Quien tiene una alfombra tiene un tesoro

[Ángel Manso]

VENEZUELA

José Carlos Fernández es especialista en restaurar piezas persas y orientales

08 feb 2018 . Actualizado a las 09:33 h.

[Elena Silveira] Pazyryk es el nombre de un pueblo nómada que antiguamente habitaba entre China, Kazajistán y Mongolia. En uno de los trabajos arqueológicos llevados a cabo en sus valles se encontró una de las alfombras más antiguas del mundo, que aún se conserva y que podría datar del siglo V antes de Cristo. «La persona a la que le apasionen las alfombras seguro que conoce este nombre. De hecho, muchos tejidos para ropa, textiles y las sedas más antiguas procedían de allí», explica Jose Carlos Fernández sobre el nombre de la tienda de venta y restauración de alfombras que abrió el pasado octubre en la avenida Che Guevara, en Perillo.

 Y aunque el negocio es muy nuevo, en realidad José Carlos lleva desde los 17 años trabajando en este sector. «Prácticamente desde que era un niño. Llevo más de 35 años trabajando en el negocio de las alfombras», confirma. Aunque nació y vivió en Venezuela hasta hace poco, por sus venas corre sangre gallega: «Mi madre es de Abegondo y mi padre de Carral. Emigraron a Caracas en el año 1953 y debido a la situación del país decidieron regresar a sus raíces sobre el año 2000, cuando ya estaban jubilados». En agosto del 2015 José Carlos y su mujer, Claudia, también decidieron hacer las maletas y probar suerte en A Coruña. «Finalmente nos decidimos a venir porque veía que aquí había nicho de mercado. De hecho, no hay nada parecido a lo que yo hago y con el grado de especialización que tenemos nosotros. Casi todo el mundo manda sus alfombras a la tintorería, donde aplican procesos industriales, pero piezas valiosas o tejidas a mano requieren procesos más artesanales. Y eso es lo que ofrecemos nosotros», explica.

La pasión de José Carlos por las alfombras le llegó desde muy chiquitito, cuando correteaba por los pasillos del negocio familiar dedicado a la confección y decoración del hogar. «El trabajo me fue enseñando. Iba a museos, talleres de alfombras y me interesaba por la bibliografía que había al respecto. En realidad fui autodidacta porque ahora hay escuelas en donde se enseñan técnicas de restauración, pero yo fui adquiriendo mis conocimientos a base de los años». Recuerda, por ejemplo, que en Estados Unidos contactó con un artesano de origen armenio que le enseñó diferentes técnicas.

Contactos en medio mundo

Después, forjó una amistad comercial muy fuerte con un iraní que le permitió hacerse un hueco en el mercado de la importación de alfombras y tener contactos en Hamburgo, uno de los foros internacionales más importantes del sector. Y así, poco a poco, José Carlos se convirtió en uno de los profesionales más buscados de Caracas para restaurar alfombras. «He trabajado con piezas muy valiosas y que databan de los siglos XVII y XVIII. Incluso algunos clientes traían sus alfombras desde el extranjero para que trabajase yo con ellas. También he tenido casos de personas que me traían una alfombra vieja, que la usaban para que durmiese sobre ella la mascota, y acabaron descubriendo una pieza de mucho valor», recuerda.

José Carlos y Claudia confirman que el negocio poco a poco va despuntando y que les está funcionando muy bien el «boca a boca» y las redes sociales, de las que se ocupa Claudia, abogada de formación. «No es como empezar de cero, porque ya son muchos años de profesión, pero nos estamos dando a conocer y en realidad lo que funciona es que el cliente quede satisfecho. Y creemos que es así, ya que muchos se sorprenden cuando les entregamos de vuelta sus alfombras y nos dicen que están mejor que cuando las compraron», relata Jose Carlos.

En contra de todas las tendencias, José Carlos Fernández defiende una forma de trabajar que pone en valor el trabajo artesano: «Es que me gustan las cosas analógicas», insiste. De hecho, por esa forma de entender su profesión pocas personas hacen lo que sabe hacer él. «Bueno, es que tienes que tener conocimientos muy variados: algo de matemáticas, de historia del arte, de química... ¿Por qué? Pues porque en las alfombras hay que percibir las simetrías, conocer los tintes, las simbologías... Y es el tiempo y la dedicación lo que te le permite adquirir todos estos conocimientos», comenta. De hecho, él está especializado en alfombras persas y orientales. «Irán, Irán...», afirma en referencia al país del mundo donde existen las mejores alfombras. Aunque reconoce la calidad de las fabricadas en España, Afganistán, Turquía, Rusia, India, Rumanía, el Cáucaso... Y su devoción por las alfombras es tal que, según dice, a veces utilizando técnicas del yoga entra en estado de meditación. «Bueno... es que utilizo una técnica en la que a veces se realizan movimientos repetitivos y te permite abstraerte. Por eso mi trabajo también tiene su parte agradable», explica con humor.

José Carlos, en su taller de Perillo