«Saímos correndo co que tiñamos ao lombo. Perdemos todo despois de 30 anos aquí»

S. serantes / r. á. tudela VIVEIRO, LONDRES / LA VOZ

REINO UNIDO

Un vecino portugués despertó a Dorinda y José cuando las llamas estaban ya en su planta

16 jun 2017 . Actualizado a las 12:53 h.

La coruñesa Dorinda Suárez  estaba en la cama durmiendo cuando un vecino portugués llamó a su puerta para advertirle de que tenían que salir pronto del edificio por el fuego en la torre Grenfell en Londres en la que viven. «Cando chegou abaixo atopouse cos bombeiros. Grazas a el estamos aquí, outra xente tivo moita menos sorte», explica.

Al momento, ella y su marido, José Costa, de Carballo, bajaron por las escaleras desde la planta 13 en la que residían. Por el camino, fueron avisando a más vecinos y también pararon en la planta 7 para decirle a otro matrimonio gallego, formado por Carmen Sánchez (Sada) y José Vieiro (Lorbé), que saliesen de sus casas.

«Non teño palabras para describir o que pasou», explica Dorinda Suárez. «Salimos correndo co que tiñamos ao lombo. Perdemos todo despois de máis de trinta anos de traballo aquí», contaba a un amigo.

Muy conocida entre la comunidad gallega por trabajar en el Instituto Cañada Blanch, es natural de Leiloio (Buño) y lleva en la capital británica casi tres décadas.

«Los recuerdos creados en los últimos años, todos, se han ido a la mierda. Gracias a Dios mi familia y mis amigos están a salvo», anunciaba en las redes sociales su hijo, Iván Costa, quien estaba durmiendo en casa de su novia cuando su madre le llamó desconsolada para explicarle el incendio. «Aún estamos en shock», decía por teléfono.

«Cando nos levantamos e fomos ao salón xa vimos a cociña ardendo, pechamos a porta e saímos», añade Sánchez, intentando dejar los nervios a un lado y explicar lo sucedido de madrugada. En el pasillo de esa planta ya encontraron a los bomberos y a otros vecinos, que también consiguieron salvarse bajando por las escaleras.

Acogidos por unos amigos

Ya a las puertas del edificio y a salvo de la tea infernal en la que se convirtió el edificio, recibieron la llamada de otro matrimonio gallego que había visto como el fuego se propagaba a toda velocidad. Tony Rey y su mujer, Pilar, se convirtieron en sus ángeles de la guarda, abriéndoles las puertas de su casa y acogiéndolos cuando más lo necesitaban.

«Estaban ya dormidos y salieron como pudieron. Se han quedado sin nada de nada», lamenta Rey, para quien los gallegos del edificio son como de la familia tras 30 años de amistad. «Al ver las llamas no pude dejar de pensar en ellos y los llamé inmediatamente», explica aún muy afectado por lo sucedido.

Rey vive en un edificio enfrente de la torre y se despertó por el ruido de los materiales que caían del inmueble y los gritos de los vecinos que salían corriendo y no paraban de preguntarse qué estaba pasando. «En cuestión de minutos el fuego avanzó a toda velocidad», explica mientras enseña un vídeo que grabó con su móvil y en el que se ven grandes columnas de llamas pasadas las dos de la madrugada.

Rey recuerda que en el edificio vivían muchas familias portuguesas, latinas y jóvenes de origen sudamericano. Además, señala que también residía en una de su 24 plantas una joven canaria, pero no está seguro de si sigue allí. Natural de Noia, recuerda que apenas tres meses antes habían terminado de rehabilitar la fachada y el exterior del edificio calcinado. «Le pusieron un material que parece como si fuese una mezcla de corcho y plástico, y ardió a toda velocidad. En cuestión de pocos minutos nadie podía controlar esas llamas», relata este músico ya retirado.