«Si hay que vivir en el Polo Norte para que se valoren tus conocimientos, aquí me quedo»
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Dos jóvenes emigrantes gallegas relatan su visión sobre el idealizado mercado laboral noruego
09 Mar 2012. Actualizado a las 11:09 h.
Desde hace días, Noruega ocupa más espacio que nunca en los medios de comunicación. La tormentosa geografía comparativa de los mercados laborales, que ha llevado a un dirigente de la CEOE a proponer a los españoles que sigan el ejemplo de los nórdicos y sean más flexibles a la hora de aceptar un trabajo -«aunque este sea en Laponia»-, ha vuelto a poner a este país (uno de los más ricos del mundo) en el punto de mira de los desempleados patrios. Sin embargo, los periódicos noruegos alertan desde hace semanas de los peligros de un desembarco masivo de emigrantes, y de la falta de cualificación o idiomas de muchos de ellos. Algunos españoles han ocupado, incluso, titulares entre la prensa local, al no encontrar trabajo, perder sus ahorros y acabar durmiendo en la calle, algo insólito en un país con apenas vagabundos.
Dos emigrantes gallegas, a las que ni el frío polar ni el desorbitado nivel de vida, han logrado echar por tierra sus ansias de trabajar, ponen el acento en la importancia de los idiomas, imprescindible pasaporte y peaje para lograr un empleo. Eso sí, a ellas el mito laboral noruego no se les ha caído.
Carolina Lombera, una joven de Catoira de casi 28 años, huyó en septiembre del paro y de los trabajos precarios y temporales que había tenido hasta ese momento y puso rumbo a Rissa, una pequeña localidad situada en el centro de Noruega. «Decidín probar sorte e contei co apoio de familiares, que levan vivindo aquí moito tempo. É unha ventaxa porque tiña a comida e o aloxamento cubertos». En su caso, otro valor en alza fue el ser Licenciada en Filoloxía inglesa, unos estudios que le abrieron muchas puertas, aunque no todas. «Sinceramente, eu tiven moitísima sorte e atopei traballo de profesora de español nun instituto aos dous meses de chegar. Pero non é sinxelo atopar emprego senón tes titulación nin dominas o idioma. Eu aínda sobrevivo co inglés pero tamén perdo moitas oportunidades ao non saber noruego. De feito, estou facendo un curso, para aprendelo o antes posible. O inglés só é suficiente en determinados traballos, como no das compañías multinacionais».
«Eu aínda sobrevivo co inglés pero tamén perdo moitas oportunidades ao non saber noruego»
De la misma idea es Lara Agulló, una coruñesa de 26 años licenciada en Ciencias del Mar, que tuvo la oportunidad de disfrutar en el 2007 de su beca Erasmus en Tromso (una de las localidades más pobladas del norte de Noruega). Tras regresar a España y buscar sin éxito trabajo decidió regresar a la ciudad nórdica para hacer un máster en Gestión de Pesquerías. «Muchos de los que hemos venido de Erasmus, hemos vuelto para quedarnos. Cuando yo vine éramos 10 españoles pero este año ya son unos 25 y, de ellos, 4 son gallegos, al ofertar las universidades de Vigo y Santiago plazas aquí. Ahora mismo, la tesis del máster ocupa todo mi tiempo pero, aún así, tengo un pequeño trabajo como asistente de la residencia de estudiantes donde vivo. Cuando acabe, en mayo, buscaré trabajo de lo mío, un doctorado...» Y es que Lara confía en las bonanzas del flexible mercado laboral noruego. «Es muy fácil encontrar trabajo, pero siempre y cuando hables noruego o inglés. El idioma de aquí es muy importante en empleos sin cualificación, como para cajero de supermercado o dependiente, en los que se trabaja de cara al público».
«Muchos de los que hemos venido de Erasmus, hemos vuelto para quedarnos»
Sobre el debate abierto en Noruega a partir de la llegada masiva de lo que allí conocen como «refugiados laborales del euro», con esperanzas demasiadas optimistas sobre el idealizado país, ambas conocen esa realidad aunque aclaran que no les es cercana. Carolina recuerda cómo «a ministra de Exteriores fixo hai pouco unhas declaracións suxeríndolles aos emigrantes que non tiñan traballo que voltaran aos seus países. Eu mesma saín na prensa noruega (ao pouco de chegar) nunha reportaxe sobre as consecuencias da crise no sur de Europa. Facían, sobre todo, referencia a Grecia e a España -entrevistaban a unha serie de emigrantes- e a única española que atopara traballo daquela era eu».
Los casos más dramáticos de españoles que no han logrado un puesto y se han visto obligados a llamar la puerta de albergues solidarios o de hacer frente al invierno en la calle se han localizado en Bergen, algo en lo que insiste Lara. «La verdad es que en Tromso no se nota mucho. Además, y a pesar de que este año ha sido extraño, hay que tener en cuenta que aquí nieva de octubre a abril y las temperaturas son bajo cero, lo que hace imposible vivir en la calle. Entiendo que la gente venga a la desesperada pero, al menos, tienes que saber inglés para que se puedan comunicar contigo».
A pesar de estas advertencias internas sobre la confusión de entender Noruega como un paraíso, cada vez hay más desempleados que miran con anhelo al país nórdico, empujados por la crisis, el paro y, tal y como aseguran muchos, por la grata imagen que se traslada del mismo desde los medios de comunicación. Un dato televisivo muestra el interés creciente. La reposición en febrero del programa Españoles por el mundo en Laponia, sobre ciudadanos que se han mudado a esta zona ártica -tal y como sugirió el presidente de la Comisión de Economía y Política Financiera de la CEOE-, supuso un éxito de audiencia, con un 15,9% de share. Carolina lo tiene claro: «A desesperación, a falta de oportunidades, a pasividade da clase política, e como se está xestionando a crise é o que anima a xente a marchar. Non hai esperanza nin ilusión en que nun futuro próximo vaia a mellorar a situación. Todo iso sumado a esa visión idílica ou sesgada de certos programas de televisión, fai que cada vez máis xente decida ou se vexa obligada a emigrar. Digo visión sesgada, porque nese tipo de programas adoitan saír personas ás que lles foi moi ben, e que levan tempo vivindo neses países, que teñen un nivel de vida acomodado, etc. Non é un programa específico para dar información aos que queren emigrar (cousa que deberían empezar a facer para axudar á xente que pensa marchar). Nese caso, por exemplo, falarían do que costa aquí a vida, dos pasos a seguir para conseguir o papeleo, etc. Por moi altos que sexan os soldos, a vida aquí é moi moi cara».
Lara no entra a valorar esta polémica aunque sí pone énfasis en lo positivo de emigrar, «para ser más crítico con lo que sucede en tu país, apreciar las cosas buenas y darte cuenta de aquello que va mal. Aquí, por ejemplo, no entienden el concepto de becario. Si tú trabajas como los demás, cobras como los demás, aunque acabes de terminar la carrera; en España cuando yo acabé la carrera quería hacer prácticas en una empresa y no pude hacerlas ni gratis. O me pagaba yo el seguro o nada, es decir, que iba a trabajar como el resto pero pagando yo. Y eso es lo que no podemos permitir. Si hay que vivir en el Polo Norte para que se valoren tus ideas y tus conocimientos, pues aquí me quedaré e iré a España a disfrutar las vacaciones».