantar la frontera llegarían también las tasas, a no ser que un convenio bilateral lo remedie.
No es un problema solo para la flota abanderada en el Reino Unido, sino también para la que es de armadores oriundos. Vale que consumen el eglefino, el granadero o el merlán que pescan en el mar del Norte y al oeste de Escocia, pero tendrían dificultades para absorber el arenque o la caballa que ahora envían a los Países Bajos y, sobre todo, a Alemania, si se salen del club. Eso sin contar que le quedarían vedados los caladeros de Irlanda, de Francia y de España, donde la flota captura las especies pelágicas de las que, por cierto, tienen amplia cuota.