«Xogar o partido contra España foi unha oportunidade única»

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

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Eddy Risch

Tras más de dos años lesionado, el futbolista internacional del Liechtenstein Iván Quintáns recuperó su rendimiento

08 sep 2017 . Actualizado a las 12:19 h.

Iván Quintáns, futbolista internacional de Liechtenstein que media España acaba de descubrir gracias al partido contra la selección nacional, nació hace 27 años en Schaan, una de las localidades del Principado, en la que tiene su sede el centro de la colectividad gallega, que en realidad es de la Costa da Morte. Uno de ellos, su padre, natural de Olveiroa (Dumbría), que emigró hace ya 40 años, de los pioneros. Es el obrero español más veterano de su fábrica. Iván se crio allí, junto a su hermano, pero sin perder de vista sus raíces con Dumbría. También las tiene con Croacia, de donde es su madre, aunque en menor grado. A Olveiroa acude cada año. Tiene tíos y primos repartido en su parroquia, pero también en las de Buxantes, Dumbría, Olveira o Berdeogas. En Cee posee un piso, que es donde vive cuando acude. El verano que viene se casará, también en Galicia. Su novia es de Liechtenstein, pero curiosamente fue ella la que decidió el lugar del matrimonio, por lo mucho que le gusta.

Iván juega en el Eschen-Mauren, un conjunto de Liechtenstein que compite en la Tercera División suiza, la más alta hasta el nivel profesional, y que se disputa en todo el país. Trabaja en un banco, y puede compatibilizar sin problemas los horarios de los partidos, con desplazamientos de no más de tres horas. Otra cosa son las citas internacionales, con viajes mucho mayores. Tampoco tiene problema, pero aprovecha para agradecer a su jefe que le permita esas ausencias. El hecho de no ser profesional, como muchos de sus compañeros, tiene estos problemas.

España fue una prueba de fuego. Por lo que significa el país para él, pero también porque apenas lleva cuatro o cinco meses recuperándose de una grave lesión: rotura de los ligamentos cruzados y también del menisco.

En su momento, algún médico llegó a decirle que no podría volver a jugar al fútbol. Recuerda aquel mes de marzo del 2015, cuando ocurrió, en Austria, y el anuncio, ya en el verano (se enteró durante un viaje a Galicia), de que en breve se enfrentaría su país con España. Obviamente, no pudo estar. Ni en ese, ni en los posteriores. Sí que había jugado cuando militaba en la sub-21, pero con la absoluta, la de esta semana ha sido la primera vez. Y la exigencia es muy alta. «Aínda teño que traballar moito o tema físico, pero vou mellor», explica. Una de las consecuencias es que juega un poco más retrasado de la que es su posición natural, más ofensiva, pero se adapta.

Iván reconoce que el abultado resultado (ocho goles en contra) le fastidió, pero también es consciente de la importancia y la repercusión que ha tenido este enfrentamiento. Le llamaron de numerosos medios estatales. «Xogar o partido contra España foi unha oportunidade única», explica. Un «orgullo». Poder compartir terreno de juego con futbolistas a los que admira desde hace tiempo, «falar con eles, estar aí».

Un programa radiofónico medió para que Iniesta le intercambiara la camiseta, algo que le hizo muchísima ilusión. «Non só por ser do Barcelona, senón que o admiro moito como persoa, é alguén especial», explica. La semana ha sido intensa desde todos los puntos de vista. El personal, tanto como el deportivo. No contactó con sus familiares porque incluso temía no poder jugar, por una recaída o cualquier otro problema. A los pocos minutos supo que no había vuelta atrás: «Lesionarme agora é imposible, seguro que xogo», pensó. Cuando acabó, habló, feliz, con sus familiares.

Iván asegura que le encanta la Costa da Morte. «Vin case toda España, pero ese lugar é único. A zona; a xente, aberta e amable, a comida... Todo». También a sus futuros suegros: «A primeira vez que os levei quedaron namorados», de ahí que para la celebración nupcial no hubo nada que discutir.

Conoce a la comunidad gallega en Liechtenstein, que gira en torno al centro Santiago Apóstol. Recuerda que hace tiempo, cuando llegó su padre o cuando él era niño, era mucho más amplia (ahora apenas pasa de las 300 personas), pero después se redujo. «O curioso é que agora hai moita xente que quere vir ou volver», dice.