«Mi abuelo Rubén González siempre ha sido mi meta a imitar»
Lemos
El nieto de un pianista cubano del Buena Vista Social Club enseña música en Monforte
08 May 2015. Actualizado a las 08:19 h.
Desde hace dos años, el conservatorio monfortino Adagio tiene entre sus profesores al pianista cubano Ernesto Maseda González, procedente de una familia de gran tradición musical. Es nieto del pianista Rubén González, quien actuó con Compay Segundo y otras figuras de la música cubana en el legendario álbum Buena Vista Social Club y en la película del mismo título dirigida por Wim Wenders. Con su mujer Ana Gloria Peñate forma el dúo Leku-Ona, que ha ofrecido varios conciertos en Galicia.
-Como profesor e intérprete, ¿se inclina más a la música clásica o a la tradición cubana?
-Para mí todo es música. Me interesa la música cubana, la española, la alemana, de cualquier país, siempre que sea buena. Tengo formación académica en música clásica, pero disfruto también con los Rolling Stones, con temas de heavy metal, con todo lo que tenga una calidad musical. En las clases utilizo ritmos muy diversos, incluyendo cosas como la banda sonora de Toy Story, por ejemplo. Lo que trato de inculcar a mis alumnos es que no se tomen la música como un complemento, como una simple actividad extraescolar, sino como algo vocacional, como una forma de vida, y también como un lenguaje universal que se puede entender en todo el mundo.
-¿Cómo llegó a establecerse en Galicia?
-Vine siguiendo el rastro de mi otro abuelo, que era oriundo de la zona de Mondoñedo. Creo que pueden quedar algunos parientes suyos, pero aún no conseguí dar con ellos. En esa visita me ofrecieron la posibilidad de dar clases en Monforte y decidí quedarme. En el tiempo que llevamos aquí, mi mujer y yo también dimos varios conciertos de piano a cuatro manos. Uno de ellos fue en A Coruña, en el aniversario de la declaración de la Torre de Hércules como patrimonio de la humanidad. Aún no ofrecimos ninguno en Monforte, pero espero que lo hagamos pronto.
-¿En qué medida influyó su abuelo en su vocación?
-Siempre ha sido mi meta a imitar, aunque la veo muy lejana. Mi abuelo tuvo en mí una influencia enorme. Fue con él y con mi madre que tomé las primeras lecciones de piano. Fue una gran figura de la música popular cubana, pero también tuvo una formación clásica. Le interesaban mucho compositores como Chopin y me hizo practicar con uno de sus Estudios. Decía que el que fuese capaz de tocar esa pieza podría tocar cualquier tipo de música. Siempre quise llegar a ser algún día un músico tan importante como él, aunque eso es muy difícil.
-¿Cómo acogió su familia el éxito mundial de «Buena Vista Social Club»?
-Con mucha curiosidad. Rubén González estuvo muchos años trabajando con los grandes músicos cubanos y formó parte de grupos muy importantes, como la Orquesta Arcaño y la Orquesta América, en las que estuvo con Enrique Jorrín, el creador del chachachá. Después de jubilarse hizo singles con arreglos de música tradicional, como La negra Tomasa. Cuando apareció Buena Vista Social Club fue como una segunda carrera para él y para los otros músicos que participaron en el proyecto. Un detalle curioso es que por entonces no tenía piano. El que había tocado siempre lo tenía en una habitación que daba a un patio de luces y donde entraba el agua de la lluvia, así que se acabó pudriendo. Ry Cooder, que produjo el disco, le hizo traer uno de Londres.
-¿Hasta cuándo estuvo tocando?
-Hasta un par de años antes de su muerte. En sus últimos tiempos le fallaba la memoria y se desorientaba, pero eso no le afectó a la capacidad de tocar. Al día siguiente de actuar en el Carnegie Hall de Nueva York con los demás músicos de Buena Vista Social Club, alguien lo felicitó por haber estado tocando en esa sala importantísima y él no se lo creyó, porque no se había enterado de dónde estaba. Pensó que había tocado en un teatro muy célebre de Matanzas, en Cuba.